{"id":11198,"date":"1998-11-01T00:00:00","date_gmt":"1998-11-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11198"},"modified":"2012-02-02T20:12:19","modified_gmt":"2012-02-03T02:12:19","slug":"salathe_wall","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/montanismo.org\/1998\/salathe_wall\/","title":{"rendered":"Salat\u00e9 Wall"},"content":{"rendered":"
\n
\n

Estoy parado sobre mis estribos a seiscientos metros de altura.<\/p>\n

Mi mano busca el mejor lugar en la roca para el clavo y luego lo pongo.<\/p>\n

Despu\u00e9s le pego con el martillo; al principio es poco a poco, luego con fuerza. Treinta metros por debajo m\u00edo est\u00e1 Eduardo Mosqueda asegur\u00e1ndome con la cuerda. Una vez listo, coloco una anilla diminuta alrededor de este pedazo de metal y en ella un mosquet\u00f3n y mi segundo par de estribos. Voy pasando poco a poco el peso de mi cuerpo (aproximadamente unos 80 kilos si contamos el material de escalada que cargo) de un pie al otro hasta que compruebo que el clavo no se saldr\u00e1. Entonces recupero los estribos en los que estuve parado antes y subo pelda\u00f1o tras pelda\u00f1o con suavidad hasta llegar al m\u00e1s alto. Ah\u00ed cruzo las piernas para tener un mayor equilibrio y repito el proceso.<\/p>\n

Es interesante pensar que la explicaci\u00f3n del proceso tarde m\u00e1s que su ejecuci\u00f3n.
\n Seiscientos metros… No. En realidad llevamos m\u00e1s de 800 porque la ruta que escalamos la Salath\u00e9 da un giro bastante grande all\u00e1 abajo y a pesar que la escalada es continua, no se adquiere mucha altura durante un buen rato.<\/p>\n

Si tan s\u00f3lo el calor no fuera tan fuerte… si la sed no fuera tan continua… si… \u00a1bah! ya debo estar regresando a lo mismo y s\u00e9 que no debo hacerlo. Alcanzo una planta y trago sus hojas porque representan comida y agua, pero lo m\u00e1s importante es el agua.<\/p>\n

Faltan m\u00e1s de 300 metros por subir y el d\u00eda se est\u00e1 acabando. All\u00e1 abajo, los eternos turistas con sus telescopios y binoculares no dejan de acechar cada uno de los movimientos de los que estamos en la pared por sus diversas rutas. No deja de tener mucho de morboso.<\/p>\n

El Capit\u00e1n, \u00bfun mito?<\/strong><\/p>\n

Durante muchos a\u00f1os, el sue\u00f1o de los escaladores mexicanos fue la pared de mil metros de desnivel que se yergue en el Valle de Yosemite, en California. En 1971, de entre todos, surgi\u00f3 una cordada de tres personas que viajaron hasta el valle y escalaron la pared. Entonces fue un acontecimiento importante, pues subir La Triple Directa represent\u00f3 un nuevo acontecimiento en la escalada nacional.<\/p>\n

No obstante, los escaladores jam\u00e1s regresaron al escenario del triunfo y, como ha sucedido tantas veces en la historia del monta\u00f1ismo, hubo otros muchos intentos de volver a subir. Tal vez demasiados porque s\u00f3lo quedaban en eso: intentos. \u00bfSe hab\u00eda olvidado la ascensi\u00f3n de Nieto y sus compa\u00f1eros? La pared fue torn\u00e1ndose m\u00edtica al grado de que un escalador no pod\u00eda decir que iba al Capit\u00e1n sin que se pronosticara \u2014tarde o temprano\u2014 su fracaso.<\/p>\n

\"\"<\/p>\n

En septiembre de 1979, cinco escaladores universitarios est\u00e1bamos en el famoso y entonces m\u00edtico valle. Nuestro objetivo era la ruta Salath\u00e9 Wall. En el Capit\u00e1n, por supuesto. Hab\u00edamos atravesado uno de los t\u00faneles de acceso al valle y desembocamos en un mirador frente al cual estaba la pared.<\/p>\n

Era de noche y las estrellas y el fr\u00edo fueron un excelente fondo en el que dominaba la silueta del gigante. A la mitad se ve\u00eda una luz: "\u00a1Hay gente vivaqueando!" Todos sentimos ganas de estar ya ah\u00ed, pegados al granito.<\/p>\n

