Por Erika Uribe
Tras ser sometido a dos operaciones en menor de un mes, al montañista Yuri Contreras finalmente le fueron amputadas dos falanges distales del dedo anular y meñique de la mano derecha, debido al congelamiento que sufrió durante su ascenso al Everest por el Collado Sur.
Contreras, de 33 años de edad, sufrió graves quemaduras ocasionadas por el frío mientras filmaba su hazaña, concretada el 27 de mayo, que lo convirtió en el primer montañista latinoamericano en conquistar al coloso por su cara [sic] Norte y Sur.
Aunque a su regreso de la montaña el también triatleta y exmaratonista aseguraba que sería amputado hasta 1998 y que de momento sólo se sometería a un injerto a fin de restaurar el tejido dañado. EL primero de julio inició lo que en su momento calificó como la “factura de la hazaña”.
“La primera operación con microcirugía fue el primero de julio, en la que me amputaron las falanges distales del dedo anular y meñique de la mano derecha; después me pegaron la mano debajo de la piel del pecho para colocar unos injertos torácicos.
“Esto para que la piel cubriera el muñón y hueso del quinto y cuarto dedo. Así estuve tres semanas y el 23 de julio me retiraron los dedos y me suturaron las heridas del pecho y los dedos”, dijo.
Pese a haber sido intervenido quirúrgicamente hace una semana, el montañista planea ya su próxima salida al Cho Oyu y al Ama Dablam.
“El objetivo de estas expediciones, cuya salida planeo para el 27 de agosto, es prepararme para buscar en junio de 1998 la cima del K2, la cual no busco para establecer un récord ni nada de esas cosas, porque para mí sigue siendo todo un reto personal”, añadió.
El también cirujano ortopedista, quien aseguró seguir desempeñando su labor como de costumbre, añadió que en marzo, previo a su salida rumbo al K2, escalará en hielo en Canadá.
“Vivir implica un riesgo, alcanzar los objetivos implica un riesgo… muchas veces andamos en busca de una excusa para no arriesgarnos, para no encontrar lo que tanto queremos.
“En mi caso esto (la amputación) podría ser una excusa para no volver, pero más bien es un aviso de que hay que hacer las cosas con más cuidado”, agregó el montañista.
Reforma
31 de agosto, 1997