La muerte de Edmund Hillary, el apicultor que llegó a la cima del Everest por primera vez y que luego convirtieran en caballero, ha causado una conmoción profunda en casi todo el mundo. Al día siguiente de su muerte, la estatua de Hillary colocada en Nueva Zelanda se llenaba de flores y mensajes. Pero además de Nueva Zelanda, fue increíble ver que en todos lados había reportajes. Quizá la gente se había dado cuenta de que no era un héroe en realidad, sino una persona tan sencilla que era mucho más venerable que un héroe en su pedestal.

El aeropuerto de Lukla

Cuando Hillary y Tenzing bajaron de la cima del Everest en 1953, hicieron un trato: no dirían quién había sido el primero en pisar la cumbre:

“…todos estuvimos de acuerdo en que, puesto que formábamos un equipo que compartía las tareas en la montaña, diríamos que habíamos alcanzado la cumbre juntos… Esta cuestión ha sido debatida en todo el mundo durante muchos años y supongo que la gente seguirá planteándosela en el futuro. Por fortuna es una cosa intrascendente, puesto que los dos podemos atribuirnos el mérito del triunfo” (autobiografía, p. 32)

El aeropuerto de Lukla, visto desde el aire.

El trato seguirá manteniéndose vigente en el Himalaya, donde el aeropuerto de Lukla será llamado próximamente “Aeropuerto Hillary-Tenzing”. La mayoría de quienes han ido al Everest ha tenido que aterrizar en ese aeropuerto.

El hijo de Tenzing hace una ofrenda a Edmund Hillary el día 11 de enero de 2008. Junto con su padre, fueron los dos hombres que llegaron primero a la cima del Everest.