Al otro d\u00eda, bajo el monolito rocoso m\u00e1s grande del mundo, nos sentimos sumamente peque\u00f1os. Eduardo, quien ya hab\u00eda estado escalando en el valle en ocasiones anteriores, nos observaba sonriente: sab\u00eda lo que sent\u00edamos pues \u00e9l mismo hab\u00eda tenido ya su primer encuentro ante esa mole de granito blanco y pulido que ten\u00eda forma c\u00f3ncava, con la parte baja de una pendiente moderada y la superior m\u00e1s all\u00e1 de lo vertical.<\/p>\n

Este era el reto.
\n Como el viaje desde M\u00e9xico en camioneta hab\u00eda sido pesado, decidimos descansar un par de d\u00edas cascareando alrededor del campamento IV, el exclusivo de los escaladores.<\/p>\n

Una peque\u00f1a pared de no m\u00e1s de seis metros nos detuvo. Su grado de dificultad era 5.9 . Nos alarmamos pues la ruta que deb\u00edamos seguir ten\u00eda un grado m\u00e1ximo de dificultad de 5.10c. \u00bfQu\u00e9 pasar\u00eda all\u00e1 arriba? \u00bfNos detendr\u00eda la pared por su dificultad? Si lo hac\u00eda, renunciar\u00edamos a la pared o la seguir\u00edamos escalando contra nuestro principio de escalarla lo m\u00e1s “limpio” posible? <\/p>\n

Como la segundo opci\u00f3n nos era inaceptable, decidimos escalar al d\u00eda siguiente hasta ese tramo de m\u00e1xima dificultad, el quinto. Si no pas\u00e1bamos, tendr\u00edamos que elegir otra ruta y desistir de la m\u00e1s cl\u00e1sica y hermosa de todas las que tiene el Capit\u00e1n.<\/p>\n<\/div>\n

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El inicio<\/strong> <\/p>\n

A m\u00ed me toc\u00f3 puntear el segundo tramo. El resto fue labor de Eduardo. A partir del tercero comenz\u00f3 una nueva dimensi\u00f3n de la escalada para m\u00ed: la roca era lisa y los tenis deb\u00edan adherirse \u2014de alguna forma\u2014 en la pared; las manos se posaban sobre ondulaciones de la roca misma. Era el tipo de escalada que se conoce como “fricci\u00f3n”: elegante en extremo, requiere de una precisi\u00f3n elevada en cada movimiento, adem\u00e1s de un equilibrio excelente.<\/p>\n

Colgado de dos clavos expansivos, ve\u00eda a Eduardo avanzar por encima de m\u00ed como una mosca pegada a un vidrio. \u00a1Vaya, qu\u00e9 curioso! Jam\u00e1s me hab\u00eda detenido a pensar con mucho detenimiento c\u00f3mo es que las moscas pueden sostenerse en una superficie tan pulida. Y m\u00e1s que eso: avanzar. Mis ojos segu\u00edan cada movimiento de mi compa\u00f1ero.<\/p>\n

Ambos ten\u00edamos sed. Hab\u00edamos subido cinco litros de agua para este primer intento y ya hab\u00edamos dado cuenta de la mayor parte de ellos. Pero ante todo se impon\u00eda el enigma de nuestro paso por el quinto tramo, el que decidir\u00eda todo, el tramo en el que est\u00e1bamos entonces… pese al viento.<\/p>\n

Porque el viento era fuerte.<\/p>\n

Sentado sobre mi silla \u2014un pedazo de tela de nylon\u2014 y con las rodillas puestas sobre la pared, me empuj\u00f3 de lado tantas veces que decid\u00ed quedarme como estaba. Ah\u00ed me maravillaba de lo que el hombre puede hacer. Eduardo se negaba a s\u00ed mismo el descanso de colgarse de uno de los bolts y se manten\u00eda en su posici\u00f3n… aferrado a la pared. Despu\u00e9s, tras mucho rato de no poder avanzar, cay\u00f3 y qued\u00f3 colgado. Lo intent\u00f3 nuevamente pero las ca\u00eddas se sucedieron una tras otra.<\/p>\n

Por supuesto pod\u00eda ascender como la cordada de franceses que ya nos hab\u00edan rebasado: alcanzando el pr\u00f3ximo bolt ayud\u00e1ndose de la cuerda. Pero no est\u00e1bamos ah\u00ed para eso. Quer\u00edamos escalar en el mejor estilo, lo m\u00e1s natural que se pudiera. Y si no pod\u00edamos hacerlo lo \u00fanico que significaba era que todav\u00eda no est\u00e1bamos preparados para esa ruta. Entonces esperar\u00edamos, \u00bfcu\u00e1nto? Quiz\u00e1 un a\u00f1o… tal vez m\u00e1s.<\/p>\n

