PUERTO MORELOS

Puerto Morelos es un pueblo pequeño, con calles pavimentadas o al menos las principales. Llegué ahí luego de haber visto a lo lejos un faro. Había remado y cruzado nuevamente la rompiente y cuando llegué a tierra, toda la costa era de piedra, pero me bajé porque estaba ya cansado. Había llegado. Pregunté dónde podía acampar y me dijeron que pasando el muelle, a unos dos kilómetros. ¡Caray! Yo había pensado que ese sitio era precisamente el lugar idóneo.

Volví a la mar y rodeé el muelle. Ahí estaba el transbordador hacia Cozumel (que transporta automóviles, el de Playa del Carmen sólo pasa personas) y un enorme barco con cuatro mástiles. ¿Un velero de esas dimensiones? Nunca lo supe porque además de los mástiles, no había ningún otro aparejo que lo delatara como velero y la gente del pueblo no supo decirme. Cometí el error de pasar junto a él para verlo mejor y me encontré con un oleaje rudo, incontrolable. Eran las olas que venían del mar y que se estrellaban con las que rebotaban del mismo barco. En adelante tendría más cuidado de poner distancia.

Desembarqué junto a un muelle que parecía ser el principal del pueblo y junto al que hay un faro inclinado que ya no funciona, quizá porque así lo dejó un huracán. En el pueblo volví a preguntar en qué lugar podría acampar. Un pescador me dijo: "En donde quieras. La playa es para todos y nada de esto es privado. Si alguien te dice que no, mándalo mucho a..." Reí y me agradó que la gente peleara la publicidad (contraria a la privacidad) de las playas. Cuánto mejor estaríamos si todo fuera así, como ellos lo han logrado. En la plática surgió el tema de siempre: "Desde Chetumal en eso? Y luego los pronósticos meteorológicos: "La Capitanía de puerto acaba de anunciar que viene un norte con mucha lluvia y detrás de él otro seco pero muy frío."

En previsión del aguacero, dormí en un cuarto que me prestaron, a una cuadra de la playa y por la noche el primer norte se desparramó en las calles y el mar.