Carlos Hernández. “La vida es para vivirla. Mi forma de vivirla es en la montaña y estoy consciente de los riesgos”, exclamó el alpinista mexicano Carlos Carsolio al regresar ayer al país, después de sumar una cumbre y restar un compañero en su expedición Himalaya 97.
Carsolio y los eslovenos Tomaz Humar y Janez Jeglic lograron el primer ascenso por la pared noreste del Lobuche East (6 mil 119 metros), que “permanecía sin escalar debido a su alto nivel técnico”. El ascenso fue realizado en dos días y la cumbre se logró el 30 de septiembre.
Buscaron después la cima del Nuptse (7 mil 800 metros) por la pared oeste, pero el mexicano observó “condiciones muy peligrosas” y decidió regresar a Katmandú, mientras Tomaz y Janez sí lo intentaron y lo consiguieron el 31 de octubre, después de 4 días de ascenso.
Se escribió en la bitácora de la expedición: “Cuando Janez llegó a las 2:15 pm a la cumbre y comunicó el éxito era azotado por un terrible viento, la cornisa cedió bajo el peso de Janez, cayendo éste hacia el precipicio de 2 mil metros de la pared sur. 15 minutos más tarde, al arribar Tomaz a la cumbre, se encontró con un walkie talkie tirado y una cornisa rota… tomaz logró desescalar la pared y sobrevivir. El cuerpo de Janez no fue encontrado después de su abrupta caída. Su muerte es un fuerte golpe para el alpinismo mundial, ya que fue uno de los mejores alpinistas de la historia. Su pérdida es muy dolorosa tanto para sus dos pequeñas hijas como para su esposa, quien espera un bebé.”
Explicó Carsolio: El alpinismo es un deporte de sobrevivencia y yo he sobrevivido. Lo más importante es plantearme retos realistas, porque la montaña no permite un solo error.”
Sólo cuando escaló las 14 montañas de 8 mil metros, Carsolio perdió 9 compañeros alpinistas. Sin embargo, no lleva un recuerdo total en su larga carrera. “Han sido muchas pérdidas, prefiero no pensar en eso. El alpinismo es una actividad de riesgo controlado, por eso es importante saber decir no, para que después la vida te dé otra oportunidad.”
Por eso, porque sabía de su peligrosidad, Carsolio decidió financiar por su cuenta esta empresa a un costo de unos 20 mil dólares. “No quería ir con ninguna presión del patrocinio, porque sabía que era un riesgo extremo”, dijo, y se explica así que su chamarra luzca sin anuncios, sólo con una bandera de México.
—¿El alpinismo es retar a la muerte?—No. Es vivir —,dice apenas y se va a su casa, cargando sus dos pequeños hijos, al lado de su esposa Elsa.
La Jornada
7 de noviembre de 1997