Pero no fue necesario esperar tanto: Eduardo llegaba ya al extremo de la cuerda, al siguiente punto de reuni\u00f3n. Hab\u00eda pasado lo m\u00e1s dif\u00edcil de la ruta en escalada libre. Estaba decidido: escalar\u00edamos la Salath\u00e9.<\/p>\n

Primeras dificultades: primer d\u00eda<\/strong><\/p>\n

La escalada artificial que vengo haciendo ahora es bastante lenta.<\/p>\n

El sol se ha ocultado… tengo rato de estar ascendiendo en la penumbra. Puedo escuchar las voces de mis compa\u00f1eros all\u00e1 abajo y cuando no puedo resistir la sensaci\u00f3n de soledad, volteo y adivino sus siluetas. Eduardo sabe de mi avance por el movimiento de la cuerda, pero s\u00f3lo eso porque estoy vestido de color oscuro y, como ellos para m\u00ed, soy indistinguible.<\/p>\n

Escalando en estas alturas uno est\u00e1 solo ya a dos metros del compa\u00f1ero. Tal vez \u00e9sta sea la carga m\u00e1s dif\u00edcil de todas… tal vez por esto han fracasado tantos aqu\u00ed.
\n Vuelvo a levantarme en mis estribos y subo hasta el escal\u00f3n m\u00e1s alto, el que me permite avanzar m\u00e1s.<\/p>\n

De repente, me veo volando… y quedo colgado a cientos de metros del suelo, un suelo que no puedo ver. Todo ha sucedido de una manera extraordinariamente r\u00e1pida: el clavo sobre el cual estaba parado se sali\u00f3 de la pared y despu\u00e9s otro y otro. Tres en sucesi\u00f3n. El cuarto detuvo mi ca\u00edda en medio de un estr\u00e9pito de metal chocando con el granito.<\/p>\n

“\u00bfEst\u00e1s bien?” “\u00bfQu\u00e9?” “\u00a1Que si est\u00e1s bien” “Ah, s\u00ed… Por cierto: \u00a1caigo!”<\/p>\n

Los tres re\u00edmos.<\/p>\n

Pese a todo, debo regresar a aquel punto y seguir m\u00e1s all\u00e1, hasta donde me lo permita la cuerda. <\/p>\n

Cuarenta metros por encima de mis compa\u00f1eros de cordada, fijo la cuerda a la pared y bajo hasta la confortable repisa donde me espera la cena (pasitas y leche) y mi bolsa de dormir ya preparada. Hemos concluido otro d\u00eda de escalada y apenas estamos en El Capitan Spire. <\/p>\n

\n Dos d\u00edas despu\u00e9s regresamos al quinto tramo. Desde muy temprano nos hab\u00edamos dedicado a ascender por las cuerdas fijas que entre los franceses y nosotros colocamos. Al mediod\u00eda nos encontr\u00e1bamos al inicio del sexto largo de cuerda. La inclinaci\u00f3n de la pared, tan favorable para la escalada, nos dificultaba recuperar el par de costales de gran pared en el que llev\u00e1bamos la ropa de abrigo, bolsas de dormir, m\u00e1s equipo, que utilizar\u00edamos en d\u00edas posteriores, algunos kilos de comida y nuestro mayor tesoro: veintitr\u00e9s litros de agua que consumir\u00edamos en los cuatro d\u00edas que, estim\u00e1bamos, escalar\u00edamos la Salath\u00e9.<\/p>\n

Tambi\u00e9n nos acompa\u00f1aba otra persona: Mauricio L\u00f3pez.<\/p>\n

El plan para el primer d\u00eda era escalar hasta las Repisas Mamuth, un lugar amplio donde podr\u00edamos descansar por la noche… a 400 metros de altura.
\n Cuatrocientos metros por encima del suelo. Se dice f\u00e1cil pero llegar ah\u00ed no lo es tanto, sobre todo teniendo en cuenta que lo m\u00e1s alto que yo hab\u00eda escalado era un par de cientos de metros en M\u00e9xico, sin contar con que tanto Eduardo como Mauricio hab\u00edan escalado en 1978 la cara sur de la Columna de Washington: 500 metros en tres d\u00edas y dos noches.<\/p>\n

De hecho, era yo quien ten\u00eda menor experiencia en grandes paredes.
\n Ese primer d\u00eda nos enfrentamos a la realidad de El Capit\u00e1n. Por un lado, su blancura nos trajo problemas: no pod\u00edamos ver bien y yo, que aseguraba continuamente al puntero (Eduardo) ten\u00eda que basarme en la tensi\u00f3n de la cuerda para saber qu\u00e9 necesitaba, sobre todo si estaba ya lejos. Otro problema era el calor y consumimos ocho de los veintitr\u00e9s litros de agua que llev\u00e1bamos.<\/p>\n

