Es curioso cómo un mismo acto puede tener significados muy distintos para diferentes personas. Para los chinos, llegar a la cumbre del Everest con la antorcha olímpica fue un paso clave para dar originalidad a las Olimpiadas. Para quienes están en el lado sur de la montaña, era el comienzo de su ataque a la cima. Para un tibetano, fue muy distinto: “en el momento en que vi encenderse la antorcha en la cumbre del Monte Everest, me sentí muy herido”. Y quizá todo su pueblo también.

El Everest, por la vertiente sur.

Hace poco, Alberto Peruffo invitó a la comunidad montañista a participar en una manifestación en contra de la violación de los derechos humanos en el Tíbet. Su proyecto pretendía que se elevaran columnas de humo rojo o anaranjado aproximadamente el mismo día, pero también se trataba de grabar la acción y con ello hacer una obra artística.

Las columnas de humo rojo comenzaron a elevarse en los Alpes y en varios países más lo harán el día de hoy. Se trata de una expresión única en la historia de las montañas y un gesto solidario con el pueblo tibetano.

Las primeras humaredas rojas en las montañas.

Mapa de ubicación de quienes respondieron al llamado de Alberto Peruffo

Los chinos, en la cumbre del Everest con la bandera de las Olimpiadas, de China y de las Olimpiadas en Beijing, 2008