{"id":11898,"date":"2002-09-11T00:00:00","date_gmt":"2002-09-11T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11898"},"modified":"2003-07-07T00:00:00","modified_gmt":"2003-07-07T00:00:00","slug":"ascenso_en_solo_al_huandoy","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2002\/ascenso_en_solo_al_huandoy\/","title":{"rendered":"ASCENSO EN SOLO AL HUANDOY"},"content":{"rendered":"
<\/p>\n

Escribo esto un poco confundido todavía porque me
hace falta analizar cantidades de datos y hechos. Sé
que debo escribir muchos correos personales, para avisar que
llegué, enviar crónicas y demás, pero
ahorita no tengo cabeza para ello. No sé si reír
o llorar. Lo que sí sé es que he vivido la experiencia
más tremenda que mi experiencia en montaña me
ha podido dar.<\/p>\n

¿Para el club? Logré tres cumbres. ¿Para
mí? La montaña me ganó. Daré una
breve crónica, y para los que no se aburrieron con
ella, al final les dejo tres puntos de discusión para
el foro:<\/p>\n

Llego a inicio de la semana pasada [3 de agosto] a Huaraz,
después de dos días de traslado desde la ciudad
de México. Algo accidentados. De inmediato me reciben,
recordándome con cariño Vladimir Henoztrosa,
que ya esperaba mi llegada. Me pareció extraño
que a pesar de que por e-mail le pedía mucho que me
enviara información sobre los Huandoys, no lo hiciera.
A mi llegada, además de invitarme a comer, me urgió
a desistir.<\/p>\n

—Esa montaña está cerrada. Han muerto
gentes— me dice.<\/p>\n

—Si, lo sé, ya he analizado cada accidente. Se
puede evitar —le contesto.<\/p>\n

Sin decirme más, me pasa un recado de Mario Perezortiz
que se encontraba allá.<\/p>\n

—Él intentó el Huandoy Oeste y fracasó.
Ve a verlo para que te platique.<\/p>\n

Caminaba al Hotel Barcelona y en el camino me lo encontré.
En efecto: intentó los Huandoys por la ruta que yo
había programado como salida. Sin embargo, en su ascenso,
tenía algo valioso y decisivo para mi: tomó
video del glaciar del Valle en Herradura que hacían
los Huandoys Norte y Sur. El punto de ataque mío. Pasamos
algunas horas revisándolo y en lugar de pedirme que
no lo intentara, empezamos a planear el ataque por ahí.
Las rutas de avalanchas estaban bien marcadas. Tenía
información de un par de días de fresca.<\/p>\n

El "Ace" estaba igual de emocionado que yo. Y también
molesto porque los porteadores no querían transportarnos
equipo a la zona. Se ofreció a acompañarme,
hasta el campamento base. Al día siguiente estuvimos
en camino. había que pasar por el campo base de los
Piscos y de ahí al del valle de los Huandoys. Era una
ruta realmente difícil de seguir.<\/p>\n

Se veía que pasaron años antes de que alguien
la pisara. Llegamos a la cresta de una cuenca de un glaciar
fósil, continuación del glaciar de los Huandoys
y de los Piscos. Ahí nos sentamos todo el día
con el teleobjetivo a observar el glaciar. Esa noche nos tembló:
seis grados Richter, según la policía del Perú.<\/p>\n

Al día siguiente, noté que el glaciar despeinado,
con grietas perpendiculares entre sí, se veía
muy marcado en sus fracturas. De repente vi una especie de
canalón en el centro que estaba limpio y que llevaba
directamente a una escalada mixta. De ahí al col que
trepaba al Huandoy. Por varias horas lo analizamos, y creímos
que seria bueno cambiar la ruta hacia allá. El Ace
partió ese día a Huaraz a esperarme, mientras
yo me quedaba solo frente a esa inmensa mole de roca y hielo.
Antes de anochecer fijé una cinta tubular al borde
de la cuenca del glaciar fósil y puse mi alarma a las
tres de la madrugada. Al otro día empecé a subir.<\/p>\n

¿Qué puedo contar? A partir de las tres de
la madrugada me sumí en un extraño trance. Bajé
el glaciar fósil, empecé a trepar por una cascada
de hielo que terminaba en un grupo de seracs. Tomé
el canalón visto en el telefoto. Llegué a la
zona mixta y sin problemas entré al ultimo col para
llegar al plató: eran las siete de la mañana.<\/p>\n

Llegando ahí, al amanecer, me encontré en un
mundo hermoso y perverso con sólo azul y blanco. A
un lado se extendía la cumbre Sur, en triangulo perfecto,
a 60 grados, dando la ilusión de una escalera infinita
al cielo. Cortándose en el azul. Tenia a la vista una
curva grande y la cumbre Oeste, en forma de pirámide,
y la norte en forma de un enorme monstruo encorvado, como dormido.<\/p>\n

Tiré la mochila en la nieve, y sin parar de caminar,
escalé la sur. Me encontré después de
unas cuatro horas en su punta. Ante mí, la vertical
de la cumbre, de mil metros, de roca sólida. Al fondo
el valle de Llanganuco, ¡casi tres mil metros abajo!
No me esperé más de cinco minutos. Bajé
a toda prisa y subí mi campamento a la porción
alta del plateau. Puse mi tienda. Cavé un hoyo profundo
y puse mi mochila vertical en él. Me metí en
mi tienda y no dormí. De rodillas, envuelto en el sleeping
y meciéndome, escuchaba: el glaciar crujía debajo
de mí. Empezaba a tener miedo.<\/p>\n