Sin embargo, estos problemas eran, por el momento, secundarios pues ya desde el principio nos dimos cuenta que el principal era nuestra falta de experiencia en grandes paredes: pese a que conoc\u00edamos la t\u00e9cnica para ascender y la hab\u00edamos practicado varias veces, lo que sab\u00edamos era nada: no pasaba de ser una mera preparaci\u00f3n en paredes peque\u00f1as. En el Capit\u00e1n esa pr\u00e1ctica es extensa y continua.
\n En cuanto me reun\u00eda con Eduardo y recuper\u00e1bamos los costales, hab\u00eda que seguir escalando. <\/p>\n

No hab\u00eda tiempo de descanso… ni de errores. <\/p>\n

No obstante, cometimos varias fallas: los costales nos restaban velocidad y representaban un desgaste continuo de fuerza. Es cierto que ese d\u00eda llegamos a las Terrazas pero Eduardo tuvo que escalar un tramo y medio en la oscuridad. \u00bfL\u00e1mpara? La llev\u00e1bamos pero es m\u00e1s molesta usarla que trepar casi a ciegas: crea fantasmas, apoyos que parec\u00edan m\u00e1s grandes de lo que eran: utop\u00eda. <\/p>\n

Entre los dos hac\u00edamos la tracci\u00f3n necesaria para que los costales llegaran a nosotros mientras Mauricio se encargaba de desatorarlos cuando quedaban atrapados en alguna parte de la roca. Cuando llegamos a las terrazas nos quedamos dormidos de cansancio antes que los costales llegaran a nosotros y s\u00f3lo despertamos cuando Mauricio lleg\u00f3 a nosotros: hab\u00eda estado gritando por m\u00e1s de media hora que el costal estaba ya libre y lo pod\u00edamos recuperar.<\/p>\n

Ese d\u00eda fue uno de los tres m\u00e1s importantes en toda la escalada. Hab\u00edamos avanzado diez tramos de cuerda \u2014algo m\u00e1s de 400 metros\u2014 y nos dimos cuenta de muchos detalles que corregimos. Comenzamos a racionar el agua, eliminamos uno de los costales y una gran parte de la comida porque toda era seca y resultaba imposible tragarla estando tan limitados de agua. En adelante, cada d\u00eda dejar\u00edamos diversas cantidades para eliminar peso porque no la consum\u00edamos. As\u00ed s\u00f3lo significaba un estorbo.<\/p>\n<\/div>\n

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Un hilo de nylon<\/strong> <\/p>\n

El segundo d\u00eda descendimos a la gran repisa de El Coraz\u00f3n, donde encontramos un tesoro que nos apresuramos a repartir: un gal\u00f3n de agua. A partir de ah\u00ed, por la ruta Salath\u00e9 se asciende muy poco pero se avanza mucho hacia la izquierda, hasta uno de los lugares claves: el gran p\u00e9ndulo de Hollow Flake, un sitio bastante delicado y a partir del cual el retorno no era imposible pero s\u00ed tan problem\u00e1tico que era mejor seguir subiendo. <\/p>\n

Se trataba de dejar bajar colgado al que iba en punta unos veinte metros tal vez; colgado como estaba, deb\u00eda correr por la pared de un lado al otro hasta alcanzar una grieta donde el escalador se tendr\u00eda que meter y evitar su retroceso. En ese momento quien lo asegurara tendr\u00eda que dejar correr un poco m\u00e1s de cuerda para ayudarle. Entonces comenzaba lo m\u00e1s dif\u00edcil: subir\u00eda por espacio de treinta metros hasta llegar a una repisa… sin anclaje de ninguna especie en toda esa distancia.<\/p>\n

Si llegara a desprenderse, caer\u00eda treinta metros hasta quedar suspendido de la cuerda y qui\u00e9n sabe lo que le pasar\u00eda con semejante impacto. Toda Salath\u00e9, pero en especial ese p\u00e9ndulo, deb\u00eda hacerse sin fallas de ning\u00fan tipo.<\/p>\n

A menudo, cuando voy a comenzar a escalar, me sudan las manos; s\u00f3lo cuando se trata de algo importante aparece una sensaci\u00f3n de cosquilleo en las palmas de las manos. Pero esa fue la primera, y hasta ahora la \u00fanica, ocasi\u00f3n en que el cosquilleo se produjo con una violencia tal que me rascaba las palmas sin ser yo quien escalaba.<\/p>\n

