{"id":13552,"date":"2008-09-27T00:00:00","date_gmt":"2008-09-27T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=13552"},"modified":"2012-05-15T14:03:16","modified_gmt":"2012-05-15T20:03:16","slug":"un_presidente_que_impulso_el_montanismo","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2008\/un_presidente_que_impulso_el_montanismo\/","title":{"rendered":"Un presidente que impuls\u00f3 el monta\u00f1ismo"},"content":{"rendered":"
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Alfredo Magnani, uno de los expedicionarios de la célebre Primera Expedición Argentina al Himalaya describe de manera excepcional al andinismo y se puede llegar a una conclusión del porque el General Perón se apasionó con tan noble deporte.<\/p>\n

Dice Magnani:<\/p>\n

“El andinismo es un deporte que en su esencia no reconoce rivalidades, practicándolo el hombre se encuentra frente a la montaña, debe desplegar todos sus recursos para domeñarla con nobleza y no son admisibles en esta actividad el récord, la competición o la lucha entre los hombres que la practican. Por el contrario, los individuos deben aunarse en su esfuerzo común, porque la montaña suele ser un enemigo demasiado formidable para derrochar las fuerzas en luchas intrascendentes”. (Dr. Alfredo Magnani. Argentinos al Himalaya<\/em>. Ed. Fluixa. Buenos Aires, 1955. Página 42).<\/p>\n

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Perón con Ibáñez y los integrantes de la expedición argentina al Himalaya<\/em><\/p>\n

Por último —y para rescatar la esencia del amor de Perón hacia la montaña y a los montañistas— extracto varios párrafos del libro de Louis Despase donde se narra el encuentro de Perón con la expedición francesa autora del primer ascenso al Fitz Roy (Chaltén), aquel fabuloso obelisco granítico cuya esfinge adorna el escudo de la Provincia de Santa Cruz.<\/p>\n

Dice Despasse:<\/p>\n

El 20 de Diciembre, a las 10:30 de la mañana, la expedición íntegra se dirige a la Casa Rosada. Estamos un poco emocionados porque, dentro de breves instantes, seremos presentados al jefe de Estado, general del ejército Juan Perón.<\/em><\/p>\n

Nos reunimos con el Ing. Hauthal, el Dr. Medina Olaechea y los Sres. Finó y Sadoun, encaminándonos entonces, al despacho presidencial.<\/em><\/p>\n

Recibidos primeramente por el presidente de la Confederación Argentina de Deportes, Dr. Valenzuela, pasamos a las 11 de la mañana —hora fijada para la entrevista— a un amplio salón escritorio donde la luz del día entra a raudales por amplias ventanas.<\/em><\/p>\n

Una persona en quien, inmediatamente reconocemos al general Perón, nos recibe con una cordialidad que, en verdad, nos desconcierta. Pero, luego de habernos hecho sentar alrededor de una gran mesa, él mismo nos explica: “Los recibo, no como jefe de Estado, sino como un montañés que desea charlar con otros montañeses, sin protocolo ni cortapisas.”<\/em><\/p>\n

En efecto, el gral. Perón es andinista: como oficial de las tropas de montaña ha recorrido la cordillera de los Andes y asimismo conoce los Alpes, en particular las Dolomitas italianas, donde estuvo destacado en misión de estudios.<\/em><\/p>\n

La fraternidad montañesa es realmente admirable y quizás única. Ella se extiende por encima de todas las fronteras y de todos los convencionalismos. El gral. Perón nos presenta esta mañana un ejemplo vívido y nos da una lección admirable.<\/em><\/p>\n

El hielo del protocolo queda roto enseguida. Le hacemos partícipes de nuestros proyectos, de nuestras esperanzas y también de nuestras preocupaciones y dificultades, sin reserva y con total franqueza.<\/em><\/p>\n

El, por su parte, nos habla de los Andes que tanto conoce, de aventuras y correrías en esas grandes montañas que estamos impacientes por ver. Nos muestra una piedra que, artísticamente montada como pisapapeles, decora su escritorio. “Es una piedra recogida en la cumbre del Aconcagua”, nos dice y dirigiéndose al Subteniente Ibáñez, pregunta:<\/em><\/p>\n

—Subteniente Ibáñez, ¿cómo es eso de que usted, que ha subido 3 veces el Aconcagua, no tiene el Cóndor de Oro? (Nota: Es un distintivo.)<\/em><\/p>\n

—Mi general. Yo estaba todavía en el Colegio Militar hace 4 años. No tengo aún los años de servicios indispensables.<\/em><\/p>\n

—Es exacto —observa riendo el general.<\/em><\/p>\n

Nos habla luego de los Alpes, que tantos recuerdos evocan en nosotros y que él conoce bien. Ante tanta gentileza y ante el calor comunicativo de sus palabras, nos sentimos totalmente dégelés (deshelados). El Presidente comprende perfectamente el francés y la conversación no languidece.<\/em><\/p>\n

