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Montañismo y Exploración
Mujeres y montañas
1 enero 2003


Durante siglos, las mujeres fueron relegadas a jugar roles específicos y, sobre todo, a no involucrarse en las actividades de los hombres. Pero ya desde los inicios del pirineísmo, las mujeres están presentes, desafiando a la dura crítica social y en ocasiones haciendo las cosas mejor que los hombres. Noveladas, están aquí ocho diferentes ascensiones de mujeres a los Pirineos. El presente libro fue ganador del Premio Desnivel en el 2001.







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Marta Iturralde. Mujeres y montañas. Nacimiento del pirineísmo femenino. Ediciones Desnivel. Madrid, 2002, 186 páginas. ISBN: 84-95760-84-1

Que las mujeres no se expongan en absoluto, en las altas montañas, a las fatigas, a los peligros extraños a su sexo, a lo que podría ser censurable! La timidez, el desmayo, son en ellas cosas naturales, a menudo graciosas y amables. Que dejen, pues, ese bastón de punta de hierro que, en sus manos, es vano y ridículo; que no finjan los gestos del hombre. Ellas pierden entonces todo el carácter de su sexo, sin adquirir el carácter viril.

Étienne-Gabriel Arbanère, cit. en p. 7


Así escribía en 1828 el autor de Cuadros de los Pirineos franceses sobre las incursiones que varias mujeres habían realizado a los Pirineos, desde la más simple caminata, que era juzgada severamente por las costumbres de la época, hasta los ascensos a diferentes montañas de la cordillera. Pero para entonces, el gesto de Arbanère era más de remedio moral que de advertencia real, pues las mujeres se habían internado en los Pirineos desde mucho tiempo antes.

Las incursiones en los Pirineos apenas habían iniciado y ya las mujeres tomaban un papel activo en ellas, mujeres que tuvieron que enfrentarse no sólo con la montaña, sino con un obstáculo más poderoso aún (los prejuicios sexistas de la época y de su clase social) y esto es muy importante.

Aunque se trata de ocho ascensos diferentes entre 1792 y 1858 (aunque sólo de siete mujeres, pues una de ellas ocupa dos de ellos), los capítulos introductorios muestran que hubo muchas más y aunque se da importancia primaria a la mujer uno se va enterando poco a poco de lo que son los Pirineos, como el “Monte Perdido, ese coloso escondido detrás de otros gigantes de hielo y roca”. (p. 33)

Con una buena selección de ascensiones, el detalle que falla notoriamente es el tratamiento literario a cada ascensión, lo que le proporciona una óptica que quizá no es de la época pero que definitivamente pertenece a la nuestra, lo que le quita mucha calidad. Me explico: de los relatos así expuestos, poco se puede rescatar que pueda ser creíblemente histórico salvo los nombres de los personajes, las fechas y las montañas. Es cierto que uno se divierte con algunas escenas, pero es lo menos del libro.

Claro que uno se siente ofendido de ver aseveraciones como la que introduce esta reseña y que en sí mismas son contradictorias. La cita que finaliza o la que finaliza el libro:

“En el curso de los veranos de 1864 y 1865, tenemos que mencionar cinco ascensiones de mujeres al Mont Blanc [...]. Estas ascensiones fueron todas felizmente ejecutadas y saludadas a su regreso por las ovaciones habituales. ¿Es preciso animar a este tipo de gimnasia muscular y pulmonar para la mujer? No es tal nuestra opinión. Aunque no haya sucedido nada malo en estas ascensiones, ordinariamente rodeadas de más cuidados y precauciones que para las demás, no se puede concluir que no puedan dejar en las heroínas de estos triunfos, huellas más o menos lamentables y conmociones orgánicas o repercusiones fatales en la constitución. Lo hemos escrito ya en las páginas precedentes y no tememos volverlo a repetir: la ascensión del Mont Blanc es una cosa seria; es muy raro que un alpinista, cualesquiera que sean las fuerzas de sus piernas y la constitución de sus pulmones, pueda llegar con pie seguro a la cumbre del coloso. De veinte viajeros, dieciséis no pueden justificar su presencia sobre las últimas cimas, sino después de haber sido arrastrados hasta allí por sus guías. ¿Cómo puede una mujer afrontar sin temblar fatigas parecidas?” (p. 177)

Ganadora del Premio Desnivel de literatura de montaña, viajes y aventura en su edición 2002, Mujeres y montañas tiene todavía un camino muy largo que recorrer antes de llegar a la calidad de Cuerdas Rebeldes, retratos de mujeres alpinistas, de Arantza López Marugán, ganadora también del Premio Desnivel en su versión 2001.

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