El reloj sonó de nuevo a las tres y a las cuatro y
media me levanté e hice la cumbre Oeste, luego la sur,
sin levantar el campamento. Desde la norte, miré la
última, la este, y quise hacerla "por el Ace"
pero algo me decía que no estaba nada bien. Bajé
pensando en volver a subir con el campamento en mis hombros,
cuando… ¡Avalancha!<\/div>\n

<\/p>\n

<\/p>\n

Enfrente de mí, como algunas veces ya lo había
visto, se desprendía una gran placa de nieve, que poco
a poco iba haciendo una nube espectacular y que indicaba que
varias toneladas de nieve pulverizada bajaban de la cumbre
norte hacia mí. El estruendo es muy especial. Yo simplemente,
sabiendo lo que esto significaba y lo inútil que sería
correr, me quedé de pie, cerré mis puños
y apreté mis dientes. Tanto fue el terror que sentí
como mis frontales crujían.<\/p>\n

No, no llegó hasta mí. Se quedó a unos
200 metros. La avalancha se detuvo a un centenar de metros
de mí pero la nube de cristales de nieve si llegó
y me hizo sentir como una pulga en un mundo extraño.
Caí al suelo tosiendo, asfixiado. Sentí que
me iba a morir. En ese momento comprendí que "había
despertado al gigante".<\/p>\n

Me había pasado muchos meses en compañía
del club y de tanta gente, estudiando la montaña, acechándola
hasta que llegó el día final, el día
exacto donde todo se conjuntó. La ataqué, logré
algunas de sus cumbres antes de que el monstruo despertara.
Pero… no más. Ahora, Huandoy se había enterado
de que logré llegar, y me amenazaba con mi propia vida.
Me sentía sobrado de fuerzas. Podía continuar
y terminar el proyecto pero sentía en el fondo de mi
intuición que estaba retando a alguien que, de plano,
siempre iba a ganar.<\/p>\n

En ese momento el miedo se apoderó de mí. Me
metí en la tienda a sollozar, y a la una de la mañana
decidí que si me quedaba un minuto más, moriría.
Emprendí la huida por la ruta de ascenso, bajé
a toda velocidad. Al terminar el glaciar, sentí que
los bloques de hielo a mis pies se movían y para finalizar
con un rappel, metí una piqueta entre dos bloques.
Justo faltando cuatro metros para llegar, sentí un
pequeño jalón, saqué un piolet de mi
arnés y lo clavé en la pared de hielo. Justo
en ese momento salía volando por los aires la piqueta
que había clavado, 50 metros arriba. Afortunadamente,
me había asegurado. Desescalé un par de pasos,
y me dejé caer, para salir corriendo y "escalar"
con los piolets y crampones un muro de arena y roca, parte
de la cuenca del glaciar fósil del Huandoy. <\/p>\n

Corriendo con la cuerda del rappel arrastrando de mi ATC—y
la piqueta todavía arrastrando de él— seguí
caminando sin voltear atrás. Me detuve un rato para
recuperar todo y luego no dejé de caminar hasta llegar
al fondo del valle de Llanganuco. Ahí me encontró
un "microbús" que llevaba montañistas
al pisco. Ese fue mi "ride" de regreso a Yungay.<\/p>\n

En el camino hice recuento de los daños: la mitad
de la palma de mi mano no tiene sensibilidad: el colgón
del piolet al zafarse la piqueta del rapel sobre mi dragonera
en la muñeca me comprimió el nervio. Mis dientes
frontales tienen roto el esmalte y el dolor es muy intenso.
Después de ser amenazado por un dentista que en Yungay
quería extraerme el diente, me fui a Caraz, donde me
pusieron resina en la zona fracturada. Un intenso dolor en
la planta de los pies me hizo temer congelamiento pero afortunadamente
no pasó a más.<\/p>\n

Llego a Huaraz, desesperado, sin querer voltear a atrás.
Asustado. Con mucho, mucho miedo. Me recibieron mis amigos.
Y todo parece lejano ya. <\/p>\n

No aprendo. Una noche de festejo en el "tambo"
en compañía de mucha gente que no sabía
que estaban pendientes de mí, y me convencieron. Parto
mañana hacia las cumbres de los montes Urus y del Ishinca. <\/p>\n

Ya abajo, un porteador me dijo:<\/p>\n

—Ah, conociste a "Tullparaju".<\/p>\n

—¿Qué es Tullparaju? -pregunté.<\/p>\n

—Quiere decir: "el fogón entre tres piedras"<\/p>\n

Sí, conocí a Tullparaju.<\/p>\n

Dejo tres temas de discusión, sobre todo para los
que les encanta llevar cuentas. Esto me lo dijeron "Lobo",
Milagros, Vladimir, y otros prestadores de servicio en Perú.
¿Me ayudarán a corroborarlo? <\/p>\n

1. Hace mas de cinco años que nadie se había
logrado subir al Huandoy. <\/p>\n

2. La ruta que hice no esta documentada y puede tratarse de
una nueva ruta. <\/p>\n

3. No existe registro de un mexicano que lo haya logrado antes.
Menos en solo. <\/div>\n

<\/p>\n

<\/div>\n

<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Escribo esto un poco confundido todavía porque me hace falta analizar cantidades de datos y hechos. Sé que debo escribir muchos correos personales, para avisar que llegué, enviar crónicas y demás, pero ahorita no tengo cabeza para ello. No sé … <\/a><\/p>\n","protected":false},"author":1019,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":""},"categories":[1015],"tags":[],"jetpack_featured_media_url":"","jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/p51GhY-35U","_links":{"self":[{"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11898"}],"collection":[{"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1019"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=11898"}],"version-history":[{"count":0,"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11898\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=11898"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=11898"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"http:\/\/montanismo.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=11898"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}