{"id":11714,"date":"2001-03-01T00:00:00","date_gmt":"2001-03-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11714"},"modified":"2012-11-18T21:30:03","modified_gmt":"2012-11-19T03:30:03","slug":"la_expedicion_de_la_kon-tiki","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2001\/la_expedicion_de_la_kon-tiki\/","title":{"rendered":"La expedici\u00f3n de la Kon-Tiki"},"content":{"rendered":"
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Thor Heyerdahl. La expedici\u00f3n de la “Kon-Tiki”<\/i>. Editorial Juventud, Barcelona. 1951. 240 p\u00e1ginas. ISBN: 84-261-0748-6<\/p>\n\n\n
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Y donde se detuvo la ciencia, empez\u00f3 la imaginaci\u00f3n.<\/i>\n <\/p>\n

\u00cdbamos a conquistar un mundo desolado, sin que pudi\u00e9ramos alejarnos m\u00e1s que unos cuantos pasos uno de otro.<\/i><\/p>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/table>\n

Di\u00e1logo de un anciano de una de las islas de la Polinesia con un hombre que ha pasado un a\u00f1o viviendo entre ellos:<\/p>\n

“—Tiki… era jefe y era dios. \u00c9l trajo a mis antepasados a estas islas donde ahora vivimos. Antes viv\u00edamos en un gran pa\u00eds, al otro lado del mar.” (p. 9)<\/p>\n

El mismo hombre, a\u00f1os despu\u00e9s, encuentra en una de sus lecturas especializadas en antropolog\u00eda:<\/p>\n

“El nombre original del Dios-Sol Viracocha, que parece haber sido el m\u00e1s usado en el Per\u00fa en tiempos antiguos, fue Kon-Tiki o Illa-Tiki, que quiere decir Sol-Tiki o Fuego-Tiki.” (cita en p. 14)<\/p>\n

\u00bfLos habitantes del Per\u00fa fueron colonizadores de la Polinesia? Para 1947, este hombre —Thor Heyerdahl— ha elaborado esta hip\u00f3tesis con bases cient\u00edficas, pero tiene un recibimiento bastante fr\u00edo entre el c\u00edrculo de los especialistas:<\/p>\n

“—Es verdad que Sudam\u00e9rica ha sido la sede de algunas de las m\u00e1s extra\u00f1as civilizaciones de la antig\u00fcedad, y que nosotros no sabemos ni qui\u00e9nes fueron sus hombres ni por qu\u00e9 desaparecieron cuando los incas se apoderaron del pa\u00eds; pero s\u00ed sabemos una cosa con certeza, y es que ninguno de esos pueblos de Sudam\u00e9rica lleg\u00f3 a las islas del Pac\u00edfico.<\/p>\n

“Me mir\u00f3 inquisitivamente y continu\u00f3:<\/p>\n

“—¿Sabe usted por qu\u00e9? Por una raz\u00f3n muy simple: ¡porque no ten\u00edan barcos!<\/p>\n

“—Ten\u00edan balsas —le objet\u00e9 con cierta vacilaci\u00f3n—. ¿Sabe?, balsas de maderos acoplados.<\/p>\n

“El viejo se sonri\u00f3 y dijo con toda calma:<\/p>\n

“—Bueno, si quiere puede intentar un viaje del Per\u00fa a las islas del Pac\u00edfico en una balsa.” (p. 18)<\/p>\n

Pocos meses despu\u00e9s, tras haber conseguido viajado a la selva de Ecuador en plena temporada de lluvias y cortado los troncos con que har\u00edan una balsa parecida a las usadas a la llegada de los espa\u00f1oles, seis hombres se hacen a la mar en el puerto del Callao. Un barco los remolca un tramo para evitar que sean arrollados por las grandes embarcaciones que transitan en las v\u00edas mar\u00edtimas pero despu\u00e9s quedan solos. Una locura, seg\u00fan la opini\u00f3n de los expertos:<\/p>\n