En esta ocasi\u00f3n me tocaba estar al otro extremo de la cuerda. No podr\u00eda ver nada del avance ni de los problemas que tuviera Eduardo. Ambos sab\u00edamos que en ese lugar el papel m\u00e1s importante lo jugaba el segundo. Por eso, cuando tom\u00f3 la cuerda y me la dio con un “aseg\u00farame”, sent\u00ed que me entregaba toda su seguridad, el \u00e9xito de la escalada, en una palabra: su vida.<\/p>\n

No ver\u00eda nada porque la roca lo impedir\u00eda y tendr\u00eda que hacer todas las maniobras al puro tacto. Sabr\u00eda cu\u00e1ndo empezar\u00eda a correr por la pared, cu\u00e1ndo se sujetar\u00eda a esa inc\u00f3moda grieta para ascender, cu\u00e1ndo llegar\u00eda… Pero lo m\u00e1s importante, puesto que tampoco lo escuchar\u00eda, era saber cu\u00e1ndo estaba en peligro de caer, para recuperar toda la cuerda posible.<\/p>\n

La cuerda se pone tensa cuando Eduardo se cuelga de ella. “B\u00e1jame”. Lo hago descender poco a poco, metro a metro hasta completar casi la mitad de la cuerda, algo as\u00ed como veinte metros, tal vez m\u00e1s. “\u00a1Ya!” Detengo todo y comienzo a sentir la cuerda tensa y en movimiento: Eduardo comienza a correr.<\/p>\n

Volteo hacia abajo y veo a los turistas api\u00f1ados. \u00a1Buen espect\u00e1culo estar\u00e1n presenciando ahora! Me imagino a mi compa\u00f1ero: corre a la izquierda, acerc\u00e1ndose cada vez m\u00e1s a la grieta por donde ha de subir.<\/p>\n

Nunca antes tuve una noci\u00f3n clara de cu\u00e1n desarrollado puede estar el sentido del tacto. El hilo de nylon que tengo entre las manos une a una persona con otra, un sentimiento con otro, casi siempre id\u00e9ntico. La cuerda se mueve, pero es dif\u00edcil captar ese movimiento con la vista; s\u00f3lo el tacto y la imaginaci\u00f3n entran en juego.<\/p>\n

Cuando yo pas\u00e9 por ah\u00ed me di una idea de lo que significaba pasar primero y de lo excesivamente problem\u00e1tico que ser\u00eda regresar por ah\u00ed. En el primer caso, no hab\u00eda punto de comparaci\u00f3n porque yo llevaba una cuerda de la cual pend\u00eda todo el tiempo y jam\u00e1s podr\u00eda tener una ca\u00edda. En cuanto al regreso, nos era del todo inaceptable, sobre todo desde ese punto.<\/p>\n

Cuando llegu\u00e9 con \u00e9l, me dio la mano y nos felicitamos. Ahora todo es hacia arriba. Este es el segundo d\u00eda m\u00e1s importante de la escalada.<\/p>\n

Nos sucedimos por tres largos de cuerda m\u00e1s, pero no hab\u00edamos avanzado lo suficiente, no lo que quer\u00edamos ni tampoco lo necesario. Entonces decidimos escalar de noche. Lo har\u00eda quien estuviera m\u00e1s descansado y de preferencia en tramos no muy dif\u00edciles o los que fuesen artificiales.<\/p>\n

Ese d\u00eda, el segundo, comprobamos lo que present\u00edamos desde el d\u00eda anterior: Mauricio, quien hasta el momento no hab\u00eda escalado un solo metro, no daba indicios de querer hacerlo. As\u00ed, todas las noches escal\u00e9 yo.<\/p>\n

La noche no fue tan c\u00f3moda como la anterior porque no ten\u00edamos repisa donde acomodarnos. Eduardo baj\u00f3 cien metros hasta un lugar plano mientras nosotros qued\u00e1bamos en la pared inclinada. \u00bfImposible dormir ah\u00ed? Asegurados como est\u00e1bamos, nos sentamos en las sillas de nylon y coloqu\u00e9 unas anillas para que pudi\u00e9ramos tener los pies estirados. En toda la noche s\u00f3lo me despert\u00e9 una vez para escuchar a Mauricio maldiciendo todo: “\u00a1No s\u00e9 como puedes dormir!” Pero en lo que \u00e9l velaba, pude dormir tranquilamente.<\/p>\n

