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Montañismo y Exploración
Rumbo al norte… solo
9 diciembre 2000

Los días siguientes fueron algo difícil de describir… Todo cambió a partir de su partida: la gente comenzó a ser más hospitalaria. Siempre es así para un viajero solitario.







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Los días siguientes fueron algo difícil de describir. Me pasaba el tiempo pensando en que tenía un compañero detrás de mí, como había pasado en los días anteriores, pero cada vez que lo pensaba, me tenía que hacer a la idea de que no era así, que Alex se había ido. Pronto caí en la creencia de que él venía tras de mí y me negaba fuertemente el deseo de ver hacia atrás (por otro lado, bastante difícil en el kayak) para comprobar que no era cierto. Seguía remando y me decía que cuando me detuviera él me alcanzaría. Pero entonces llegaba la hora de detenerme y no aparecía.


Todo cambió a partir de su partida: la gente comenzó a ser más hospitalaria. Siempre es así para un viajero solitario. Un día, me acerqué a la orilla para arreglar los pedales del timón. Sólo me bajé un rato, los ajusté y me volví a subir. Creí que nadie me había visto y cuando estaba ya empujándome a la mar, una mujer me saludó. Venía con leña y un coco. Me invitó un café... y yo no había desayunado. El café se transformó en huevos con frijoles y tortillas de tal cantidad que tuve que reprimirme porque si no, no iría muy lejos.

















Al mediodía el viento del norte se hizo muy fuerte y yo remaba contra él, así que me detuve en el paraje “El Gorila”, un sitio como cualquier otro en la costa del Caribe, pero con la “pequeña” diferencia de que ahí eran dos expresidiarios quienes me recibieron. Al principio sentí una alerta interna, pero poco a poco me relajé y disfruté de su plática.


Habían “playado” varias cosas que el mar había arrojado a la costa de los huracanes anteriores: un televisor que no servía sólo por haber caído en agua de mar, pero estaba completito, mesas de caoba y hasta un refrigerador, entre lo más notable. A las tres de la tarde me fui de ahí.


Era la primera vez que remaba tan tarde pero lo hacía porque tenía que llegar a Punta Pulticub, ahí donde inicia la reserva de la Biósfera de Sian Ka'an y poco al sur de un tramo donde el mar se volvería más difícil porque era mar abierto. Por eso continué.







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