Walter Bonatti.
Montañas de una vida. Ediciones Desnivel, Madrid. 1999. 256 páginas; ISBN 84-89969-34-5.
Quien haya leído la historia del alpinismo, habrá encontrado el nombre de Walter Bonatti asociado, sobre todo, a una de las imponente paredes de los Alpes: el Pilar suroeste del Dru, llamado ahora "Pilar Bonatti", una pared que detuvo a muchos alpinistas y que fue conquistada en 1955 en solitario. Y diez años después, otra escalada en solitario, esta vez a la norte del Cervino. Con ella, Bonatti se despedía del alpinismo extremo, a la edad de 35 años, tras haber sido el verdadero soporte que hiciera posible el primer ascenso, en 1954, del K2, "la montaña de las montañas" y de haber ascendido paredes consideradas imposibles.
"He escalado montañas «imposibles» para conocerme mejor y para encontrar mi dimensión verdadera. Lo he hecho empujado por la belleza de la naturaleza alpina y por el placer de saber. Con mi individualismo, no siempre apreciado por quien ha querido juzgarme, creo que también he dado algo a los demás: ¿no he dado testimonio con mis empresas de la permanente posibilidad de «ir más allá» que reside en el ser humano, donde se basa el principio de toda acción?" (p. 212)
¿Paredes "imposibles"? Hay que asomarse al libro Montañas de una vida para descubrir que cuando se habla de "imposibles" se hace en el sentido del reto al hombre, de algo que tiene que ser superado. "La verdadera novedad fue, en cambio, que se osó y se resistió más, tanto física como moralmente... Este fue el verdadero «equipo especial» con el que se dio cuenta de una pared considerada por todos entonces por imposible y, por eso mismo, desafiante." (p. 33)
Pero ¿quién es Walter Bonatti? Montañas de una vida nos muestra a un hombre (no a una leyenda viviente) que se abre huella a través de las verticales y de los mitos de inaccesibles para lograr lo "imposible" para transformarse él mismo, sin quererlo, en una leyenda, y aunque el libro se presenta a sí mismo como una "autobiografía", en realidad es más que eso: se trata de la propia percepción del alpinismo clásico por uno de sus mejores representantes a mediados del siglo XX (el periodo entre 1948 y 1965) pero que adoptara una peculiar forma de enfrentar la montaña:
"...ya habían aparecido materiales más racionales en nailon y metales ligeros, pero yo los había ignorado voluntariamente. Podría decir que eran excesivamente caros para mi bolsillo, pero la verdadera razón es otra. Desde el principio, me he identificado y he tomado como referencia a los alpinistas de los años treinta... Era lógico que yo adoptara, además de la mentalidad, los principios y los consiguientes medios técnicos empleados por ellos. Haciéndolo así, podría medirme con el mismo tipo de empresa intentada o, al menos, concebida por ellos, y sólo así, podría valorar y reconocer los límites de ellos y mis propios límites." (p. 32) Además, considera que "cierto tipo de riesgo da sabor a las cosas y es, sin duda, uno de los componentes de la aventura, pero se trata de un caballo cuyas riendas hay que saber sujetar con firmeza." (p. 6)
Cada una de las escaladas narradas en el libro (salvo las primeras, que son su introducción a la montaña) es siempre una "primera": el Grand Capucin, el Lavaredo en invierno, la expedición al K2, donde él se viera forzado a realizar un vivac a una altura de casi ocho mil metros, expedición de la cual regresó decepcionado de mucha gente. Tras ella, las grandes escaladas: el famoso Pilar Bonatti, el Cerro Torre, el Gasherbrum IV... hasta llegar a su escalada última: la norte del Cervino en invierno y en solitario.
