Tiene el Everest algo de misticismo.

Es la montaña mágica.

Y si el alpinismo es una expresión más de la creatividad humana, aquellos montañistas que se aventuran a conquistar cualquier altura tienen siempre como anhelo a la más grande y enigmática de las cumbres en este globo tres cuartas partes llamado Tierra.

Cuentan los experimentados escaladores que el alpinismo de altura no colecciona cumbres. Y advierten que la logística invade la cumbre: tecnología al servicio del cliente que desee caminar por sus nevados senderos. Cuerdas fijas, escaleras, rutas preestablecidas por un numeroso grupo de sherpas que harán más sencilla la aventura, son innovadores elementos alrededor de la montaña.

Quizá sea más sencillo escalar al Everest.

Pero la experiencia, el fin, es el mismo: sentirse por segundos el ser humano más elevado en la Tierra.

Tener, el-mundo-a-tus-pies.

El Universal

Julio 23, 1997