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Montañismo y Exploración
Mi viejo y el mar

Dos hombre, padre e hijo, se dirigen al mar más famoso entre los marinos: el Cabo de Hornos, a bordo de un velero diminuto. El viaje lo han planeado durante años y es el momento de ponerse a prueba.







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David Hays y Daniel Hays. Mi viejo y el mar. La travesía de un padre y un hijo por el Cabo de Hornos. Ediciones B (Biblioteca Grandes Viajeros),Barcelona, 1998. 348 páginas. ISBN: 84-406-8275-1

 

No es que la vida en tierra me resulte desagradable, pero la vida en alta mar es francamente mejor.

Sir Francis Drake

Los que hemos visto el cabo de Hornos de cerca y hemos aguantado con la vela cuadra sus zarandeos, los que hemos sido empujados hacia el este, más allá de las islas Ramírez, y hemos seguido avante con las cubiertas bajas inundadas, la obencadura tesada, los cabos y el trapo petrificados, el graznido de los petreles sobre el vaivén de los masteleros, nosotros, los supervivientes de la era de la navegación a vela, decrépitos, reumáticos y azules de sal, rendimos un homenaje al cabo de Hornos, nuestro viejo peñón.

Félix Reisenberg


El cabo de Hornos, ahí donde América termina por el sur, es considerado entre los marinos como uno de los mares más difíciles del mundo porque a esa latitud el mar no tiene continente ni isla que detenga su ímpetu y por lo tanto se forman olas enormes, es una meta que persiguen año tras año los veleristas. Por el cabo de Hornos pasan algunas de las regatas más importantes del mundo y una especie de prueba de calidad que persiguen los mejores marinos.

Dos hombres, "un padre y un hijo", toman ese reto y parten hacia el extremo meridional de América para cruzar por donde sólo pocos hombres lo han hecho a bordo de una embarcación tan pequeña como la suya: menos de seis metros de eslora, que han puesto a punto: "No hay más remiendos que hacer ni nada que comprar para tenerlo todo a punto. Ha llegado el momento. Estamos listos para el cabo de Hornos. Mi cerebro ha alcanzado tal nivel de sintonía con el barco que puedo ver cuanto hemos embarcado en el Sparrow sin necesidad de moverme de mi litera." (Dan, p. 221)

Los motivos que cada uno tiene son diferentes, por supuesto:

"Cuando la escuela me fallaba, cuando tenía la impresión de que el trabajo, los amigos e incluso mis seres queridos me habían defraudado —o yo a ellos—, Seguía creyendo en el mar. Así fue cobrando forma en mi cerebro una curiosa teoría: debía compensar al mar por todos sus dones, y la única manera de saldar la deuda era adentrarme en las aguas, llegar hasta sus mismísimas entrañas, aceptar cuanto quisiera poner a mi alcance y no conformarme con el obsequio de los veranos pasados en Long Island o en la costa de Maine." (David, p. 14)

"Me da miedo pensar que tengo veinticuatro años y ya no soy un niño. No me hace ni pizca de gracia. Tengo la sensación de que si no encuentro alguna causa más grande que yo acabaré volviéndome loco.
"Al menos la luna sigue creciendo noche tras noche. Y ahora en serio, ¿por qué coño tiene que ser tan importante es de ser un adulto, de ser Daniel y no Dan? Si uno de mis mejores amigos —Joe o Glenn— me dijera: "Haz esto, Dan", si me lo pidiera en serio, lo haría. Aunque mi amigo se equivocara, el hecho de que yo le hiciese caso nos haría más fuertes a los dos. La desconfianza corroe el alma. Es un tema que me cabrea soberanamente. ¿Merece la pena morir por ser Daniel? Lo que yo quiero es una causa, una búsqueda. Hasta que la encuentre haré cualquier cosa. Como navegar, por ejemplo." (Dan, p. 40)

Navegar por uno de los mares más tempestuosos del mundo, está bien, pero ¿por qué en una embarcación tan pequeña si se pudiera hacer en una de las mejores? "Navegar significa solamente "desplazarse en el mar", por más que los seres humanos insistan en añadir: "de un sitio a otro". Por eso no me gustan los motores. La navegación a vela me obliga a aceptar lo que el océano quiera depararme." (Dan, p. 97) Además, "...este deporte exige afinar los sentidos, no afinar los instrumentos." (David, p. 142)

Esto explica el por qué a vela, pero no el tamaño de la embarcación: "...hay otro factor que inclinó la balanza a favor del Sparrow: la sensación de navegar en un barco pequeño. Dan y yo habíamos viajado desde Miami hasta West End, en las Bahamas, en un precioso Alción de menos de tres metros. En plena corriente del Golfo, parecía como si nuestro intrépido cascarón de nuez se lanzara una y otra vez en brazos del viento desde la cresta de olas de dos metros de altura. En realidad, nosotros navegábamos sobre las cabrillas que forman esas grandes olas. Cuando uno esté tan cerca del agua, cuando llega a sentir incluso las arrugas de su piel, como si fuera una astilla o una botella a la deriva, entonces, contra toda lógica, el mar se convierte en un lugar acogedor." (David, p. 44-45)

Afinados los sentidos, la pregunta acuciante a lo largo del libro no es si pasarán por el cabo de Hornos (el título lo dice ya todo) sino si la convivencia prolongada en un tan espacio reducido de un padre con su hijo no enturbiará las relaciones familiares o las de navegación, más importantes en el momento de entrar a mar picada. Un padre con su hijo... pero es el hijo quien funge como capitán del Sparrow y el padre quien debe adaptarse a las decisiones que él tome.

