UNA VISIÓN DESDE EL INTERIOR
15 junio 2000
Eric Molino Minero Re ofrece aquí lo que quizá es la más completa versión de lo que fue el rescate del Resumidero La Joya, en el estado de Guerrero, desde el punto de vista de los rescatistas.
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EL ASCENSO VERTICAL
Cuando llegamos al tiro, después de casi 45 minutos, eran las 00:40. Arturo y VÃctor eran los responsables de hacer las maniobras en este lugar. Me pidieron que yo subiera y junto con Manuel y otra persona, debÃamos hacernos cargo del polipasto. Al llegar arriba vi que Manuel y Betty estaban dormitando pero como ya nos habÃan oÃdo, comenzaban a despabilarse. Mientras tanto subió otro compañero. Arturo y VÃctor ascendieron y se instalaron en el repartidor (parte del sistema usado para subir una camilla). Abajo, Lorenzo revisaba los anclajes de la camilla y apretaba las cintas para poder subirla. Cuando todo estuvo listo se inició el ascenso del herido. Al llegar arriba, se conectó la cuerda del polipasto y nosotros comenzamos a jalarla hasta que quedó fuera del tiro. La llevamos un poco más adelante, donde habÃa más espacio. Ahà Betty revisó de nuevo a MartÃn.
HabÃa muchas cuerdas en el tiro para agilizar el ascenso de los espeleólogos. Los más cansados comenzaron a adelantarse para salir a la superficie. Nos dio gusto ver que José Antonio Soriano aparecÃa en el lugar. Más atrás venÃan Ramón Espinasa y más gente de la SMES. En este momento sucedieron varias cosas. Por un lado, viendo que llegaban refuerzos, Lorenzo y yo planeamos quedarnos a desarmar todo lo que ahà habÃa y luego salir a descansar.
Betty solicitó el botiquÃn pues necesitaba un medicamento. Asà que todos empezamos a buscarlo pero no lo encontramos. Bajo el tiro todavÃa habÃa gente del IPN, pero ellos no tampoco lo tenÃan. De los que estábamos arriba nadie sabÃa donde estaba. Aparentemente una de las personas que se habÃa adelantado se lo llevó. Esto complicó mucho las cosas.
La situación parecÃa muy seria. Manuel nos dijo que MartÃn estaba muy agitado, presentaba una arritmia o taquicardia, también nos dijo que debÃamos sacarlo lo antes posible. Le pidió a Arturo y VÃctor que se adelantaran y fueran armando los tiros que faltaban. Además debÃan mandar un mensaje a la superficie pidiendo que entrara más gente a ayudar. Como Ramón y los demás aún no llegaban, Lorenzo y yo dejamos la desarmada para otra ocasión y continuamos cargando la camilla.
REFUERZOS
Al poco rato aparecieron Ramón, Jesús Reyes y otros compañeros de la SMES. Todos los que iban llegando siempre presentaron una actitud de ayuda, preguntando "¿Qué hago?", "¿Qué necesitan?". Y si bien a veces habÃa varias personas participando y opinando, el ambiente era motivador, de trabajo y avanzábamos bastante rápido. Yo ya estaba bastante cansado y me dolÃan mucho las manos (debà llevar guantes). Dejé que los recién llegados cargaran. Iba detrás de ellos, cargando mi gordito y el de otra persona. En un par de ocasiones intervine cargando un poco, pero cada vez menos.
El trayecto hasta el siguiente tiro fue bastante rápido. Ahà se detuvo la camilla en lo que se alistaban las cuerdas para subir a MartÃn. Yo pensaba que ya era hora de que yo mismo saliera de ahÃ. Dado que ya habÃa suficiente gente ayudando y seguÃan llegando más, pensé en subir primero e irme hasta la superficie.
En la parte de arriba me encontré a Memo, quien era el encargado de este tiro. Me comentó que los que iban a ayudarle habÃan salido a la superficie, en distintos momentos, para mandar mensajes. Asà que pospuse mi salida y me quedé para ayudar. Después de un rato llegó Manuel, que también se veÃa bastante cansado, por lo cual él se hizo cargo del polipasto y yo del contrabalance.
Memo y yo nos instalamos en el repartidor. Cuando la camilla estuvo amarrada a la cuerda empezó la maniobra de ascenso. La cuerda subÃa hasta una polea y volvÃa a bajar. Coloqué mi puño y croll en ésta y comencé a pedalear hasta que se tensó el sistema y tuvimos todo el peso de la camilla. En este momento quité mi cabo de seguro del repartidor y empecé a bajar.
