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Con mucha más frecuencia de la que realmente quisiéramos admitir, nos vemos enfrentados a la categorización de deporte "extremo", si es que no se trata de alguien que no nos acredita como deportistas por el mero hecho de no ganar medallas. Si bien es cierto que el montañismo tiene riesgos que son asumidos, no se trata en esencia de algo "extremo", al menos no en el sentido propagandístico de la palabra.<\/p>\n

Sin embargo, lo es. Dejando de lado a todos aquellos que sin conocimiento de técnicas ni una formación adecuada se meten en problemas serios (en cuyo caso un simple rapel se convertiría en una situación bastante delicada), está aquellos que se enfrentan voluntariamente a situaciones donde busca algo más que romper un récord. El ascenso en solo a los Huandoy por César Sánchez o el ascenso al Capitán en 21 horas y 56 minutos, por Andrés Delgado y Jorge Colín, no son realmente resultado de batir una marca, sino de buscar unos límites propios.<\/p>\n

Pero hablamos de vivencias extremas. Quizá el ejemplo más claro de ellas sea el libro Tocando el Vacío<\/i>, de Joe Simpson. Hay más vivencias que ésta, por supuesto, y quizá la más reciente (al menos la más reciente publicada en nuestro idioma) sea la de Eduard Sallent con su libro Mientras haya luz<\/i>, que es comparable con el de Simpson. Al parecer, la literatura de montaña está dejando paso a las verdaderas emociones y vivencias reales que siempre son mucho más intensas que las novelas que se hayan publicado.<\/p>\n

¿Qué giro está dando el montañismo que se refleja incluso en su literatura? El hecho de subir a un ochomil no es ya considerada una hazaña, sino como una vivencia extrema. Hay que subir y bajar y alcanzar "el campamento base, la verdadera cima". El cambio es bastante importante si bien ya se venía dando poco a poco a través de los libros de Messner y de Kurt Diemberger, por ejemplo.<\/p>\n

Hay algo que es muy interesante: ni en esta "nueva" literatura alpina ni en los ascensos más recientes existe esa sensación de haber vencido a la naturaleza, sino de compenetrarse con ella y esto es quizá lo más importante: el montañismo ha comenzado a reconocer que la época de conquista ha pasado.<\/div>\n

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