follow me
Montañismo y Exploración
EL ALPINISTA SECRETO
1 enero 2006

Todo montañista tiene un comienzo y casi siempre lo queremos expresar de una forma u otra. Alfonso Vizán lo logra en esta narración donde no habla de la montaña, sino del hombre de ciudad que tiene una vida cotidiana y que se ve atraido por las alturas. Relato con una gran calidad literaria, es fascinante y un buen retrato de casi todos los montañistas.







  • SumoMe

En realidad todo comenzó cuando a Rafa se le ocurrió convocar unas subvenciones para actividades invernales (como se ve somos una víctima más de la capacidad de Rafa para meter en líos a la gente). Zoilo hizo un proyecto en el que ponía que íbamos a hacer la Norte del Taillón y alguna cascada de Gavarnie, y nos dieron 12,500 pts. Que nos tomamos como un viento favorable en nuestra ruta.

Pero todo eso ha pasado ya, y ahora sólo puedo recordarlo, o sea jugar con las imágenes que me he ido haciendo. Y eso es lo que por fin he empezado a hacer, aprovechando que esta tarde hay tormenta de primavera, y es que aunque pueda parecer extravagante, el mejor momento para escribir o hacer mapas y recordar y todo eso, es en medio de una tormenta; por ejemplo, viendo como resbalan las gotas por los cristales se deja oír ese tonillo íntimo y un tanto irreal que es indispensable para tener una experiencia estética, y es que, cómo no, recordar es un arte. Y no sólo eso. Se dice que hay gente que vive del recuerdo. Y Ortega le escribe a Zenobia Camprubí: �No hay sino anhelos señora, lo demás no existe, por lo menos no existe vitalmente. Realidad vital únicamente la tienen los objetos cuando en ellos se prende nuestro deseo o nuestra nostalgia�. Y que: �Tener las cosas no nos importa; nos importa aspirar a ellas o echarlas de menos cuando se han ido�.

Claro es que hay una diferencia entre el simple recordar y el echar de menos. Y que las cosas sólo se rinden ante aquellos que de alguna manera les prometen echarlas de menos cuando las dejen.

Es cierto, me acuerdo que Zoilo me dijo en el refugio de la brecha de Rolando: �No sé tú, pero yo desde luego me lo merezco�. Y se notaba la importancia que le daba a lo que íbamos a hacer y la firmeza de su decisión, que había ido creciendo y fortaleciéndose alimentada de sueños. Había algo grande dentro de nosotros, algo que se volvía inquieto y tenso, era lo que nos había traído hasta aquí, y que al día siguiente íbamos a soltar sin condiciones, sin seguros, pues habíamos acordado no usar cuerdas.

Fue un día fantástico que comenzó a clarear cuando nosotros comenzábamos el corredor de entrada a la pared norte del Taillón, y que al final acabaría bajo tierra, escalando cascadas de hielo en la Gruta de Casteret.

Desde el principio fue un día prometedor; mientras amanecía, la luz cambiaba a cada momento y hacía que todo apareciese de un modo extraño y olvidado, como si fuese el principio del mundo, y sin embargo, yo no paraba de repetirme a mí mismo: �¡ahora! ¡ahora!�. Pues yo estaba allí, y me azoraba un poco al sentir como si me hubiera colado sin derecho en alguna leyenda o en algún tiempo que no me pertenecía, pero por otro lado sentía que ese momento me había estado esperando, que era para mí, que me pertenecía porque yo lo había inventado. Y sabía que la manera de hacerlo, de tomarse esa contradicción, era con la naturalidad que se toma todo en los sueños, donde todo es normal por extraño que te parezca cuando te despiertas.

Por ejemplo, me acuerdo de la gruta Casteret: nunca he tenido una sensación tan clara de estar haciendo algo prohibido. Como si las cascadas de hielo fueran algo sagrado o fueran el tesoro de algún dragón. Y esperaba a cada momento que saliera de algún pasadizo algo monstruoso y dijera con rabia: �¡eh! ¡Dos intrusos escalando una de mis cascadas de hielo!�. Y entonces Zoilo le miraría con cara de Cumbayá y le diría algo desconcertante: �Doctor Livingstone, supongo�. Y en medio del desconcierto nos daría el tiempo justo para escapar de su terrible aliento congelante, que convertía en hielo todo lo que toca.

¿Dragones que en vez de echar fuego congelan todo lo que tocan? Esto es el mundo al revés. Quizás debería atenerme a los hechos y evitar así perderme en mis fantasías. Pero la verdad, es un poco deprimente evitar cosas continuamente y además hay que tener en cuenta que la imaginación es la parte decisiva de uno mismo, quiero decir que es como el cuarto de tomar decisiones, porque el que decides eres tú por supuesto. Pero para elegir tienes que imaginar lo que va a pasar. Se elige entre fantasías, y por ejemplo, la clase de alpinista que quieres ser tienes que imaginártela. Además éste es el tiempo de imaginar, o sea, mientras cuentas cosas o lees en tu casa, pues las palabras aunque se refieran a las cosas mismas sólo nos traen imágenes. Aunque se dice que mediante conjuros o canciones mágicas se pueden obtener cosas de verdad.

Páginas: 1 2 3 4



 



Suscríbete al Boletín

Google + Facebook Twitter RSS

 

Montañismo y Exploración © 1998-2023. Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con SIPER
Diseño por DaSoluciones.com©