—Sin duda ustedes se extrañarán de ver a un jefe de Estado hablarles así —dice, riendo siempre—. En realidad, lo que pasa es que los presidentes no suelen ser montañeses ni los montañeses presidentes. Yo reúno ambas condiciones y una explica la otra.<\/em><\/p>\n

Nos habla de la visita de nuestros compañeros Herzog y Oudot realizada meses antes y del interés con que escuchara el relato de sus proezas en el Himalaya.<\/em><\/p>\n

—Quizás Argentina pueda pronto mandar también algunos trepadores para intentar esas cumbres.<\/em><\/p>\n

Mientras conversábamos, el general Perón ha hecho concurrir a su despacho al subsecretario de Ejército, así como al Ministro de Transportes y les pide que, por vía de sus respectivos departamentos de Estado, tomen todas las medidas necesarias para proporcionarnos plena y eficaz ayuda.<\/em><\/p>\n

—Conozco las dificultades contra las cuales van a luchar. Deseo que tengan nuestra máxima ayuda para alcanzar la meta. Nosotros asumimos la responsabilidad de su viaje horizontal, hasta llegar al pié del Fitz Roy. A ustedes les toca la del viaje vertical… Es la más pesada —agrega tornándose súbitamente grave. Fraternalmente nos prodiga entonces sus consejos y nos alienta:<\/em><\/p>\n

—El Fitz Roy únicamente podrá ser vencido por medio de la cabeza. Si ustedes retornan victoriosos y se los deseo de todo corazón, daremos una gran fiesta… Si regresan vencidos, la haremos también —corrige inmediatamente, sonriéndose.<\/em><\/p>\n

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Juan Domingo Perón con la insignia del Cóndor de los Andes<\/p>\n

La entrevista toca a su fin. Más de una hora ha transcurrido sin que nos diéramos cuenta y entonces, uno tras otro, con verdadero pesar, nos despedimos del General, admirando, al pasar, un hermoso cóndor embalsamado que decora su despacho y que le fuera regalado por sus compañeros de las tropas de montaña al asumir la presidencia de la República.<\/em><\/p>\n

Estamos más confiados y más decididos que nunca. Frente a la amplia confianza que se nos ha dispensado y ante la valiosa ayuda concedida, sólo nos queda responder con una victoria.<\/em><\/p>\n

En verdad, todos los medios han sido puestos a nuestra disposición y, en los momentos más críticos, esta poderosa ayuda, esos estímulos tan cordiales, nos darán nuevos bríos.<\/em><\/p>\n

Louis Despasse. Al Asalto del Fitz Roy<\/em>. Editorial Peuser. Buenos Aires, 1953. Páginas 44-47.<\/p>\n

Perón apoyó dos expediciones al Volcán Llullaillaco (6,739 metros) en Salta, límite con Chile. En los años 50 este volcán, uno de los más altos del Planeta, era prácticamente desconocido. Con la ayuda del ejército argentino, un notable personaje, el as de la aviación alemana Hans Ulrich Rudel, ascendió dos veces a la cumbre donde se ubican las ruinas más altas del Planeta (Record Guiness<\/em>).<\/p>\n

Lo llamativo es que, durante la Segunda Guerra Mundial (donde obtuvo la máxima condecoración alemana por destruir más de 500 tanques, un crucero, un acorazado y 70 lanchas de desembarco) Rudel perdió una pierna y con una prótesis llegó a tan alta y difícil cumbre. El aviador, quien fuera prisionero de los aliados pero prontamente liberado por ser solo un combatiente, entregó a Perón una carpeta ilustrada con fotos de la expedición y de las ruinas incaicas de la ladera y de la cima. Recientemente, en el templo de la cumbre, se descubrieron tres momias de niños sacrificados por los incas, los cuales reposan actualmente en un museo salteño.<\/p>\n

Existe una anécdota donde Perón es ejemplo de fraternidad andina. Corría el año 1942 y como Inspector de Tropas de Montaña estaba en su despacho de la Avenida Santa Fe, frente al Jardín Botánico. Se apersonaron allí los capitanes Serrano y Salinas quienes buscaban información sobre un trabajo relacionado a la montaña. Lo debían presentar en la Escuela Superior de Guerra donde eran alumnos. Perón los atendió muy cortésmente y con su vasta experiencia, prácticamente les hizo el trabajo entero, quedando los capitanes muy agradecidos por tanta deferencia.<\/p>\n<\/div>\n

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\"\"Apenas he tenido tiempo de arreglar mis valijas en Buenos Aires para trasladarme a ésta (Mendoza), donde me esperaba la Dirección de Instrucción de Montaña por largo tiempo acéfala. Ahora soy montañés, actividad por la que siempre he sentido una natural inclinación. Nacido en la montaña y pasados en ella mis años juveniles, vuelvo, casi viejo, a darle lo mejor de mis energías y de mi corta experiencia militar. Por eso estoy contento aquí y gano horas a los días para mi trabajo.<\/em><\/p>\n

Carta de Perón luego de volver de un curso de alpinismo en Italia.<\/p>\n

Que Perón fue una persona con múltiples actividades es bien conocido. Su carácter y fortaleza lo llevó a distintos emprendimientos en los cuales siempre se destacó. Sin embargo, es poco conocida su afición por el montañismo, el cual moldeó su espíritu y carácter.<\/p>\n

