En realidad todo comenzó cuando a Rafa se le ocurrió convocar unas subvenciones para actividades invernales (como se ve somos una vÃctima más de la capacidad de Rafa para meter en lÃos a la gente). Zoilo hizo un proyecto en el que ponÃa que Ãbamos a hacer la Norte del Taillón y alguna cascada de Gavarnie, y nos dieron 12,500 pts. Que nos tomamos como un viento favorable en nuestra ruta.
Pero todo eso ha pasado ya, y ahora sólo puedo recordarlo, o sea jugar con las imágenes que me he ido haciendo. Y eso es lo que por fin he empezado a hacer, aprovechando que esta tarde hay tormenta de primavera, y es que aunque pueda parecer extravagante, el mejor momento para escribir o hacer mapas y recordar y todo eso, es en medio de una tormenta; por ejemplo, viendo como resbalan las gotas por los cristales se deja oÃr ese tonillo Ãntimo y un tanto irreal que es indispensable para tener una experiencia estética, y es que, cómo no, recordar es un arte. Y no sólo eso. Se dice que hay gente que vive del recuerdo. Y Ortega le escribe a Zenobia CamprubÃ: Â?No hay sino anhelos señora, lo demás no existe, por lo menos no existe vitalmente. Realidad vital únicamente la tienen los objetos cuando en ellos se prende nuestro deseo o nuestra nostalgiaÂ?. Y que: Â?Tener las cosas no nos importa; nos importa aspirar a ellas o echarlas de menos cuando se han idoÂ?.
Claro es que hay una diferencia entre el simple recordar y el echar de menos. Y que las cosas sólo se rinden ante aquellos que de alguna manera les prometen echarlas de menos cuando las dejen.
Es cierto, me acuerdo que Zoilo me dijo en el refugio de la brecha de Rolando: Â?No sé tú, pero yo desde luego me lo merezcoÂ?. Y se notaba la importancia que le daba a lo que Ãbamos a hacer y la firmeza de su decisión, que habÃa ido creciendo y fortaleciéndose alimentada de sueños. HabÃa algo grande dentro de nosotros, algo que se volvÃa inquieto y tenso, era lo que nos habÃa traÃdo hasta aquÃ, y que al dÃa siguiente Ãbamos a soltar sin condiciones, sin seguros, pues habÃamos acordado no usar cuerdas.
Fue un dÃa fantástico que comenzó a clarear cuando nosotros comenzábamos el corredor de entrada a la pared norte del Taillón, y que al final acabarÃa bajo tierra, escalando cascadas de hielo en la Gruta de Casteret.
Desde el principio fue un dÃa prometedor; mientras amanecÃa, la luz cambiaba a cada momento y hacÃa que todo apareciese de un modo extraño y olvidado, como si fuese el principio del mundo, y sin embargo, yo no paraba de repetirme a mà mismo: Â?¡ahora! ¡ahora!Â?. Pues yo estaba allÃ, y me azoraba un poco al sentir como si me hubiera colado sin derecho en alguna leyenda o en algún tiempo que no me pertenecÃa, pero por otro lado sentÃa que ese momento me habÃa estado esperando, que era para mÃ, que me pertenecÃa porque yo lo habÃa inventado. Y sabÃa que la manera de hacerlo, de tomarse esa contradicción, era con la naturalidad que se toma todo en los sueños, donde todo es normal por extraño que te parezca cuando te despiertas.
Por ejemplo, me acuerdo de la gruta Casteret: nunca he tenido una sensación tan clara de estar haciendo algo prohibido. Como si las cascadas de hielo fueran algo sagrado o fueran el tesoro de algún dragón. Y esperaba a cada momento que saliera de algún pasadizo algo monstruoso y dijera con rabia: Â?¡eh! ¡Dos intrusos escalando una de mis cascadas de hielo!Â?. Y entonces Zoilo le mirarÃa con cara de Cumbayá y le dirÃa algo desconcertante: Â?Doctor Livingstone, supongoÂ?. Y en medio del desconcierto nos darÃa el tiempo justo para escapar de su terrible aliento congelante, que convertÃa en hielo todo lo que toca.
¿Dragones que en vez de echar fuego congelan todo lo que tocan? Esto es el mundo al revés. Quizás deberÃa atenerme a los hechos y evitar asà perderme en mis fantasÃas. Pero la verdad, es un poco deprimente evitar cosas continuamente y además hay que tener en cuenta que la imaginación es la parte decisiva de uno mismo, quiero decir que es como el cuarto de tomar decisiones, porque el que decides eres tú por supuesto. Pero para elegir tienes que imaginar lo que va a pasar. Se elige entre fantasÃas, y por ejemplo, la clase de alpinista que quieres ser tienes que imaginártela. Además éste es el tiempo de imaginar, o sea, mientras cuentas cosas o lees en tu casa, pues las palabras aunque se refieran a las cosas mismas sólo nos traen imágenes. Aunque se dice que mediante conjuros o canciones mágicas se pueden obtener cosas de verdad.
Páginas: 1 2 3 4