{"id":23135,"date":"2013-01-03T13:40:47","date_gmt":"2013-01-03T19:40:47","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/?p=23135"},"modified":"2013-01-06T13:41:51","modified_gmt":"2013-01-06T19:41:51","slug":"reflexiones-sobre-una-visita-reciente-al-iztaccihuatl","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2013\/reflexiones-sobre-una-visita-reciente-al-iztaccihuatl\/","title":{"rendered":"Reflexiones sobre una visita reciente al Iztacc\u00edhuatl"},"content":{"rendered":"
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El Iztacc\u00edhuatl es la monta\u00f1a m\u00e1s emblem\u00e1tica de M\u00e9xico: con forma de una mujer acostada, la palabra Iztacc\u00edhuatl proviene del n\u00e1huatl Iztac (blanco) y C\u00edhuatl (mujer). Para los nahuatlacas que poblaron la zona de lo que ahora es una de las ciudades m\u00e1s habitadas del mundo, no era m\u00e1s que una mujer blanca. Sin embargo, a alg\u00fan poeta al Iztacc\u00edhuatl le hac\u00eda falta la parte rom\u00e1ntica y entonces cre\u00f3 lo que se conoce como “La leyenda de los volcanes” en que un guerrero (el Popocat\u00e9petl) vela a su amada en su sue\u00f1o eterno. Pocos de quienes quieren subir el Iztacc\u00edhuatl se fijan en estos detalles, salvo por lo que representa: una monta\u00f1a bella.<\/p>\n

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Yo visit\u00e9 por primera vez el Iztacc\u00edhuatl en 1972 y eso gracias a un comentario que hizo una mujer monta\u00f1ista a nuestro gu\u00eda cuando se encontraron en el cercano pueblo de Amecameca: “\u00bfEl Popocat\u00e9petl? Eso es para principiantes. Mejor vengan con nosotros al Iztacc\u00edhuatl”. Para m\u00ed era la<\/em> oportunidad y no hab\u00eda que desperdiciarla. Si bien ten\u00eda poca experiencia, saberme entre monta\u00f1istas experimentados que consideraban al Popocat\u00e9petl como una monta\u00f1a para principiantes, me hac\u00eda sentir muy seguro.<\/p>\n

Con el paso del tiempo, esa sensaci\u00f3n no se ha borrado del todo pero he visto cambios importantes en el volc\u00e1n (o, como dicen algunos: “la volcana”). Hace unos d\u00edas visit\u00e9 de nuevo el Iztacc\u00edhuatl y vi algunas cosas que quiero dejar plasmadas, a riesgo de considerarse memorias personales. Tratar\u00e9 de que no lo sean (mucho).<\/p>\n

Cambios f\u00edsicos<\/strong><\/p>\n

Cuando ten\u00eda seis a\u00f1os de edad, jugaba en el patio de la casa de la abuela y algo llam\u00f3 la atenci\u00f3n como para olvidarme de los juegos. “Es el Iztacc\u00edhuatl”, respondieron a mi pregunta. Era una monta\u00f1a blanca, enorme, limpia. Me qued\u00e9 vi\u00e9ndola un buen rato. Hasta varios a\u00f1os despu\u00e9s sucedi\u00f3 mi primera visita y ascenso a sus diferentes cumbres. Me sorprendi\u00f3 la gran vastedad de nieve y hielo, las paredes rocosas que asomaban de vez en cuando, ese gran mar blanco que era la Panza y que uno ten\u00eda que cruzar para luego subir una peque\u00f1a cresta y llegar a otra planicie blanca, siempre blanca y extensa hasta perderse de vista en el vac\u00edo que eran sus flancos. El Pecho no era la representaci\u00f3n de una cumbre en s\u00ed, pues no hab\u00eda un pico al cual llegar, pero s\u00ed que sorprend\u00eda ese espacio blanco, fr\u00edo, extenso.<\/p>\n