Teniendo mi peso de un lado y el de la camilla del otro, las fuerzas más o menos se igualan. Memo comenzó a jalar la cuerda de la camilla y yo también. En este momento caà en la cuenta de que la camilla y el herido juntos pesaban cerca de 100 kilos, mucho más que yo. Los que estaban abajo también se dieron cuenta y comenzaron a jalar la cuerda donde yo estaba colgado.
Poco a poco la camilla fue subiendo y yo bajaba. Soriano subÃa por otra cuerda, guiando la camilla. Cuando ésta llegó hasta arriba y se conectó el polipasto fue necesario que yo me quitara de la cuerda. Pero primero Lorenzo tejió su marimba en ésta y junto con dos personas más, soportaron el peso. Yo me pasé a la cuerda por donde acababa de subir Soriano y empecé a subir otra vez. Arriba estaban Manuel, Soriano y otra persona, tratando de mover la camilla, asà que me unà a ellos y aún colgado de la cuerda la desplazamos. El espacio era reducido y no cabÃan muchas personas.
EL PASO DE LOS 90
Acomodada la camilla lo mejor posible, Manuel comentó que se iba a adelantar para ir desbloqueando el "Paso de los 90", ya que era el siguiente paso más estrecho después del sifón. Yo fui con él, junto con otros más que también estaban cansados. Al llegar al Paso de los 90 aproveché para cambiar mi carburo. Luego le ayudé a Manuel, quien estaba golpeando con un mazo y un cincel una enorme formación, un gur, que bloqueaba el paso y forma lo que se conoce como el Paso de los 90. Después de un rato dejé que Manuel continuara y yo seguà mi camino a la superficie.
En algún momento me encontré con un par de paramédicos que traÃan un botiquÃn de repuesto, luego vi a Javier MartÃnez, quien traÃa un mensaje de la superficie. También me encontré a Elke Schilling y otros compañeros quienes traÃan agua y sándwiches para todos. Fue muy agradable comer algo en ese momento pues llevábamos muchas horas sin probar nada.
Al llegar a la base del tiro de 16 metros escuché voces arriba. Eran Jorge González "Billy", José Montiel y otras dos personas que no conocÃa. Dado que habÃa tres cuerdas nos pusimos de acuerdo sobre cual iba a usar yo para subir. Comencé el penoso ascenso, me dolÃan mucho las manos. En algún momento pasó Montiel y me hice a un lado, ya que las cuerdas estaban demasiado juntas. Pasando la mitad comenzó a bajar otra persona, pero tuvo tiempo para pedir que le sacaran fotos.
Yo iba llegando al final del tiro cuando se descolgó el siguiente. Le pidió a Billy que le tomara más fotos. Yo no podÃa salir del tiro ya que no habÃa espacio y esperé un rato hasta que terminó la sesión fotográfica. Cuando empezó a bajar, yo estaba debajo de él y le indiqué que mi pie estaba justo debajo del suyo, que tuviera cuidado. Es probable que no tuviera mucha práctica en descensos ya que no quitaba los ojos de la marimba y la cuerda. Simplemente me pisó y siguió bajando muy despacio.
Finalmente logré salir del tiro y encontré a Billy. Me comentó que tenÃa instrucciones de quedarse ahà hasta que llegara la camilla. Yo seguà mi camino hasta la superficie. Antes de salir me encontré con Gerardo RodrÃguez, Daniel Sánchez y Elizabeth Gutiérrez, iban entrando como relevos para ayudar. Al salir me encontré con Arturo y VÃctor, que estaban terminando de armar el tiro de la entrada. Luego apareció Juan y lo puse al tanto de lo que pasaba. Entre otras cosas les avisé que en unas tres horas MartÃn iba a salir de la cueva. En ese momento eran las 04:45. Cené y tomé mucho agua. Luego me fui a dormir.
SALIDA
Los aplausos y gritos de alegrÃa me despertaron a la ocho de la mañana. Ya estaban afuera. Me tranquilizó mucho saber que ya todo habÃa terminado. Con el pasar de la mañana cada quien fue recogiendo sus cosas y se levantó el campamento. Los del IPN fueron los últimos en irse. Los de la UNAM nos fuimos hacia los autos y vimos cómo pasaba una grúa llevándose una ambulancia de la Cruz Roja. Como no funcionó y la otra ambulancia quedó atascada en el lodo, al herido se lo llevaron hasta el D. F. en la ambulancia del Socorro Alpino de México.
Ahora, casi tres semanas después y para agrado de todos MartÃn se recupera favorablemente.
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