Capitan Spire<\/strong><\/p>\n

El tercer d\u00eda s\u00f3lo avanzamos cuatro largos de cuerda por culpa m\u00eda. Desde que le\u00ed su descripci\u00f3n, una parte de la ruta me hab\u00eda llamado la atenci\u00f3n: El O\u00eddo, un problema diferente a todo lo que hab\u00eda encontrado en otras paredes: se trataba de un techo muy raro porque estaba inclinado tanto que formaba una especie de cueva. Como no se pod\u00eda atravesar, hab\u00eda que rodearlo haciendo oposici\u00f3n en las paredes mientras abajo aparec\u00edan, diminutos, los \u00e1rboles de 50 metros de altura. Era un paseo vertiginoso que no pude hacer tras muchos intentos. Perdimos un par de horas en ese tramo.<\/p>\n

Luego vinieron 40 metros que nos detuvieron todav\u00eda m\u00e1s tiempo. Deb\u00edan subirse en escalada artificial y el avance fue lento, pesado. Nuestra recompensa fue dormir en la repisa amplia del Capitan Spire, una columna de treinta metros de alto que se separa ligeramente de la pared y que termina algo aplanada.<\/p>\n

Ya no ve\u00edamos a los escaladores suizos que hab\u00edan estado unos 200 metros por encima de nosotros durante todo el d\u00eda. Por la ma\u00f1ana se hab\u00eda ca\u00eddo el puntero y el esc\u00e1ndalo de la ca\u00edda nos hizo pegarnos totalmente a la roca: dos segundos despu\u00e9s, pasaban zumbando junto a nosotros algunos objetos que chocaron m\u00e1s abajo: por su sonido met\u00e1lico supimos entonces que eran clavos. De alguna manera, la tapa de su c\u00e1mara fotogr\u00e1fica lleg\u00f3 a nosotros sin destrozarse. <\/p>\n

En otra direcci\u00f3n de la pared escuch\u00e1bamos la m\u00fasica que la grabadora de unos escaladores neoyorquinos emit\u00eda en la ruta El Escudo.
\n El hambre comenz\u00f3 a atosigarnos con mayor fuerza que los d\u00edas anteriores. Pero eso es nada comparado con la sed. A\u00fan racionando el agua, cada d\u00eda tomamos menos. El c\u00e1lculo que hab\u00edamos hecho de escalar la ruta en cuatro d\u00edas fue bastante optimista. Tambi\u00e9n sufr\u00ed mi primer ca\u00edda al escalar de noche. No me dio tiempo de saber lo que suced\u00eda hasta que estuve colgado, con m\u00e1s de 600 metros de vac\u00edo bajo mis pies.<\/p>\n

Escalada artificial<\/strong><\/p>\n

Durante el cuarto d\u00eda ya comenzaba a fastidiarme nuestro p\u00fablico. A los pies del Capit\u00e1n hay un peque\u00f1o valle totalmente plano y sin m\u00e1s vegetaci\u00f3n que pasto. Todos los d\u00edas, desde muy temprano, desfilaban turistas de todas clases con binoculares, c\u00e1maras fotogr\u00e1ficas y hasta con telescopios para observar el avance de los escaladores. De hecho, es una de las principales atracciones de Yosemite, aunque quienes vean no sepan absolutamente nada de escalada.<\/p>\n

Pero los envidi\u00e1bamos porque junto a ellos corr\u00eda el r\u00edo Merced. Zambullirse ah\u00ed y despu\u00e9s comer era nuestro sue\u00f1o cuando no escal\u00e1bamos y record\u00e1bamos que ten\u00edamos sed y hambre. <\/p>\n

Este es otro d\u00eda, otro largo de cuerda, otra escalada artificial lenta.<\/p>\n

A los veinte metros me doy cuenta que me hace falta un clavo m\u00e1s grande para poder seguir y como s\u00f3lo traigo una nuez, la m\u00e1s peque\u00f1a, trato de usarla. Es muy chica, pero pedir equipo a mis compa\u00f1eros es perder tiempo y ganar sed. Vuelvo a meterla en la grieta pero esta vez la giro hasta que sus dos orillas tocan los bordes de la roca y voy poniendo el peso de mi cuerpo poco a poco. La nuez baja a la misma velocidad con que la presiono pero llega a detenerse. No debo estacionarme mucho tiempo en ella porque si llega a girar un poco \u2014y eso puede suceder en cualquier momento\u2014
\n volar\u00e9 hacia abajo. El siguiente clavo lo pongo con rapidez y me levanto en \u00e9l. La nuez, misteriosamente, sigue en la posici\u00f3n que la puse.<\/p>\n

