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Montañismo y Exploración
Mujeres viajeras: nuevo portal en Internet

Pilar Tejera se ha dedicado durante años a escarbar en la literatura de viajes para encontrar a las mujeres que se dieron a la tarea de viajar como una forma de vida en pleno siglo XIX, cuando los viajes dieron "alas" a la curiosidad universal. La siguiente es una entrevista con la creadora del nuevo portal de mujeres viajeras.







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Hay muchas mujeres en tu lista, pero supongo que has encontrado pistas de muchas más mujeres, ¿las hay?

El rastro de todas esas mujeres, es inabarcable. A medida que se tira del hilo de la madeja se descubren más y más historias. Detrás de las viajeras o exploradoras que son famosas, hay innumerables historias anónimas, historias sorprendentes que, sin embargo, han quedado en el olvido: esposas de funcionarios, hermanas de oficiales destinados a las colonias, mujeres simplemente llevadas por su curiosidad, damas que rechazaron propuestas que hubiera hecho su existencia algo más fácil o segura, pero para las que la seguridad y su idea de libertad era una dicotomía difícilmente conciliable.

Fanny Bullock

Muchas de ellas sencillamente prefirieron volar llevadas por sus fantasías o partir en busca de sus propias quimeras aunque no supieran exactamente a qué distancia se encontraban éstas o que rumbo debían seguir. La mayoría regresaron sanas y salvas pero algunas  no volvieron para contarlo: la aventura de Mary Watson por ejemplo, es de las que acabó trágicamente.

En 1881 su esposo, un capitán escocés, la dejó varias semanas sola con un bebé de tres meses y dos sirvientes chinos aterrados en la isla de Lizard, frente a las costas australianas. Parece ser que el emplazamiento que eligieron para erigir su hogar, era considerado sagrado por los aborígenes de la isla, los Dingaal, lo que explicaría su ataque poco después. Los Dingaal asesinaron a sus criados y Mary, pudo escapar con su hijo y el único sirviente que sobrevivió a las heridas, adentrándose en el mar dentro de un bidón vacío. Mary fue hallada muerta varios meses más tarde en un arrecife de coral, junto a un diario en el que había relatado, día tras día, el desarrollo de aquel drama.

Fanny Bullock en una grieta

Son historias sorprendentes y a la vez universales,  que dejan una extraña sensación de dejá vú,  y que sin duda, merecerían ser llevadas a la gran pantalla.

¿Cuál de las mujeres viajeras te ha interesado más? ¿Por qué?

Siento preferencia por muchas de ellas: damas elegantes y serenas como la trotamundos Isabela Bird, que emociona con uno de los relatos más bellos que se hayan escrito sobre la península Malaya y una maravilla por la forma en que convirtió los viajes en un antídoto contra sus dolencias físicas y la depresión.

Me emocionan los relatos de algunas esposas sorprendidas o desencantadas por lo que prometía ser un paraíso y resultó un infierno de mosquitos y humedad; o las historias de algunas mujeres que podrían hablar mucho de soledad, como las misioneras perdidas en la inmensidad africana o en la espesura pegadiza de las ciénagas del Sureste Asiático.

Hay viajeras que me resultan simpáticas como Marian North, la pintora de flores convertida en trotamundos que dejó una estela de pinceles y  colores a su paso por el mundo. Siento una especial predilección por Ida Pfeiffer, una ama de casa austriaca que a sus casi 50 años recorrió el globo: en dos años, sola y sin dinero, cruzó el Atlántico, convivió con los indios del Brasil, dobló el Cabo de Hornos, atravesó el Pacífico, afrontó las revueltas xenófobas de China, remontó el Ganges y recorrió la India en camello antes de perderse por Asia Central viajando de caravana en caravana.  Lo curioso es que aún la quedaron ganas de aventura y dos años y medio después, repitió la hazaña eligiendo nuevas rutas.

Mary Kingsley

Pero sin lugar a dudas, si tuviera que elegir entre una, me quedaría con Mary Kingsley, la viajera por el África Occidental cuyas aventuras, a caballo entre un relato de suspense y un cuento infantil, fueron narradas por ella en clave de comedia. Mary Kingsley anduvo y anduvo, mucho más allá de los límites de la fatiga, restando trascendencia a cuanto le ocurrió, a la inexplicable aventura que protagonizó. De alguna forma, dejó un reguero de humor por África y a través de ella, África  descubrió sus propios métodos para sonreír. Mary Kingsley enamora por la simplicidad con la que narró sus aventuras.

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