En el Pilar del Dru, quizá su escalada más famosa, se enfrenta con condiciones físicas y mentales extremas, tales que al llegar a la cumbre se sorprende él mismo: "De pronto me siento volver a la vida, después de haber estado tan lejos. Nada material ha cambiado: ni el dolor de las manos, ni la sed abrasadora, ni la sombra negra de los severos perfiles. Y, sin embargo, siento que renace en mí el hombre con el [que] estos días no he mantenido relación alguna. Estoy encontrándolo otra vez, eso basta para hacerme comprender la intensidad de lo que acabo de vivir. Hasta hace pocas horas, mi medida era la de la montaña, cuyos elementos, roca, hielo, vacío, estatismo, duración, he absorbido hasta formar parte de ella. La montaña y yo, una cosa única e inseparable." (p. 89)
He dicho que el libro es más que una biografía. Representa la filosofía misma de uno de los mejores alpinistas hacia la montaña: "La montaña ha marcado mi formación desde el principio. Me ha permitido satisfacer la necesidad innata de medirse y probarse, de conocer y saber que cada hombre experimenta. Así, empresa tras empresa, allá en lo alto, me he sentido cada vez más vivo, libre y auténtico., en suma, realizado. Siempre he obedecido en mi vida de escalador a las emociones, al impulso creativo y contemplativo. Pero ha sido especialmente durante la práctica del alpinismo solitario, cuando he podido entrar en sintonía con la Gran Naturaleza y cuando he podido intuir con mayor profundidad aún mis porqués y mis límites. (p. 5)
"La montaña me ha enseñado a no hacer trampas, a ser honesto conmigo mismo y con lo que hago. Afrontada de cierta manera, la montaña es una escuela indudablemente dura, a veces incluso cruel, pero sincera, lo que no siempre sucede en la vida diaria. Así pues, si traslado estos principios al mundo de los hombres, me veré considerado al instante por un tonto... Es verdaderamente difícil conciliar estas diferencias. De ahí la importancia de fortalecer el espíritu, de elegir lo que se quiere ser. Y, una vez elegida esa dirección, se debe ser lo suficientemente fuerte como para no sucumbir a la tentación de tomar otra." (p. 10)
Cansado de ser el blanco de ataques de un pequeño grupo que todo le cuestiona, decide retirarse. "Fiel a mis decisiones, hace meses que no pienso ya en las grandes escaladas. Me he propuesto terminar con el alpinismo extremo." (p. 201) Pero antes de hacerlo decide hacer una última escalada para recordar todo ese mundo de vertical nítidamente. Y elige la cara norte del Cervino en el centenario de su conquista por Whymper (1965):
"Cien años de historia y de progreso técnico dividen nuestras empresas; sin embargo, yo, hombre de mi tiempo, he sentido la necesidad de vivir la aventura a la medida del hombre, la del enfrentamiento de David y Goliat." (p. 209) "Bajo mis pies, aunque inalcanzable para mis ojos, late la vida. Una vida fácil y agradable de imaginar para quien, como yo, está colgado entre el cielo y la tierra. Pero también es una vida banal y decepcionante si para huir de ella he llegado hasta aquí. En este lugar la soledad es realmente inmensa, casi inhumana. Me pregunto ahora si no habré sobrepasado los límites de lo razonable." (p. 206) "Sé que me estoy moviendo en los límites de lo posible, soy consciente de encontrarme tan fuera del mundo que si pienso en algo vivo, en la normalidad, me embarga la emoción." (p. 207)
Abandona el alpinismo extremo, pero no a la montaña ni a la aventura:
"Bajaré de los montes, pero no para quedarme en los valles. Desde arriba he visto otros horizontes no menos anchos que los de la montaña, lejos de la órbita de alguna nueva «pandilla» de liliputienses... Mi elección no es una traición a la montaña, sino una extensión de mi interés por la naturaleza entera. Al despedirme del mundo de la verticalidad querría decir todavía dos palabras a aquellos que quieran llevar más lejos los límites de lo posible. Yo mismo tendría que añadir una nueva dimensión: la cota altísima. Sería necesario que se realizase en el Himalaya lo mismo que yo he hecho en los alpes, es decir, un alpinismo extremo pero a ocho mil metros y en estilo alpino. ¿Un proyecto osado? Por supuesto que sí, en las condiciones de hoy, 1965. Pero con el paso de los años todo cambiará, es inevitable, y evolucionará en el sentido de hacer cada vez más posible lo imposible" (p. 214)
"Las cimas «imposibles», elegidas por el alpinista como su propia medida, tienen que ser afrontadas con medios puramente humanos, no recurriendo a técnicas allanadoras que tienen el mismo efecto que una apisonadora. No debería olvidarse que las grandes montañas tienen el valor del hombre que se mide con ellas, si no, permanecen como estériles montones de piedras." (p. 215)
Es asombroso que en 1965 pensara ya en esa proyección, seguida ahora por unos pocos. Se trata de un hombre para quien la montaña lo ha significado todo, que la ama y que percibe el futuro del alpinismo con gran claridad:
"¿Qué hay más allá de las montañas si no es el hombre? Practicar el alpinismo es uno de los mil modos de ser y de conocerse. Ir a la montaña no debería tener otro significado que el de la búsqueda, nunca el de huida, porque en determinado momento hay que saber volver a la propia individualidad, a los propios sentimientos, el único espacio posible, antes del vacío. Así pues, la montaña debería preparar para ir más lejos. El alpinismo es bastante más que una técnica, es bastante más que un récord y que una colección de cimas... Lograr que en la montaña trabajen los músculos y el cronómetro será un juego divertido, según dicen algunos, pero tiene bien poco que ver con la aventura creativa" (p. 242)
El libro en sí es realmente sorprendente, tanto por la claridad con que se narran las escaladas como por la sencillez con que se exponen los diferentes puntos de vista sobre el alpinismo, mismos que no debieran perderse en la actualidad porque "Cuando sueñas que concibes cosas extraordinarias, cuando crees que verdaderamente creas, entonces, sólo entonces, el alma supera las barreras de lo posible. Siempre he creído en ello profundamente." (p. 6)
Hay algo que no se dice, pero que se lee a través de cada relato: "Nada de lo que he hecho es importante, esto es obvio, pero me pertenece y me identifica. «Soy», por tanto, mi propio modo de vivir, y creo que esto incluye mi pensamiento, mis acciones y mis palabras... ofrezco mis experiencias y mis reflexiones a quien quiera usarlas como referencia. Pero que quede claro que cuanto he hecho ha sido para mí una forma de vivir, no un modo de vivir sin preocupaciones." (p. 215-216)
Erratas
En la página 182, en el inicio del segundo párrafo, dice "24 de junio"; debe decir "24 de enero".