“Bien considerado, era muy poco el aliento recibido de todos los expertos que hab\u00edan visto la balsa… si hubi\u00e9ramos sumado todo lo que los expertos se\u00f1alaban como defecto capital en la construcci\u00f3n misma, habr\u00edamos llegado a la conclusi\u00f3n de que no exist\u00eda pedazo de cabo, ni un nudo, ni una medida, ni una sola pieza de madera en toda la balsa, que no fuese bastante a causar nuestro naufragio… muchas veces me pregunt\u00e9 si sab\u00edamos efectivamente lo que est\u00e1bamos haciendo. No pod\u00eda contradecir una a una las advertencias, puesto que no era hombre de mar. Pero en reserva ten\u00eda un triunfo en la mano, uno solo, en el cual estaba fundado todo el viaje: sab\u00eda en el fondo de mi coraz\u00f3n que una civilizaci\u00f3n prehist\u00f3rica se hab\u00eda extendido desde el Per\u00fa hasta las islas del Pac\u00edfico, en una \u00e9poca en que las balsas como la nuestra eran las \u00fanicas embarcaciones existentes en esta costa. Y yo saqu\u00e9 la consecuencia general de que si quinientos a\u00f1os despu\u00e9s de cristo la madera de balsa hab\u00eda flotado y los cabos resistido para Kon-Tiki, \u00e9stos har\u00edan lo mismo para nosotros.” (p. 66-67)<\/p>\n

Pero adem\u00e1s, contaba con el aprendizaje que obtuvo de las pl\u00e1ticas en tierra con marineros:<\/p>\n

“Yo aprend\u00ed de ellos que el oleaje y la mar gruesa no aumentan ni con la profundidad del mar ni con la distancia de la costa; que, al contrario, las rachas suelen ser m\u00e1s traicioneras junto a la costa que en el mar abierto; y que los baj\u00edos y resacas costeras o las corrientes oce\u00e1nicas embotelladas cerca del litoral pueden embravecer las aguas en un grado que es raro encontrar en alta mar. EL barco que pueda mantenerse bien a lo largo de la costa, puede hacerlo igualmente mas afuera.” (p. 21)<\/p>\n

Sin embargo, la balsa parte del Callao el 28 de abril. Es un grupo de seis hombres que no son marinos y que en su primera noche en alta mar se enfrentan a olas que no ven: “Cuando, engullidos por las tinieblas, o\u00edmos c\u00f3mo el ruido general del mar se apagaba s\u00fabitamente, dominado por el silbido de una ola que ven\u00eda contra nosotros, y vimos acercarse una blanca cresta a la altura del techo de la caseta, nos aferramos desesperadamente, esperando sentir las enormes masas de agua estrellarse sobre nosotros y sobre la balsa. Pero cada vez se produc\u00eda la misma sorpresa y la misma sensaci\u00f3n de alivio. La “Kon-Tiki” levantaba tranquilamente la popa hacia el cielo sin sufrir mayor trastorno, mientras las enormes masas de agua rodaban a sus costados… Los troncos redondos de popa dejaban pasar el agua como los dientes de un tenedor: cuanto m\u00e1s aberturas, mejor; por las hendiduras del piso, el agua sal\u00eda afuera, pero nunca entraba.” (p. 80-81)<\/p>\n

¿Por qu\u00e9 no son marinos los hombres de la “Kon-Tiki” si se trata de una navegaci\u00f3n de altura?<\/p>\n

