{"id":20056,"date":"2012-08-11T19:05:14","date_gmt":"2012-08-12T01:05:14","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/?p=20056"},"modified":"2012-08-11T19:05:14","modified_gmt":"2012-08-12T01:05:14","slug":"ideas-para-el-principiante-en-alpinismo-segun-eric-shipton","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2012\/ideas-para-el-principiante-en-alpinismo-segun-eric-shipton\/","title":{"rendered":"Ideas para el principiante en alpinismo, seg\u00fan Eric Shipton"},"content":{"rendered":"
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Es, desde luego, imposible dar una explicaci\u00f3n satisfactoria de los impulsos que nos mueven a practicar un deporte cualquiera. En toda actividad humana el motivo predominante var\u00eda con el temperamento de los individuos. El alpinismo proporciona saludable ejercicio en un agradable escenario, un sentimiento de satisfacci\u00f3n en vencer dificultades, el gozo, similar al de la danza, de un movimiento r\u00edtmico y bien dirigido, un estimulante contacto con el peligro, abundancia de bellos paisajes y una liberaci\u00f3n de las fatigosas restricciones de la vida moderna.<\/p>\n

El experto gusta de practicar o exhibir su destreza. Hay quien confiesa haber sido llevado al monta\u00f1ismo por un sentimiento de inferioridad engendrado por su fracaso en el colegio en dar a una pelota con suficiente fuerza y punter\u00eda. Es probable que estos motivos sean suficientes en s\u00ed mismos, y sin duda constituyen la base de muchos otros deportes.<\/p>\n

Pero la profunda entrega a un empe\u00f1o activo cualquiera supone generalmente la persecuci\u00f3n de un fin distinto. En el caso del alpinismo, es una especie de identificaci\u00f3n personal con las monta\u00f1as mismas, que nace de una \u00edntima comprensi\u00f3n y de una pugna vigorosa, y que trae consigo una abundancia de filos\u00f3ficas satisfacciones.<\/p>\n

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A mi modo de ver, la atracci\u00f3n consiste sobre todo en el recuerdo de estos raros momentos de \u00e9xtasis espiritual que se producen tal vez en la cima de un monte, tal vez en un glaciar a la incierta luz del alba o en un vivac iluminado por la luna, y que parecen ser el resultado de una coincidencia de ritmo entre esp\u00edritu y paisaje. Desde luego estos momentos no son privativos del monta\u00f1ismo; pueden ocurrir en un desierto, en el mar o en cualquier otro sitio.<\/p>\n

Esta exaltaci\u00f3n del sentimiento es m\u00e1s frecuente, supongo yo, y se da en circunstancias m\u00e1s normales en el esp\u00edritu de los artistas creadores, pero yo dir\u00eda que las personas ordinarias la encuentran sobre todo en el contacto pr\u00f3ximo con la naturaleza.<\/p>\n

El alpinismo es un arte en el mismo sentido que lo son la navegaci\u00f3n, la equitaci\u00f3n o la caza mayor. El dominio a fondo de cada una de estas actividades requiere una combinaci\u00f3n de destreza t\u00e9cnica, conocimiento y experiencia. Es posible llegar a dominar el arte de gobernar una embarcaci\u00f3n en las r\u00edas de Norfolk y sin embargo no saber nada de la navegaci\u00f3n en sus aspectos m\u00e1s amplios, como la de altura [N. del E. navegaci\u00f3n de altura es la que se hace en alta mar, sin ver tierra firme. La posici\u00f3n de la embarcaci\u00f3n se puede determinar s\u00f3lo por objetos celestes o GPS<\/em>]; montar bien a caballo sin ser un jinete experto, o cazar tigres e ignorar todo lo referente a la vida de la selva.<\/p>\n

Mucha gente, debido a las circunstancias o a sus propias inclinaciones, se da por satisfecha con este contacto superficial. Similarmente, quien se haya limitado a escalar monta\u00f1as siguiendo los pasos de un gu\u00eda en un terreno bien conocido est\u00e1 a\u00fan muy lejos de poseer el arte completo del alpinismo.<\/p>\n