De pequeño, en la Patagonia, vivió una infancia feliz en contacto con el aire libre, aun cuando debió soportar crudos inviernos con temperaturas de 20 grados bajo cero.<\/p>\n

Muchos años después, siendo ya un brillante oficial, es designado como veedor militar en Italia. El Ministro de Guerra le encomienda la delicada tarea. Corría el año 1939 y los actos desencadenantes de la Segunda Guerra Mundial se aproximaban al clímax. El conflicto era inminente e irreversible.<\/p>\n

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Juan Domingo Perón<\/em><\/p>\n

La estadía se prolongó desde Febrero de 1939 hasta fines de 1940. Perón integra un regimiento de alta montaña con asiento en Chieti (Abruzos), al Comando de la División Alpina Trentina y también a la División de Infantería de Montaña asentada en Pinerolo (Piamonte).<\/p>\n

Siguió con el adiestramiento en la Escuela de Alpinismo y Esquí de Aosta (Piamonte), de gran renombre. Aquí aprende la técnica de los deportes de montaña en un ambiente de cordialidad con los oficiales italianos y en una zona montañosa de belleza singular con desafíos deportivos admirables. Recorrió Courmayeur y Sestrieri. Participó en las maniobras militares en Bolzano (Alto Adigio). Aun con una agenda tan ocupada se hizo el tiempo para intercalar la montaña con estudios y observaciones en Italia, Francia, España y Alemania e incluso en la URSS.<\/p>\n

A la par de su actividad militar y montañística, con sus compañeros argentinos destacados en Italia comenzó su labor política, trasmite a ellos su pensamiento sobre la Argentina y el Mundo. Vuelve a la Argentina con experiencia y técnica deportiva, con un carácter templado por la montaña y una ubicación del mundo contemporáneo. Sin embargo no fue comprendido por muchos generales. Perón refirió de aquellos momentos: “A mi regreso, en una reunión secreta, informé lo que había visto. El Ministro me encontró razón, pero los otros generales cavernícolas, que pretendían convertir al ejército en una guardia pretoriana, me acusaron de comunista. Se resolvió sacarme de circulación: fui a parar a Mendoza como Director del Centro de Instrucción de Montaña”.<\/p>\n

Quizás este hecho fuera providencial, dado que en el Centro de Instrucción de Montaña, no sólo enseña cursos de esquí y montañismo (mediados de 1941 a marzo de 1942) sino además adoctrinó y formó a jóvenes oficiales en la hermandad habitual del montañés, quien incluso confía su vida al compañero de cordada. En enero de 1942 tuvo a su cargo el destacamento de montaña y en febrero dirige como jefe de Estado Mayor en la dirección de los ejercicios militares en Laguna del Diamante, área cordillerana mendocina limítrofe con Chile.<\/p>\n

Perón es promovido a Coronel (fines de 1941) y trasladado a Buenos Aires (marzo de 1942) desempeñándose en el Estado Mayor de Inspección de Tropas de Montaña. Ya en Buenos Aires vivió los acontecimientos políticos y militares y la efervescencia nacionalista.<\/p>\n

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Perón en maniobras en la montaña<\/em><\/p>\n

También se hace tiempo para escribir un artículo sobre comandos de montaña en la Revista Militar. En invierno de 1942 vuelve a Mendoza para dirigir los cursos de Alta Montaña e Invierno en Puente del Inca. Su estadía finalizó a fines de ese año alternando nuevamente clases andinismo y esquí y de adoctrinamiento a la joven oficialidad. Desde ese momento su ascenso prosiguió hasta elevarse tan alto como los cóndores que observó en sus queridas montañas andinas.<\/p>\n

Aunque retirado de la actividad montañística, nunca dejó de lado lo aprendido en la montaña. Apoyó numerosas expediciones como la francesa victoriosa en el patagónico Fitz Roy o la primera expedición argentina al Himalaya, donde por poco se vence por primera vez la cumbre del Dhaulagiri, una de las montañas más altas del mundo. Lamentablemente muere aquí el Teniente Primero Ibáñez, célebre montañista apadrinado por Perón desde sus inicios.<\/p>\n

En su gobierno se construyen los refugios en el Aconcagua, los cuales tuvieron por nombres “Juan Perón” y “Eva Perón”. Estas denominaciones fueron cambiadas por la Revolución Libertadora y nunca más fueron vueltos a usar. Estos refugios han albergado a centenares de montañistas argentinos y extranjeros y muchos salvaron sus vidas gracias a ellos.<\/p>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"\n\n\n
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Controvertido personaje, su faceta de político siempre ha predominado, pero su apoyo al montañismo fue decisivo mundialmente (primer ascenso al Fitz Roy y primera expedición argentina al Dhaulagiri). Olvidándose de controversias, Marcelo Scanu extrae de su historia lo que puede leerse de Juan Domingo Perón en el montañismo. <\/p>\n<\/td>\n

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