Sin embargo, no hay de qu\u00e9 asombrarse. Cuando decidimos escalar la Salath\u00e9 estudiamos con mucha atenci\u00f3n el mapa de la ruta. De hecho, puede decirse que ya hab\u00edamos escalado la ruta cientos de veces antes de tocar la roca. Desde entonces nos dividimos el trabajo: Eduardo, con mayor peso y m\u00e1s experiencia, se especializar\u00eda en escalada libre y yo, m\u00e1s ligero, me dedicar\u00eda a perfeccionar la escalada artificial.<\/p>\n

Lo que acabo de hacer fue uno de tantos ejercicios que hice en M\u00e9xico. A Eduardo no deja de impresionarle ese anclaje y me lo dice cuando llega conmigo: “\u00a1Eres un suicida!”. Era un A3 y ese es el grado m\u00e1ximo en artificial de esta ruta.<\/p>\n

La cuarta noche la pasamos en la diminuta repisa Sous le toit<\/em> donde cupimos los tres sentados junto al costal. Las caras de mis compa\u00f1eros estaban delgadas, macilentas. La de Eduardo m\u00e1s. Seguramente yo luc\u00eda como ellos. Est\u00e1bamos bajo la \u00faltima parte de la pared a casi 800 metros de altura. Nos separaban siete largos de cuerda de la cumbre.<\/p>\n<\/div>\n

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\n

Lejos de la vertical<\/strong> <\/p>\n

Estoy sentado en mi silla, pendiendo de los bolts en el vac\u00edo. Un largo de cuerda abajo est\u00e1 Mauricio, uno arriba, Eduardo, quien se ha dedicado a ir en la punta todo el d\u00eda. Es la primera vez que se hace esto de separarnos los tres pero ha sido preferible porque no hemos querido recargar los bolts con mucho peso.<\/p>\n

El d\u00eda ha sido infinito.<\/p>\n

Nos despertamos temprano con el despertador autom\u00e1tico: el est\u00f3mago. Eduardo comenz\u00f3 a escalar mientras yo acomodaba las bolsas de dormir en el costal. No quer\u00edamos perder tiempo porque entr\u00e1bamos a la parte de la ruta que era m\u00e1s dilatada: 120 metros de escalada artificial en desplome.<\/p>\n

No deb\u00edamos detenernos ah\u00ed.<\/p>\n

Si nos sorprend\u00eda la noche en medio de esa gigantesca placa de granito, tendr\u00edamos que seguir escalando.<\/p>\n

La pared es de esas que se escalan hasta que se acaban. No puede haber intermedios. \u00bfCu\u00e1ntas horas? Las que fueran.<\/p>\n

Y ahora estamos aqu\u00ed.<\/p>\n

El plan hab\u00eda sido que Eduardo subiera solamente el primer tramo y los dem\u00e1s me correspond\u00edan. Pero la reuni\u00f3n no dejaba lugar a dudas. Bajo el techo de cinco metros, no pude rebasar a mi compa\u00f1ero y tuvo que continuar colocando clavo tras clavo y, yo tras \u00e9l, quit\u00e1ndolos.<\/p>\n

Me hab\u00eda dicho que no dejara un solo clavo en la pared porque arriba los pod\u00edamos necesitar, as\u00ed que los quit\u00e9 todos. Ahora que le toca subir a Mauricio, pienso que no deb\u00ed haber quitado los del techo porque el p\u00e9ndulo que har\u00e1 ser\u00e1 aterrador. Lo veo salir con velocidad hacia el vac\u00edo. Como una ara\u00f1a, regresa una y otra vez hasta quedar estable en la vertical.<\/p>\n

Solamente a tres metros de m\u00ed puede tocar nuevamente la pared. Est\u00e1 p\u00e1lido y me maldice. Pero la risa no me deja. All\u00e1 arriba, Eduardo tambi\u00e9n r\u00ede.<\/p>\n

Llegamos a una repisa un tanto ancha y bastante larga: Long Ledge<\/em>. Era el crep\u00fasculo.<\/p>\n

Al otro d\u00eda saldr\u00edamos de la pared. Nos quedaban tres largos de cuerda por escalar y esa ser\u00eda, con toda seguridad, la \u00faltima noche en el Capit\u00e1n.<\/p>\n

No dejaba de parecerme incre\u00edble que bajo nosotros quedara todo aquello por lo que hab\u00edamos pasado: un esfuerzo sin precedentes para los tres. Hab\u00edamos pasado hambre, sed y fatigas y s\u00f3lo entonces empez\u00e1bamos a sentirnos \u2014tambi\u00e9n\u2014 cansados psicol\u00f3gicamente. Era cansado pensar en lo que faltaba, fallaban ya nuestros movimientos m\u00e1s finos y sab\u00edamos que pod\u00edamos cometer un error en cualquier momento. Por eso est\u00e1bamos alerta.<\/p>\n