El deporte de la escalada tal como lo entendemos hoy empez\u00f3 hacia mediados del siglo pasado [N. del E.: siglo XIX<\/em>]. Mucho antes de esta fecha se hab\u00edan escalado monta\u00f1as, pero los motivos para ello parecen haber sido similares a los que el gran p\u00fablico atribuye a los presuntos escaladores del Everest: el honor nacional y alg\u00fan rec\u00f3ndito objetivo cient\u00edfico.<\/p>\n

No fue hasta despu\u00e9s de 1850 que la gente empez\u00f3 a trepar por las alturas de los Alpes como un deporte y por simple recreo. Como es natural, al principio el objetivo era escalar los grandes picos por el camino m\u00e1s f\u00e1cil y cruzar los pasos altos. Luego, al ir disminuyendo el n\u00famero de picos a\u00fan no vencidos y al irse desarrollando la t\u00e9cnica monta\u00f1era, el inter\u00e9s empez\u00f3 a centrarse menos en las cumbres mismas que en las grandes paredes y sierras.<\/p>\n

Hoy no s\u00f3lo se han escalado todos los picos de los Alpes, sino casi todas las sierras y vertientes, y el alpinista que se proponga nuevas conquistas debe dirigirse hacia cordilleras m\u00e1s lejanas en algunas de las cuales el campo es pr\u00e1cticamente ilimitado.<\/p>\n

Pero a\u00fan con todo esto, los Alpes siguen proporcionando oportunidades tan buenas como las de cualquier otra cordillera del mundo. Y no hay ninguna que ofrezca un campo de entrenamiento tan bueno para los monta\u00f1eros. La raz\u00f3n de esto consiste en la combinaci\u00f3n de tres factores: variedad, accesibilidad y experto en asesoramiento. All\u00ed se encuentran todos los tipos de escalada, desde los pin\u00e1culos rocosos de los Dolomitas a los grandes precipicios de hielo del Mont Blanc. Los montes mismos son tan apacibles y tan bien provistos de hoteles y refugios, que se puede dedicar la mayor parte del tiempo a la escalada propiamente dicha.<\/p>\n

Adem\u00e1s, el tama\u00f1o de los picos es el exactamente adecuado desde el punto de vista monta\u00f1ero; cualquiera que disponga de quince d\u00edas de vacaciones puede ir a un refugio y, por poco atractivo que sea, hacer una docena de escaladas. Es, pues, evidente que las facilidades de hacer pr\u00e1ctica y entrenarse son all\u00ed mucho mayores que las que ofrece el Himalaya, por ejemplo, donde s\u00f3lo el llegar al pie de los montes cuesta semanas, aparte del penoso trabajo de establecer campamentos de altura y los desagradables efectos del enrarecimiento atmosf\u00e9rico.<\/p>\n

Por \u00faltimo, en casi todos los distritos alpinos pueden encontrarse gu\u00edas expertos; este hecho y el gran n\u00famero de escaladores que hay all\u00ed, contribuyen a fijar un nivel de calidad muy elevado.<\/p>\n

Para el novicio, s\u00f3lo hay dos caminos buenos de iniciaci\u00f3n al monta\u00f1ismo. Uno consiste en aprender los rudimentos de un aficionado experto; el otro, contratar un gu\u00eda profesional. El primer m\u00e9todo es el m\u00e1s satisfactorio en muchos aspectos. Con demasiada frecuencia al gu\u00eda s\u00f3lo le interesa terminar la escalada cuanto antes; al novicio le es dif\u00edcil imponerse, y se expone mucho a no hacer otro papel que el de un simple pasajero.<\/p>\n

Es tambi\u00e9n normal que el gu\u00eda conduzca por un terreno que le es completamente familiar, de modo que el elemento de exploraci\u00f3n, que es uno de los aspectos m\u00e1s serios y sin disputa el m\u00e1s atractivo del monta\u00f1ismo, queda para \u00e9l fuera de cuesti\u00f3n.<\/p>\n

En los primeros d\u00edas del monta\u00f1ismo, cuando los Alpes eran relativamente poco conocidos, estos inconvenientes de los gu\u00edas eran mucho menos graves, y las relaciones entre gu\u00eda y cliente no estaban tan comercializadas como hoy. Acaso sea \u00e9sta una de las razones que explican que los precursores siguieran tanto tiempo escalando con gu\u00edas; ellos segu\u00edan ejerciendo una funci\u00f3n importante en el equipo, y no eran tratados ni mucho menos como un fardo que hay que subir y bajar en el menor tiempo posible.<\/p>\n

