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Montañismo y Exploración
HISTORIA DEL MONTAÑISMO EN LA UNAM

Una breve historia del montañismo y la exploración en la Universidad Nacional Autónoma de México.







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EL DEPORTE ORGANIZADO

Con esa decisión, la sobrevivencia del montañismo en la misma Universidad, que significaba varios años de esfuerzo de muchas personas, estaba a punto de perderse. Fue Manuel Casanova quien, a principios de 1976, pidiera al ingeniero Cadaval "una oportunidad" para organizar a un grupo de estudiantes universitarios que en el lapso de un año hicieran una expedición al extranjero, con la única condición de que él fuera el responsable directo. Un año, sin embargo, era mucho tiempo, así que la propuesta se aceptó con la condición de que en seis meses existiera ya un grupo capaz física y técnicamente. La pregunta quedaba en el aire: si en el lapso de dos años no se había hecho nada, ¿podría hacerse en medio año?


La iniciativa de Casanova fue brillante: realizó propaganda para que los universitarios que así lo desearan pudieran tomar un curso de montañismo general, cuyo objetivo final sería realizar un recorrido por la Zona del Silencio, en el estado de Durango. Estaba tratando de hacer del montañismo un deporte en todo el amplio sentido de la palabra, organizado hasta en sus más mínimos detalles.


A tal curso se inscribieron 49 personas y aprobaron 44. Al finalizar el curso, gracias a un método de enseñanza escolarizada del montañismo, a un entrenamiento estable y continuo, a un objetivo común y a que la filosofía de los miembros del GEU había sido trasplantada a los nuevos montañistas, La Asociación de Alpinismo tenía gente: era una realidad que se hizo presente en la Zona del Silencio en agosto de 1976.


Los cursos se siguieron impartiendo en un método no ensayado hasta entonces: después del primer curso (que entonces se llamó media montaña, como en la antigua Escuela Nacional de Montaña, de donde Casanova había sido instructor), siguió uno de alta montaña.


Las antiguas discusiones del GEU sobre técnica y filosofía se encontraron nuevamente en la Escuela y hallaron un terreno fértil: los estudiantes. Así, surgieron polémicas en torno a si habría espeleología y al nombre real de la Asociación. ¿Era realmente posible ser una asociación de Alpinismo muy lejos de los Alpes?


Para solucionar el primer problema, Casanova invitó a Alejandrina Pérez Caesar para que impartiera el primer curso de espeleología en la UNAM. Entre sus alumnos estuvo Carlos Lazcano, quien después sería el principal promotor de esta disciplina deportiva en México.


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