A\u00f1os despu\u00e9s escal\u00e9 en solitario la pared norte de la Cabeza, las famosas Inescalables, que ten\u00edan una gran consistencia por el hielo que hab\u00eda ah\u00ed; m\u00e1s adelante, la noroccidental al Pecho e incluso los Glaciares Orientales. Una experiencia maravillosa llegar a la cumbre del Iztacc\u00edhuatl por una pared vertical de hielo. O subir por el Colador de Ayoloco, que entonces era una pared de hielo en la que pod\u00edas pasar hasta cuatro largos de cuerda para llegar a la salida.<\/p>\n

En esta ocasi\u00f3n, esas dos superficies de hielo blancas e infinitas, eran s\u00f3lo unas peque\u00f1as manchas que est\u00e1n a punto de extinguirse. Los glaciares han ido desapareciendo poco a poco. Si antes uno llegaba a la Panza y segu\u00eda pr\u00e1cticamente por terreno plano para luego subir una pendiente y llegar al Pecho, ahora hay que subir y bajar varias veces. Bajar a la Panza, porque el glaciar ha disminuido considerablemente de espesor. Subir una cresta y otra hasta llegar ese lugar donde estaba el Pecho. Pero ahora hay que bajar a ese glaciar y subir para legar a la cumbre verdadera.<\/p>\n

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Las paredes de hielo que representaban un reto t\u00e9cnico para los monta\u00f1istas de hace d\u00e9cadas (la Rampa de O\u00f1ate, los Glaciares Orientales, el Ojo de Ballena, la ruta noroccidental al Pecho), ya no existen. Las Inescalables dejaron de ser un objetivo por el peligro que supon\u00eda acercarse siquiera a la pared. En 1972 vi una enorme torre de hielo, como esas que le presentan al vidente en alguna pel\u00edcula: una torre alta, vertical, exclusivamente de hielo. Ahora no existe m\u00e1s que la pared donde estaba recargado ese glaciar.<\/p>\n

La belleza de la monta\u00f1a sigue ah\u00ed, pero no es ya lo extremadamente hermosa que era.<\/p>\n

Cambios importantes, pero no tan visibles<\/strong><\/p>\n

Cuando comenzaba en el monta\u00f1ismo de altitud, se encontraba siempre con gente, casi siempre los mismos. Al cabo de un a\u00f1o, ya conoc\u00edas a todos los monta\u00f1istas “de verdad”. Cuando inici\u00f3 la d\u00e9cada de 1980, el monta\u00f1ismo comenz\u00f3 a sufrir una transformaci\u00f3n que ya no se detendr\u00eda: se volvi\u00f3 masivo. Aun as\u00ed, se pod\u00eda distinguir entre los buenos monta\u00f1istas y aquellos que no lo eran, aunque la palabra degener\u00f3 pronto en una especie de fobia hacia los principiantes. La palabra con que se design\u00f3 a \u00e9stos \u00faltimos era peyorativa: “gamberros”. Se dec\u00eda que todo lo hac\u00edan mal, desde llevar mal equipo hasta no saberlo usar.<\/p>\n

Ellos mismos no ten\u00edan la culpa. La mayor\u00eda de los monta\u00f1istas ha comenzado siempre por salir ellos mismos y poco a poco se van superando, sea porque tuvieron la gran fortuna de salir con alguien experimentado o tomar un curso, que era exclusivamente para “los elegidos” (que no es cierto, pero eso se piensa a\u00fan). Lo que s\u00ed fue un hecho es que el mundo “inmaculado” que sol\u00edan visitar los monta\u00f1istas fue “invadido” y eso no lo perdonaban aquellos que llevaban mucho tiempo en ello y hablaban de cierta m\u00edstica (que nunca hubo).<\/p>\n

Este aumento en n\u00famero de visitantes a los volcanes se vio reflejado no s\u00f3lo en el n\u00famero de personas que hab\u00eda en la monta\u00f1a, sino tambi\u00e9n en el arraigo de actitudes que ahora est\u00e1 costando mucho trabajo erradicar. Como ejemplos:<\/p>\n