{"id":12248,"date":"2005-01-13T00:00:00","date_gmt":"2005-01-13T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12248"},"modified":"2005-01-08T00:00:00","modified_gmt":"2005-01-08T00:00:00","slug":"un_desierto_increible","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2005\/un_desierto_increible\/","title":{"rendered":"Un desierto increíble"},"content":{"rendered":"
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\"Acercamiento <\/p>\n

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El largo acercamiento a las grandes dunas de Altar <\/p>\n

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\"Vegetación <\/p>\n

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En la planicie había vida: esta planta abundaba mucho. <\/p>\n

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\"Madriguera <\/p>\n

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Madrigueras de liebres. Muchas veces caíamos dentro un túnel de estas madrigueras, pero sólo una vez vimos una liebre. <\/p>\n

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La arena corre con el viento. Vuela. Y el cielo, claro y con manchones de nubes abiertas en esta medianoche de luna llena. La noche se nos ha caído como todas las noches, deslizándose de a poquito, mientras caminábamos por estas enormes olas secas, bajo esta luz crepuscular, de viento que se encaja en la ropa a mordidas. Y nosotros, en medio, abajo, metidos en el silencio después de haber subido a lo más alto y ver más arena.<\/p>\n

El silencio, agotador. No hay un solo ruido aquí. Cuando callamos, los oídos duelen de tanta pesadez. Ni en el día hubo tanto silencio. <\/p>\n

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\"Caminando <\/p>\n

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Este mundo flojo donde los pies abandonan el aire y la luz para enterrarse y pelear por salir para volver a enterrarse. No entienden. Quizá por eso sigan andando. <\/p>\n

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Las dunas, cada vez más grandes, más numerosas. Ni una piedra abandonada en muchos kilómetros. Sólo esa camioneta volcada tras la enorme montaña, como si una mano enorme la hubiera dejado caer del cielo. Arena y las plantas, agarradas con sus raíces a ese mundo en movimiento. ¿Cómo llegó, si son mundos resbaladizos los que lo rodean? <\/p>\n

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Y huellas de rodadas como gusanos gigantes. Recientes. <\/p>\n

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Noche de luna redonda, de viento galopante en el lomo de cada una de las crestas. El amanecer trajo nubes nuevas, viento nuevo, fresco, con más energía sobre ese mundo arrugado y seco. Y nosotros cansados de decirnos que un desierto no era así, que debía ser muy caluroso, que por algo habíamos cargado tanta agua y no nada más por gusto. Pero el viento quería llevarse toda la arena mientras nosotros hundíamos los pies sin dejarnos convertir en un grano más. <\/p>\n

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\"Atardecer <\/p>\n

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A mediodía los ojos lloraban los granos de ese aire arenoso. En ese cielo lechoso no se veía muy lejos. Y nuestros pies, cansados de estar sepultados, se encaminaron a tierra firme, bajo el viento fuerte. Los ojos no miraban más lejos que la siguiente duna y el viento nos enredaba los pies y nos agobiaba los ojos. El viento negro, dicen, es capaz de matar a quien lo sorprenda metido en esas arenas. <\/p>\n

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La vida comenzó a surgir en forma de plantas y de piedras esparcidas. El cuarzo blanco entre la arenisca. La gobernadora entre las flores color genciana. Y una liebre huyendo de nuestras pisadas. Por la tarde, nos metimos en aquel simulacro de cine donde ya habíamos pasado una noche: un escenario de buena apariencia pero raquítico, tan fuerte como para no caer. Ni el viento ni la arena nos harían nada ahí. <\/p>\n

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Teníamos razón. Pero la noche nos trajo otra sorpresa. <\/p>\n

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\"Dunas <\/p>\n

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El sueño nos cayó sin el infinito de las estrellas y la placidez del calor de la bolsa de dormir se interrumpió con agua. Agua en medio del desierto. Era un sueño. No, no lo era. Nos levantamos a la una de la mañana maldiciendo que sólo fuera un escenario. De nada sirvieron los remiendos que hicimos. A las cinco nuestras esperanzas de sequedad se habían ido con el viento. <\/p>\n

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El amanecer rasgó el cielo arenoso mientras caminábamos hacia la carretera, tratando de olvidar las piedrecillas arrojadas por el viento a las paredes de la casita. Quizá siguiera la camioneta ahí, como una pesadilla que no se borra al despertar. <\/p>\n

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Y las latas vacías. <\/p>\n

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Pero la vida, ésa sí que no habría. <\/p>\n

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\"\"<\/div>\n

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Panorama del desierto de Altar. Por todos lados, rodeados de dunas.<\/p>\n

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\"Atardecer <\/p>\n

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El atardecer fue completamente diferente: no había los grandes espacios abiertos del desierto. Pero fue bello. <\/p>\n

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\"Primeras <\/p>\n

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Nos fuimos metiendo en ese mundo de arena esquivando lo más posible las dunas. Las primeras dunas se ven a lo lejos, hacia el oriente. <\/p>\n

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\"La <\/p>\n

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La vida se aferra a ese suelo seco, arenoso. Hacía poco había llovido y las plantas florecían con rapidez.<\/p>\n

