El ascenso inició el 23 de agosto a la altura de 3,700 metros, con temperaturas por la madrugada que rebasan los menos 10 grados Celsius.
“Me siento feliz… he logrado completar mi cuarta cumbre tipo slam, sólo me faltan tres picos, el Kilimahjaro, en Tanzania; el Vinson, en la Antártida, y la Pirámide Carstenz, Nueva Guinea. Ya tengo el setenta por ciento de mi meta cumplida”.
Wheelock, la mujer que subió al Everest, donó su sudadera, que la ha protegido del frío y pasado las pruebas del Grand Slam por diferentes cumbres, será subastada por una compañía de Internet; el dinero que se pague por la prenda se donará a la organización “Lazos”, institución que protege a niños, para que sigan teniendo una educación formal e integral, sintiendo el apoyo que les brinda el deporte alpino.
Por otra parte, Wheelock dijo a Excélsior que gracias al apoyo de sus patrocinadores y de los medios de comunicación, se logró cumplir una parte de su sueño; pero que necesita una escalada más para triunfar a “70,000 dls”, para terminar el programa del Grand Slam.
La abogada de profesión, señaló que esta conquista tuvo un mes de atraso por el permiso que le concedió el gobierno ruso, ya que en aquel país, las expediciones a las montañas son guiadas por expertos, pero su grupo y en especial Karla querían que se culminara sin esa ayuda y se logró.
“La vista en la cumbre es impresionante, las nubes a tus pies te transportan a lo inimaginable; una cruz en la cima, simboliza la altitud del espíritu y el aventurado regreso a casa”, finalizó la alpinista Karla Wheelock.
ExcélsiorSeptiembre 6 de 2000