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Montañismo y Exploración
Ascenso al Denali, la montaña más fría del mundo
1 septiembre 2009

El Denali, la montaña más fría del mundo, es el objetivo de muchos montañistas, sobre todo de aquellos que van en pos de las Siete Cimas. En este relato, Andrea Cardona nos entrega el relato de sus vivencias al ascender el Denali.







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Al tercer día George, un canadiense bonachón y grandote se siente debilitado. A una hora de llegar al Campo 2, admite que no puede seguir más. Estamos en medio de una tormenta de nieve y la visibilidad es muy escasa. Chris decide que acamparemos allí mismo. Manoel cuestiona a Chris porque no está de acuerdo con su decisión. Manoel sugiere seguir hasta el Campo 2 y que el peso que George lleva se distribuya entre todos para que logre llegar, pero la decisión ya está tomada.

Campo 3 con mal tiempo.

Hay mucho viento. Todos nos ayudamos unos a otros pero en el fondo sentimos que el esfuerzo es inútil. George además de no tener mucha experiencia en montaña es el más lento del grupo, esta sobrepasado de peso y tiene un estilo de vida sedentario. Yo siento que es injusto que las personas que sí nos preparamos y entrenamos muchísimo tengamos que estar condicionadas a el único del grupo que no lo está. Con grandes esfuerzos montamos el campo.

Después de un rato dentro de las carpas llega Chris a nuestra carpa. Nos pregunta si confiamos en sus decisiones porque tiene la impresión que no concordamos con él. Le contamos sobre nuestros miedos y frustraciones con respecto a George. Chris sólo nos responde que él sabe lo que hace, que tiene mucha experiencia en la montaña y que tratemos de confiar en él. Manoel y yo hablamos después de ese episodio. Estamos acostumbrados a ser guías y no a ser guiados. Con la experiencia que tenemos en escaladas tendremos dificultad en seguir reglas y decisiones de otro guía. Debemos admitir que no conocemos esa montaña y que si elegimos ser guiados más nos vale ponernos en nuestro lugar confiando en los guías y dejando de querer controlar la expedición a nuestro modo. Eso nos ahorrará estrés y conflictos futuros.

Un lindo atardecer sobre el Foraker.

A las 10 de la mañana del día siguiente el tiempo aún no mejora y la luz del sol aún no llega a calentar nuestro nido amarillo, que se mueve con el viento. En un rato, comenzamos a caminar y en cuanto sale el sol comenzamos a sudar y a quitarnos toda la ropa que podemos. El calor no cesa: estamos en un horno. No hay ni un poco de viento y el reflejo del sol en la nieve actúa como un espejo. Esta montaña no tiene ni lógica ni medias medidas. Aquí todo es extremo y hostil.

En el Campo 2, además de crear una plataforma para poner las carpas, hacemos un gran hoyo para la cocina y construimos una pared de hielo alrededor de nuestra cubeta-bacinica para tener un poco de privacidad en esos momentos. Después de cuatro horas nuestro nuevo hogar parece listo. El cielo se cierra de nuevo, pero con el tiempo que hemos tenido hasta ahora, con excepción del primer día, hasta me parece lo normal.

Buenas notícias: previsiones de buen tiempo para ir a Campo 4 y a la cumbre.

La caravana se mueve hacia el Campo 4.

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