"El viaje de un navegante empieza cuando suelta las amarras que lo atan a tierra firme y se rinde al paisaje azul que lo rodea." (Dan, p. 64) Y su viaje inicia en New London y cruza el Canal de Panamá pero es hasta el Pacífico que se sienten que han partido "a la manera de Conrad":

"Partir ha sido siempre un acto solemne de navegación. No importaba que un barco hubiera abandonado su puerto de origen horas antes; ni siquiera que hubieran transcurrido ya días enteros desde que se hizo a la mar; para los marineros de antaño, una travesía no daba comienzo hasta que la costa desaparecía a lo lejos y su barco ponía rumbo al sur... Quizá la partida se produce cuando el puerto deja de ser una referencia para el profesional, aunque este momento coincida con el último avistamiento de tierra firme... No parten los barcos; parte el marino al determinar las coordenadas de la primera cruz que marcará a lápiz sobre la carta de navegación, la misma carta en que otras cruces señalarán la posición del barco a mediodía mientras dure el viaje..." (Joseph Conrad, El espejo de mar, cit. en p. 126)

Galápagos e Isla de Pascua son los dos puntos donde hacen escala antes de viajar hacia el sur, hasta donde tierra firme termina. "El cabo de Hornos es nuestro próximo destino. Me hace ilusión y, a la vez, me da miedo. No tengo intención de palmarla, pero muy pocos barcos tan pequeños como el nuestro han conseguido doblar ese cabo. ¿A quién se le ocurre ir por propia voluntad al rincón más hostil del planeta? Ver la fuerza desatada de los elementos es algo impresionante. No cambiaría por nada del mundo las grande solas con sus crestas de espuma: me paso horas enteras viendo cómo sale el sol por detrás de ellas." (Dan, p. 204)

La travesía por el Pacífico había sido normal hasta entrar en esa zona de océano abierto: "Día 159. El barómetro ha bajado en picado de 1,026 a 1,012 milibares en veinticuatro horas. Eso es mala señal. El cielo no está como debería y el viento no justifica el tamaño de las olas. Estoy impaciente y asustado a la vez. Nunca he tenido que capear un temporal en lo que llaman "los locos grados cuarenta". El Sparrow no para de dar bandazos." (Dan, p. 230)

El día 6 de enero de 1985, el Sparrow dobla el Cabo de Hornos: "El cabo de Hornos es, en realidad, tres cosas diferentes: la isla [Diego Ramírez], el estrecho de Drake (es decir, el agua que rodea la roca) y la travesía." (David, p. 265). Pese a tener buen tiempo, el tamaño de las olas hace que el Sparrow se ladee lo suficiente como para que Dan caiga al agua. "Ayer por la noche, cuando volcamos y caí por la borda, no pensé en mí, sino en el barco... Ayer sólo quería volver al barco para ayudar al Sparrow. Ya sé que, sin el barco, yo tampoco habría podido sobrevivir... Pero he descubierto que entre barcos y hombres se establece un vínculo tan fuerte que puede llegar a convertirse en amor y determinación." (Dan, p. 271)

"El cabo de Hornos nos señalaba el norte. Retrocedí un paso para colocarme detrás de Dan. Pocos hombres habían logrado montar aquel cabo en un barco tan pequeño, y él merecía estar delante. Habíamos vuelto al Atlántico. Amanecía. Entre nosotros y el cabo de Hornos, miles de petreles aleteaban y se lanzaban en picado..." (David, p. 267-268) "Mientras estuvimos en las Galápagos, marqué a fuego sobre una placa de madera de teca la inscripción "Sparrow, 1984". Quería dejarla en Post Office Bay, pero al final tuvimos que pasar de largo. Anoche, al empezar mi guardia, la subí a cubierta con la intención de lanzarla al mar cuando pasáramos ante cabo de Hornos, pero una ola se la llevó un poco antes, cuando estuvimos a punto de zozobrar. El mar se la llevó por cuenta propia." (Dan, p. 271)

El retorno a "casa" es como todos los viajes importantes: "Estar de vuelta en casa significa encontrar el llavero y no reconocerlo. Se me ha olvidado para qué sirven las llaves." (Dan, p. 324) Y al final, padre e hijo tienen sus propias conclusiones:

"Veo que no he perdido las ganas de hacer más y de ir más lejos. Y ahora sé que nunca las perderé. Nunca renunciaré a mis deseos, mis caprichos ni mis fantasías a cambio de razones que justifiquen mi cobardía." (Dan, p. 325)

"Uno se hace a la mar en busca de aventura, pero el recuerdo que acaba atesorando es el de la belleza de los elementos." (David, p. 332)

Narración llena de relatos divertidos, quizá la más importante sea aquella donde platican acerca de escribir el libro:

"—Oye, si vamos a escribir un libro sobre la travesía, tendremos que buscar un lado heroico.
"—¿Y si dijéramos que éramos espías?
"—Ya lo había pensado, pero entonces me vería obligado a matarte.
"—Y cuando tuvimos que hinchar el bote soplando?
"—Papá, queremos que nos consideren héroes, no imbéciles." (p. 330)

Además de ser el relato de una travesía importante en mar, es también un libro en donde dos hombres demuestran que dos generaciones pueden coincidir para lograr un objetivo común y seguir unidos el resto de sus vidas más estrechamente aún.



 



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