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Pero no es f\u00e1cil entender por qu\u00e9 el gu\u00eda sigui\u00f3 siendo considerado durante tanto tiempo como un elemento indispensable. Hubo una \u00e9poca en que los escaladores sin gu\u00edas eran mirados como contumaces herejes tarde o temprano destinados a acabar mal. Parec\u00eda haber algo de taumat\u00fargico en el poder del gu\u00eda. Los accidentes sufridos por grupos sin gu\u00eda eran objeto de ce\u00f1udas cr\u00edticas, y atribuidos a imprudencia temeraria; cuando los sufr\u00eda un gu\u00eda, se les consideraba como desgracias fuera del alcance de la previsi\u00f3n humana.<\/p>\n

No hay duda que la experiencia de un gu\u00eda de la localidad represente una considerable garant\u00eda, pero exigir que cada grupo de escalada posea un perfecto conocimiento del terreno ser\u00eda imponer tales l\u00edmites al campo del monta\u00f1ismo que \u00e9ste perder\u00eda la mayor parte de su encanto. Como no pod\u00eda menos, este prejuicio contra las excursiones sin gu\u00eda acab\u00f3 por desaparecer. Poro a poco se fue abriendo paso la idea, no s\u00f3lo de que un amateur<\/em> puede llegar a dominar su especialidad, sino que le es indispensable intentarlo si quiere gustar todos los goces.<\/p>\n

El tipo corriente de gu\u00eda alpino tiene sus limitaciones. Cuando un hombre se ha pasado la vida escalando en el mismo distrito, adquiere una gran seguridad en estos picos concretos y tiende a confiar s\u00f3lo en su memoria en un terreno que ha recorrido tantas veces. Se le atrofia el instinto de descubrir caminos en un lugar desconocido.<\/p>\n

Las dificultades que se encuentran al escalar un pico por segunda vez son s\u00f3lo una peque\u00f1a parte de las que hubo que vencer en la primera; si uno lo escalara cincuenta veces, el procedimiento se convertir\u00eda casi en autom\u00e1tico, con la consiguiente atrofia de las facultades monta\u00f1eras. El aficionado experimentado, aunque sea inferior a un gu\u00eda normal por la falta de entrenamiento continuo durante toda la vida, le lleva una gran ventaja en otro aspecto; como hace la gran mayor\u00eda de sus excursiones por terrenos nuevos, su experiencia en afrontar situaciones imprevistas est\u00e1 en constante desarrollo, y su capacidad de explorador monta\u00f1ero crece al comp\u00e1s de su calidad de escalador. Es m\u00e1s, cada tipo de monta\u00f1a aporta modificaciones en su t\u00e9cnica.<\/p>\n

Por ejemplo, un alpinista que todo el tiempo haya escalado el s\u00f3lido granito de las Aiguilles de Chamonix, seguramente se encontrar\u00e1 perdido en las desmenuzables rocas del Delfinado, y un escalador en el Delfinado tiene pocas oportunidades de adquirir la destreza gimn\u00e1stica que exigen las Aiguilles. Son muchos los gu\u00edas buenos que han decepcionado a sus clientes al sacarlos fuera de sus distritos nativos.<\/p>\n

Pero estas cr\u00edticas no son aplicables a los gu\u00edas realmente grandes \u2014y los hay y los ha habido muchos\u2014, que siempre aventajar\u00e1n al mejor aficionado en la mayor\u00eda de aspectos de su arte. En alpinismo, como en cualquier otra actividad, las cumbres de la perfecci\u00f3n son alcanzadas por los profesionales. Por esta raz\u00f3n, h\u00e1yase empezado con aficionados o con profesionales, la experiencia de escalar con un gu\u00eda de gran clase forma una parte importante de la educaci\u00f3n de un alpinista.<\/p>\n

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Eric Shipton. Por las cumbres. Escaladas en tres continentes<\/em>. 1962. Editorial Juventud, Barcelona. 224 p\u00e1ginas. s\/ISBN. P\u00e1ginas 26-30<\/p>\n<\/blockquote>\n

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