{"id":11240,"date":"2000-06-15T00:00:00","date_gmt":"2000-06-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11240"},"modified":"2012-11-17T18:15:43","modified_gmt":"2012-11-18T00:15:43","slug":"ideario_40","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/2000\/ideario_40\/","title":{"rendered":"Ideario 40"},"content":{"rendered":"
Hay un cierto placer perverso en esto de meterse en situaciones potencialmente peligrosas, sabiendo que tu experiencia y habilidad te permiten estar seguros. Encontrarse con un amigo a la incierta luz de la luna junto a los pies de una vasta pared monta\u00f1osa y saber que puedes alcanzar su cima sano y salvo: eso da una maravillosa sensaci\u00f3n de confianza. Quiz\u00e1 parezca algo absurdo y sin objeto, pero tener el coraje de ir y probar s\u00f3lo por ver si puedes, reafirma todo lo que de noble hay en la humanidad. La actividad est\u00e1 racionalizada y medida cuidadosamente, y ahora debes actuar y hacerlo bien; es un momento de suspense. Cuando pones el pie en el primer apoyo y das el primer golpe de piolet entras en una nueva perspectiva, un mundo absoluta y cruelmente real. La fuerza de esto es indescriptible, tan vital en el primer paso como en el \u00faltimo, en la base como en la cima, y la intensidad s\u00f3lo se desvanece gradualmente cuando vuelves al valle.<\/p>\n
Joe Simpson.
\nEste juego de fantasmas<\/i><\/p>\n<\/div>\n
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