{"id":11582,"date":"1999-02-25T00:00:00","date_gmt":"1999-02-25T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11582"},"modified":"2012-12-10T18:40:50","modified_gmt":"2012-12-11T00:40:50","slug":"la_aventura_vista_por_los_aventureros","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/1999\/la_aventura_vista_por_los_aventureros\/","title":{"rendered":"La aventura vista por los aventureros"},"content":{"rendered":"
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Hasta hace pocos a\u00f1os hablar de monta\u00f1ismo implicaba un dejo de temeridad: aquellos que no lo practicaban parec\u00edan ver en los monta\u00f1istas una especie de h\u00e9roes que iban arriesgando la vida en busca de luci\u00e9rnagas y que a veces no regresaban. Al parecer esta perspectiva no ha cambiado mucho desde entonces y quiz\u00e1 nunca cambie definitivamente. Sin embargo, la monta\u00f1a, las paredes rocosas, las cavernas, los r\u00edos, los mares y todo aquello que era el mundo exclusivo de los monta\u00f1istas y de los aventureros, ha sido invadido —literalmente— por una poblaci\u00f3n cada vez m\u00e1s numerosa que en general se ha denominado “turismo de aventura”, producto de nuestra \u00e9poca. Esta poblaci\u00f3n acude a la monta\u00f1a llevada por gu\u00edas y su inmersi\u00f3n en el mundo de la “aventura” se reduce a unos cuantos d\u00edas o incluso pocas horas. Sin embargo, est\u00e1n ah\u00ed, presentes en todo momento.<\/p>\n

¿Qu\u00e9 es realmente la aventura? Es dif\u00edcil dar cualquier definici\u00f3n de un t\u00e9rmino usado indistintamente por grupos que persiguen diferentes objetivos pero aunque en esencia represente lo mismo tanto para un monta\u00f1ista que escala una monta\u00f1a virgen que para alguien que hace su primer ascenso a una monta\u00f1a nevada de dificultad moderada, es inegable que hay una diferencia sustancial. Ya en el Ideario<\/i> del n\u00famero dos de este bolet\u00edn (octubre 10, 1998) dimos a conocer un comentario de Steve Blount:<\/p>\n

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Algunos viajeros poseen la idea de una aventura mezclada con descubrimiento y exploraci\u00f3n. En b\u00fasqueda de la aventura, pasan por lugares que, aunque conocidos, a\u00fan suplen la experiencia personal que define la verdadera aventura… El Amazonas, y lugares como \u00e9ste, son capaces de ser descubiertos por cada viajero a trav\u00e9s de su propias percepciones… La aventura no es m\u00e1s que un encuentro con lo no familiar, el reto al cuerpo o la mente, la experiencia profundamente vivida.<\/i><\/p><\/blockquote>\n

Visto desde este punto de vista, los turistas de aventura, tienen lo que quieren. Sin embargo, es imposible pensar en ellos como personas de la talla de Livingstone, Tenzing, Hillary, Messner, Herzog, Terray, Amundsen, Nansen, los navegantes fenicios que llegaron a las cercan\u00edas del c\u00edrculo polar \u00e1rtico o tantos otros para quienes la aventura no era un pasatiempo de fin de semana, sino el motor principal de sus vidas. Tener como motivaci\u00f3n a la propia aventura es algo que la mayor\u00eda no puede entender, pues es creencia general que es un “s\u00edntoma” pasajero. Pero si bien no se comprende, se respeta. Despu\u00e9s de todo, ¿qui\u00e9n no admira a quien ha hecho algo que jam\u00e1s nos atreveremos a emprender?<\/p>\n

“Aventureros” es un calificativo que la gente ha aplicado a quienes van m\u00e1s all\u00e1 que la generalidad, a los pioneros, a los exploradores de todas las especialidades, a quienes dejan huella de su paso por la tierra de una manera poco com\u00fan, es decir: arriesgada (seg\u00fan el concepto generalizado). No es que ellos mismos se consideren aventureros, sino que la palabra les queda a la medida una vez que han realizado lo que pretend\u00edan. Y el t\u00e9rmino “arriesgado” es un calificativo dado por las personas que no lo realizan.<\/p>\n

Chirs Bonington, en su libro Las Grandes Aventuras Contempor\u00e1neas<\/i>, en el volumen I: “Por mar y aire”, escribe:<\/p>\n

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Existen diferentes niveles de aventura que cabe separar, tal como el atleta distingue entre una carrera de cien metros o un marat\u00f3n. Las pruebas de cien metros en la aventura son muy intensas pero de corta duraci\u00f3n. […] Un escalador solitario que traza una nueva ruta […] sin duda vive una gran aventura, ya que su vida se encuentra literalmente en sus manos […] Se enfrenta al reto de lo desconocido y con los l\u00edmites extremos del control muscular. Se necesita un nivel intenso de compromiso, pero el periodo en s\u00ed es relativamente corto… Los maratones de la aventura se dan en los picos del Himalaya, en los polos y a trav\u00e9s de los oc\u00e9anos. La diferencia radica, obviamente, en la proporci\u00f3n, donde el elemento tiempo es tal vez tan importante como el tama\u00f1o. El riesgo inmediato y el nivel de capacidad pueden no ser tan concentrados, pero la expedici\u00f3n requiere un dinamismo a la vez f\u00edsico y meditado, la capacidad de vivir con otros durante un largo periodo de tiempo o, lo que tal vez resulte m\u00e1s dif\u00edcil, la de estar solo y depender \u00fanicamente de los propios medios.<\/i><\/p><\/blockquote>\n

Son tres par\u00e1metros para definir la aventura: el tiempo, la intensidad de lo vivido, un nivel alto de compromiso y, aunque no est\u00e1 expl\u00edcito en el texto, la autosuficiencia es importante. No importa si la aventura es de corta o larga duraci\u00f3n, el compromiso ha de ser profundo y el aventurero debe tener los ojos bien abiertos para descubrir un mundo que no conoce y que apenas intuye pero al cual se quiere pertenecer. El art\u00edculo sobre un viaje por la boca del Mar de Cort\u00e9s ha sido ya publicado en una prestigiosa revista de M\u00e9xico en su oportunidad. El hecho de que lo reproduzcamos de nuevo es precisamente porque en \u00e9l se advierten los elementos que la aventura tiene, pero no es un acto de presunci\u00f3n, sino de invitaci\u00f3n porque si algo se aprende en el camino de la aventura es que si alguien lo ha hecho antes que nosotros, nosotros tambi\u00e9n podremos hacerlo.<\/p><\/div>\n

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