Y eso nos cansaba m\u00e1s todav\u00eda.<\/p>\n

Es de noche, nos cobijan las estrellas y no tengo hambre. Durante el d\u00eda hemos tomado un litro y medio de agua entre los tres y guardamos medio litro para el d\u00eda siguiente. Estoy cansado, pero no puedo dormir. Siento todos los poros de la percepci\u00f3n abiertos. Casi puedo decir que veo todos los detalles de la roca, de las caras de mis compa\u00f1eros…<\/p>\n

Estamos al l\u00edmite de nuestras fuerzas y debemos esforzarnos todav\u00eda m\u00e1s. Eduardo y Mauricio duermen en la repisa. El primero est\u00e1 sumamente cansado; el segundo, aterrado pese \u2014o tal vez por eso\u2014 a no haber escalado un solo metro. Treinta y tres largos de cuerda los ha subido con ascensores mec\u00e1nicos… Todav\u00eda le faltan tres.<\/p>\n

\u00bfEl final?<\/strong><\/p>\n

\u2014\u00a1No subas por ah\u00ed; se ve m\u00e1s f\u00e1cil por este lado!
\n
\n \u2014Dime: \u00bfqui\u00e9n est\u00e1 escalando? \u00a1Qu\u00edtate de mi cuerda! <\/p>\n

Estamos a 50 metros de la cumbre y puede parecer incre\u00edble que est\u00e9 ocurriendo, pero s\u00ed: se est\u00e1n peleando.<\/p>\n

Aunque no he participado en la disputa, todos estamos extremadamente susceptibles. Cinco d\u00edas de escalar, de pasar hambre y de controlar a fuerza de voluntad la sed, han hecho mella en nosotros.<\/p>\n

Por fin, Eduardo sube, se detiene cuatro metros antes de que la pared termine y me deja pasar adelante. Subo y llego a una parte plana y bastante extensa. Con todo el equipo que cargo, doy tres pasos hacia un buen \u00e1rbol pero al instante me mareo. Estoy demasiado d\u00e9bil para caminar, as\u00ed que llego arrastr\u00e1ndome al arbolito.<\/p>\n

\u00a1La cumbre! \u00bfQu\u00e9 significa la cumbre? \u00bfEl final de los suplicios? \u00bfEl buen t\u00e9rmino de una ascensi\u00f3n? No lo s\u00e9. En realidad me da tristeza haber llegado primero porque quien merec\u00eda haberlo hecho es Eduardo. Nadie m\u00e1s que \u00e9l.<\/p>\n

En este momento se agolpan todas las emociones vividas en estos seis d\u00edas y vislumbro a Eduardo como la persona que hizo posible esta ascensi\u00f3n. Nos anim\u00f3 a seguir cuando sospechaba que pens\u00e1bamos en bajar, correg\u00eda fallas, hac\u00eda bromas, nos hac\u00eda sentir a la pared como parte nuestra. Llegu\u00e9 a estar tan a gusto que ahora me siento extra\u00f1o en este terreno en que solamente se camina.<\/p>\n

\"\"<\/p>\n

Una vez juntos los tres, nos sentamos a ver el valle. Aqu\u00ed arriba estamos solos. Es un mundo sin aplausos, sin p\u00fablico, sin felicitaciones de nadie que no haya pasado lo mismo que nosotros. Estamos tan cansados que ni siquiera entre nosotros hay saludos o exclamaciones. Pero los tres, cada uno a su manera, estamos orgullosos de nosotros mismos, como individuos, como cordada. <\/p>\n

\u00a1Hemos escalado el monolito m\u00e1s grande del mundo por la ruta m\u00e1s hermosa: la Salath\u00e9!<\/p>\n

Mientras miramos el valle alcanzo a comprender lo que significa una cumbre: el compromiso para seguir hacia otra.<\/p>\n

\u00bfAd\u00f3nde ser\u00e1 la pr\u00f3xima? <\/p>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

En septiembre de 1979, Eduardo Mosqueda, Carlos Rangel y Mauricio López, realizaron el primer ascenso mexicano a la Salathé Wall, en el Capitán, en el Valle de Yosemite, California. Aunque el primer ascenso por mexicanos a esa pared data de 1971, El Capitán seguía siendo un mito: inalcanzable. Pero seguía siendo un reto a vencer. Después de este ascenso, la pared ha sido escalada por muchas cordadas mexicanas y cada vez se proponen rutas más difíciles. El relato del primer ascenso a la Salathé por mexicanos fue publicado en 1989 y ahora, a casi veinte años de distancia, se presenta en este boletín. Habrá que recordar que es otra época.<\/div>\n

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