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\"Huellas <\/p>\n

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Huellas del viento. La hoja se movía para todos lados y al tocar el suelo dejaba una señal. <\/p>\n

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\"Vida <\/p>\n

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Un insecto diminuto y casi transparente en la arena de las dunas. Había vida de la forma más inverosímil. <\/p>\n

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\"Valle <\/p>\n

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Los valles entre las dunas son casi oasis pero si bien no vimos nunca agua, la vegetación crecía ahi y hacía estables esas montañas móviles.<\/p>\n

<\/div>\n

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\"Primeras <\/p>\n

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La primera duna grande. En la zona encontramos que las dunas estaban formadas por arena granítica pero también por ceniza volcánica que podíamos distinguir en color muy oscuro. <\/p>\n

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\"Vida <\/p>\n

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Un escarabajo se semientierra para no ser llevado por el viento. <\/p>\n

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\"Pensamientos <\/p>\n

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Pensamientos de arena.<\/p>\n

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\"Arena <\/p>\n

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Arena y nubes. <\/p>\n

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\"Pasos <\/p>\n

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Pasos sobre una cresta frágil y movediza ya de regreso a la planicie. <\/p>\n

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\"Vida <\/p>\n

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Un mundo de arena, pero la vida se aferra a ella.<\/p>\n

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\"Dimensiones. <\/p>\n

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Las dimensiones se pierden con facilidad, hasta que uno ve al compañero en la siguiente duna. <\/p>\n

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\"Tormenta <\/p>\n

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La tormenta sobre el desierto. <\/p>\n

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\"El <\/p>\n

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El grupo. De izquierda a derecha: Ivonne Herrera, Carlos Rangel, Eduardo González, Rubén Cobos, Héctor Barrón.<\/p>\n

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\"Mapa <\/p>\n

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La zona de Altar es vasta.<\/p>\n

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\"El <\/p>\n

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El viento comenzó fuerte hacia el mediodía. La cresta de las dunas tenían una pequeña cresta que volaba. Podía llegarnos a la mitad de la pierna. <\/p>\n

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\"En <\/p>\n

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En la parte alta de una duna. Desde arriba se puede observar mejor hacia dónde se va, metidos entre dos mares: arena y nubes. <\/p>\n

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\"En <\/p>\n

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La cima de una de las dunas más altas, de casi 200 metros. El viento se ha hecho más fuerte.<\/p>\n

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\"En <\/p>\n

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En una cresta, viendo hacia el sur, adonde el desierto parece no tener fin. <\/p>\n

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\"Hormigas <\/p>\n

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Hormigueros no muy grandes pero con tenaces trabajadoras que se aferran a cada grano para no ser parte del viento. <\/p>\n

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\"Mar <\/p>\n

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Dos mares: nubes y dunas.<\/p>\n

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\"Más <\/p>\n

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La vida se pega a cada rincón, aún a las dunas empinadas. Raíces penetrando la tierra. <\/p>\n

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\"Vida <\/p>\n

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El minúsculo esqueleto de un animal muy pequeño. <\/p>\n

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\"Cruzar <\/p>\n

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Cruzar dunas, una más y luego otra.<\/p>\n

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\"Subida <\/p>\n

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Encontramos una duna especialmente alta y subimos a ella sin mochilas pero aún así, la subida fue bastante pesada. <\/p>\n

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\"Ascenso <\/p>\n

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La arista cimera de la duna. La arena floja y el fuerte viento dificultaban el movimiento. <\/p>\n

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\"Casi <\/p>\n

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En la cresta cimera de "nuestro Everest". No teníamos que ir muy lejos para encontrarlo.<\/p>\n

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\"Dunas <\/p>\n

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Descenso de la duna más alta. Al fondo se ve un pequeño punto: uno de nosotros, lo que da idea de la escala. <\/p>\n

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\"Tamaños <\/p>\n

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La vida nos sorprendía constantemente. Esta pequeña araña tiene junto a ella la punta de una bota, que sería casi cien veces mayor que ella. <\/p>\n

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\"Luna <\/p>\n

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Luna llena sobre las dunas de Altar. La fuerte luz permitió la toma de esta fotografía con exposición alta.<\/p>\n

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\"Arena, <\/p>\n

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Arena, lluvia… vida. <\/p>\n

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\"Rodadas <\/p>\n

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Rodadas de autos en las dunas. Al parecer esa zona es visitada muy frecuentemente por automovilistas que gustan de atravesar el desierto en vehículos especiales. Sus huellas son recientes porque no se habían borrado pese al viento. <\/p>\n

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\"Auto <\/p>\n

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…y uno de sus desechos. Alrededor: más rodadas. El vehículo fue desmantelado prácticamente en su totalidad.<\/p>\n

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El viento en las dunas de Altar. Se puede ver el cambio en la duna y cómo la arena era arrastrada a gran velocidad.<\/p>\n

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El desierto de Altar, en el noroeste de México, es uno de los más áridos del planeta, con dunas enormes donde la vida no existe. Es tierra del sol. Pero también ahí puede haber sorpresas, desde pequeñas hormigas hasta el viento negro, ese del que, dicen, nadie puede salir con vida.<\/p>\n<\/td>\n

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\"\"<\/div>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n

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