“Un grupo de hombres que deban hacerse a la mar juntos en una balsa han de ser seleccionados con cuidado. De otro modo, podr\u00edan surgir dificultades y aun motines despu\u00e9s de un mes de aislamiento en el mar. Yo no quer\u00eda tripular la balsa con marinos; \u00e9stos apenas podr\u00edan saber m\u00e1s que nosotros del manejo de una balsa y no quer\u00eda que luego, despu\u00e9s de llevar la empresa a feliz t\u00e9rmino, nos salieran con que el \u00e9xito se deb\u00eda a que nosotros \u00e9ramos mejores marinos que los antiguos constructores de balsas del Per\u00fa.” (p. 28-29) “Ninguno de estos hombres [de la tripulaci\u00f3n de la Kon-Tiki] se hab\u00eda conocido antes y todos eran de tipo diferente. Siendo esto as\u00ed, seguramente pasar\u00edamos algunas semanas en la balsa, antes de cansarnos unos a otros con nuestras historias. Ni un cielo tormentoso con baja presi\u00f3n, ni los vientos huracanados habr\u00edan sido m\u00e1s amenazadores para nosotros que el peligro de una tormenta ps\u00edquica entre seis hombres encerrados juntos durante meses en una balsa a la deriva. En tales circunstancias, un buen chiste pod\u00eda ser tan valioso como un chaleco salvavidas.” (p. 61)<\/p>\n

Sin embargo, “A medida que entr\u00e1bamos en un m\u00e1s \u00edntimo contacto con el mar y sus pobladores se nos iba volviendo menos extra\u00f1o y nos sent\u00edamos m\u00e1s como en nuestra casa.” (p. 126) “En lugar de enemigos temibles, siempre a punto de sumergirnos en espuma, los elementos se hab\u00edan vuelto amigos seguros…” (p. 99) “Ya no ten\u00edamos el mismo respeto por las olas y el mar. Las conoc\u00edamos y sab\u00edamos sus relaciones con nosotros en la balsa.” (p. 146)<\/p>\n

Las actitudes de la tripulaci\u00f3n y su vida cotidiana se inclina cada d\u00eda m\u00e1s hacia la adaptaci\u00f3n a su medio y ocasionalmente recuerdan que est\u00e1n a mucha distancia de tierra: “…en realidad no sent\u00edamos lo enorme de estas distancias, porque el horizonte se deslizaba con nosotros sin que pudi\u00e9ramos notarlo al movernos, y nuestro peque\u00f1o mundo flotante era siempre el mismo.” (p. 131) <\/p>\n

“Viv\u00edamos y nos sent\u00edamos vivir con vigilante intensidad. Nos d\u00e1bamos cuenta de que para los hombres anteriores a la \u00e9poca de la t\u00e9cnica, la vida hab\u00eda sido tambi\u00e9n plena e intensa; en realidad, m\u00e1s llena y m\u00e1s rica en muchos aspectos que la vida del hombre moderno.” (p. 136) “…hab\u00edamos dejado de creer en el mar como un factor de aislamiento.” (p. 137)<\/p>\n

Un d\u00eda llegan a una isla: “Este solemne d\u00eda, a la vista de Angtau, era el nonag\u00e9simo s\u00e9ptimo a bordo y, cosa extra\u00f1a, fueron noventa y siete d\u00edas los que calculamos en Nueva York como el tiempo m\u00ednimo requerido para llegar a la isla m\u00e1s cercana a la Polinesia en condiciones te\u00f3ricamente ideales.” (p. 183) pero pasan de largo porque la balsa es ingobernable con los vientos alisios que la empujan desde Am\u00e9rica del sur y ni los habitantes de la isla que los remolcan pueden evitar esa deriva. El d\u00eda 101 llegan a una barrera de arrecifes y en callan en ella, pero la balsa se revela una vez m\u00e1s como la embarcaci\u00f3n id\u00f3nea: “La “Kon-Tiki” quedaba all\u00e1 lejos sobre el arrecife, rodeado de la espuma del mar. Era un despojo, pero honorable. Ve\u00edase toda destrozada en su cubierta, pero los nueve troncos de balsa de la selva de Quevedo en el Ecuador estaban intactos como siempre. Ellos nos hab\u00edan salvado la vida.” (p. 204) “El viaje hab\u00eda terminado. Todos est\u00e1bamos a salvo. Hab\u00edamos encallado en una islilla deshabitada del Mar del Sur.” “(p. 205)<\/p>\n\n\n
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