Es poco conocido en la historia el épico ascenso al Aconcagua por un grupo de suboficiales del ejército argentino que erigieron en la cúspide de América los bustos de Perón y Evita junto a placas alusivas y el escudo justicialista.
La ascensión, realizada entre el 3 y el 6 de febrero de 1954 contó con la participación de 20 militares: Suboficial Principal Felipe Aparicio, Suboficial Principal Carlos Alberto Rodríguez, Sargento Ayudante Marcelino Arballo, Sargento Ayudante Miguel Grifol, Sargento Ayudante Andrés López, Sargento Ayudante Mauricio Rossi, Sargento Ayudante Julio Videla, Sargento Ayudante Elías Olivera, Sargento Primero Toribio Zárate, Sargento Primero Carlos Sosa, sargento Primero Angel Spetalieri, Sargento Primero Rodolfo Guarrochena, Sargento Primero Rufino Ruíz, Sargento Primero Luis Politi, Sargento Primero Luis Barroeta, Sargento Aldo Saavedra, Sargento Hugo Minardi, Sargento César Darvich, Sargento Juan Aguerreberry y Sargento Dardo Olivera.
La arista cimera, con la pared sur del Aconcagua, sombreada.
El busto de Perón llevaba una placa con la siguiente leyenda: “Al Gral. Perón: Dedican los suboficiales del Ejército Argentino este esfuerzo para que la cumbre más alta de América sirva de pedestal al más alto genio político del Continente. Este busto no debe ser retirado sino que debe permanecer en esta cima por los siglos de los siglos, para que el espíritu y las ideas del constructor de la Nueva Argentina, hermane a los pueblos de América.”
El de Evita decía: “A nuestra Compañera Evita, Jefa Espiritual de la Nación para que sea la cumbre del Aconcagua el altar intermedio entre nuestras plegarias de agradecimiento y el lugar de su eterno descanso. Este busto no debe ser retirado sino que debe permanecer en esta cima por los siglos de los siglos, para que el intenso amor que la Mártir del Trabajo profesó por la humanidad, se expanda por todos los pueblos del Orbe.”
El esfuerzo de estos soldados fue titánico pues además del gran peso de los bustos y las placas, cargaban cemento, bulones, herramientas, un pararrayos y otros enseres. El operativo fue coordinado por el entonces Secretario de Información Apold. Perón los condecoró y felicitó personalmente después. Andrés López, uno de los integrantes, fue luego Jefe de Seguridad de Perón. En el exilio confió su propia seguridad en sus suboficiales.
La cumbre del Aconcagua
Con la llegada de la “Revolución Libertadora”, el Gral. Aramburu decidió retirar los bustos. Corría el mes de febrero de 1956. Para ello se formó un grupo de suboficiales que realizarían esta tarea. De ellos comenta López: “incluso participó un suboficial sin escrúpulos que había estado presente en la expedición del 54.”
Como Perón, Aramburu los condecoró. Sin embargo, parecía que la misma naturaleza demostraba su enojo ya que en los meses de diciembre de 1955 y enero 1956 las intensas nevadas y el viento impidieron su labor.
Subieron desde el Refugio Presidente Perón, rebautizado como Independencia y llegaron a la cima cinco suboficiales, incluyendo el que había participado en la anterior ascensión y que tuvo principios de congelamiento por los cuales debió mudarse a una zona de clima propicio para su recuperación.