Expedición de reconocimiento al Everest, 1951
10 abril 1999
Después de que la frontera tibetana se cerrara para las expediciones que queríanllegar a la cumbre del Everest, la vertiente del Nepal quedó abierta y Eric Shipton, Edmund Hillary y otros expedicionarios exploraron el lado sur para encontrar la que fuera después la ruta de ascenso en 1953. Un libro en donde se muestra que la alta montaña tiene más que sólo subir montañas: tiene exploración.
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GALERÍA
Este es un libro de fotografías, y la breve relación de la expedición está destinada solamente a servir de marco a las mismas. Ningún conjunto de fotografías puede proporcionar más que una visión imperfecta de algunops aspectos del país que intenta reproducir. Hay tanto, y desgraciadamente tanto esencial, que no puede representarse: la sensación de espacio y soledad en un alto campamento de glaciar por la noche; la claridad de la atmósfera, lavada por la lluvia, cuando el sol matinal entra a raudales en un valle arbolado; una fantasía lunar en las inconmensurables profundidades de lña garganta del Rongshar; estas cosas deben dejarse a la imaginación.
La región del Everest es de extraordinarios contrastes. En un radio de 30 kilómetros desde la cumbre, se da toda la variedad imaginable de terreno montañoso; familiar para los que han seguido los relatos de las primeras expediciones en la alta meseta desértica del Norte, ocre y rojo, con sus ásperas y solitarias montañas y sus casquetes árticos de hielo en miniatura [sic]; al sureste, los glaciares se hunden en valles de densa jungla tropical; al suroeste encontramos alpes encantadores, tales cmo Thyangbohci y Jhumjung, encaramados al borde de profundas gargantas, con herbosos claros y apacibles bosques de pinos, abedules y rododendros.
El carácter de los picos es igualmente variado. El Everest mismo es parte del paisaje tibetano, frío, cruel, impersonal. De norte a sur, a pesar de la austera sencillez de su contorno, su forma es inconfundible; plantado cuadrangularmente, es un monumento de fuerza maciza. Makalu y Chomo Lonzo son montañas típicamente himalayas, esbeltas y ditantes, con sus afiladas y enormes aristas completamente remotas con respecto a todo lo que les rodea. Los picos de encima de los valles del Khombu, Ama Dablam, Taweche y docenas más, son delicadas agujas. En ellas parece que, debido al viento monzón húmedo y a los rayos directos del sol, el hielo se adhiere a las laderas de prodigiosa inclinación, ocultando la roca. Agentes desconocidos tallan el hielo formando delicados calados de perfecta simetría. En el marco de las oscuras paredes de un cañón o elevándose sobre los bosques coloreados por el otoño, los picos son increíblemente bellos.
[Lo que a continuación presentamos es una selección de las fotografías presentadas en el libro de Eric Shipton]
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