La espeleología es una ciencia que estudia las cavernas desde diferentes áreas. Viene del griego "spelaion" que significa caverna y de "logos" que es un tratado. Engloba la hidrología, la topografía, la geología y además puede incluir la exploración y topografía de cuevas vírgenes. Sin embargo, la espeleología moderna puede dejar de lado la ciencia para ser netamente un deporte y visitar cuevas de gran profundidad y alto nivel técnico.
La espeleología como deporte (y no el espeleísmo) se crea a partir de distintos factores. Puede ser la emoción, el reto, el placer deportivo o los descubrimientos naturales o ecológicos. Pueden buscarse tantos objetivos o satisfacciones deportivas como se desee: superar nuevos retos, impulsar la competencia, alcanzar logros individuales. Hay tantos grupos que hacen espeleología deportiva como hay variedad de argumentos para bajar a las cuevas.
Considerado, de cierta manera, como un deporte de riesgo, la espeleología deportiva debe de cubrir con ciertos criterios que la hagan confiable. No es suficiente sólo el atractivo que representa descender a cuevas y sótanos. Es necesario contar con el respaldo de un grupo que demuestre una correcta formación o escuela, que los instructores estén actualizados y capacitados, que se cuente con la infraestructura adecuada para aprender y desarrollarse y que se esté abierto al aprendizaje e innovación en cuanto a técnicas. Más importante que eso, se necesita rigurosidad y cuidado pues por igual, todos estamos expuestos a un accidente.
La Asociación de Montañismo y Exploración de la UNAM, dependiente de la Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas, tiene como uno de sus objetivos el reto deportivo. A los universitarios, concentrados en ese sentido (sin descuidar la parte científica de la espeleología) nos motiva el reto de representar a la Universidad Nacional. Nos sentimos muy unidos y vinculados con la institución.
Nuestros más importantes logros deportivos como grupo han sido el descenso a dos sótanos de mil metros de profundidad. La UNAM realizó el primer reto en 1993 al alcanzar la cima del Sótano de Ocotempa (Pozo Verde), en la Sierra Negra de Puebla, con 1,075 m de profundidad. Fue la primera expedición 100% mexicana que alcanzó este límite. Participaron 20 espeleólogos universitarios y uno del Instituto Politécnico Nacional.
En 1997 nació el proyecto Akemati 1998, planeado para la Semana Santa de ese mismo año y motivado por el éxito de la expedición a Pozo Verde en 1993.
El sótano de Akemati es más complejo que el sótano de Ocotempa y por lo tanto requería de más atención y preparación. Ese evento fracasó en llegar a la cota de mil metros debido a diversos factores: desorganización interna, problemas burocráticos, desinformación acerca de la ubicación y características del sótano, poca, experiencia de las nuevas generaciones de espeleólogos en sótanos de más de 600 metros de profundidad, pocos armadores, muchos participantes (cerca de 38 personas) y en lo general, una mala logística. Hubo un desgaste motivacional y económico.
El grupo regresó a México con la firme convicción de volver a Akemati para conseguir su objetivo. Se regresó en la Semana Santa de 1999, ahora con las siguientes modificaciones tomadas de la experiencia anterior:
Hubo una rigurosa selección técnica, física y psicológica de los participantes. Al restringirse el número de participantes, se creó un ambiente de competencia por los lugares disponibles, lo que elevó en gran medida el nivel técnico, físico y psicológico de los espeleólogos universitarios. La logística fue mejorada sustancialmente. Hubo apoyo de algunas empresas patrocinadoras que ayudaron a completar el equipo tanto del grupo como el personal (Vertimanía, Ricolino, Bimbo, Herramientas Bosch).
Esa vez, el Grupo Espeleológico Universitario logró su objetivo: llegar a la sima de Akemati a más de 1,080 metros de profundidad y ser el único grupo mexicano que lo ha logrado. Continuamos buscando objetivos que superar en nuestro grupo, pues nos entusiasman los retos.