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Montañismo y Exploración
Al límite
15 noviembre 2001


Las situaciones en la montaña no siempre son como uno espera y con frecuencia uno se ve enfrentado a grandes problemas al parecer insolubles y que llevan a una situación de supervivencia de la cual se sale sólo echando mano a todos los recuersos de los que se tiene y de los que uno ni se imagina. Frecuentemente es la desesperación o una furia de no poder salir lo que hace la diferencia. Al límite es una selección de relatos donde se leen la gran variedad de situaciones y soluciones que los montañistas han dado a algunas específicas. Altamente recomendable.







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Clint Willis. Al límite. Historias de supervivencia en las montañas más altas del mundo. Ediciones Desnivel, Madrid, 2001, 264 páginas, ISBN: 84-89969-95-7

 

Como podéis imaginar, crecí exuberante de cuerpo, pero con una mente sedienta y excitable. Quería algo más, algo tangible. Mi mente buscaba la realidad de manera intensa, siempre como si no estuviera allí... Pero ya veis lo que hago. Escalo.

John Menlove Edwards Carta de un hombre (cit. en p. 9)

La existencia en una montaña es simple. Rara vez en la vida se convierte en algo más simple: sobrevivir y esforzarse hacia la cumbre. La meta está sólida, tridimensionalmente allí. Puedes verla, tocarla, ponerte de pie sobre ella. El camino para alcanzarla está bien definido, toda tu energía va dirigida hacia ese logro. Es esa simpleza la que despoja a la civilización de su coraza y hace que lo que tiene sentido aflore más fácilmente: el placer de un compañerismo profundo, momentos de humor desinhibido, el sabor del infortunio, el lamento, la belleza, la alegría.

Tom Hornbein

Quizá lo más conocido del pequeño gran mundo del montañismo sean las gestas heroicas, aquellas donde los personajes mueren o se salvan por casi nada. Clint Willis se decidió a hacer una antología de este tipo de textos con un objetivo: "Este libro no incluye nada que no pueda considerarse buena prosa por méritos propios... Esta selección es para lectores que aprecien la buena literatura. Si además te gusta la montaña, tanto mejor." (p. 6)

La selección abarca tres tipos de relatos. El primero, de Jon Krakauer, es una escalada en Alaska donde no hay ninguna situación de supervivencia tal como lo muestra el subtítulo. Los dos últimos, de Shipton y Tillman, tampoco lo hacen. En el intermedio hay una serie de relatos que son muy llamativos por su contenido y por la fuerza con que están descritos. Buenos o malos escritores, quienes dejaron por escrito su vivencia dan muestra de varias características que al lector no montañista o al principiante pueden pasarle desapercibidas y que se encuentran con facilidad en esta antología en el camino a la cumbre. Greg Child, en el Broad Peak, comenta:

"Hay un estado de ánimo que a veces infesta a los alpinistas, cuando el resultado final cobra una importancia superior a todo lo que pueda deparar el futuro. Durante unos cuantos minutos u horas uno deja de lado todo aquello por lo que, hasta entonces, pensaba que merecía la pena vivir y se concentra en un paso arriesgado o en un tramo de terreno, que se convierte en lo único que importa. Este estado de ánimo es lo que hace del juego algo fantástico y temerario al mismo tiempo. Puesto que en esos momentos todo está en vilo, lo mejor que puede hacer uno es reconocerlos y no hacerse ilusiones sobre lo que puede haber al otro lado de la suerte." (p. 37)

Pero si surge un problema, las reacciones de los individuos son muy diferentes. ¿Qué hacer si ha ocurrido un accidente antes de la cima? David Roberts, en la escalada del Mount Foraker:

"Estábamos muy conmocionados. Discutimos si seguir o darnos la vuelta. Yo quería seguir. El accidente, si bien nos había dado un susto de muerte, no tenía por que afectar nuestra capacidad, dije yo. Tenía también la sensación de que si ahora nos dábamos la vuelta nos volveríamos irracionalmente temerosos y nunca querríamos volver a subir..." (p. 136)

Tom Hornbein, en el primer ascenso a la arista oeste del Everest:

"Bajarse ahora, incluso si pudiéramos hacerlo, sería descender a un futuro marcado por una enorme duda: ¿qué hubiera pasado? No era por lo que pensaran los demás, sino por nosotros mismos, sabiendo que podíamos haber dado más." (Tom Hornbein, p. 154)

La cima, aquello por lo que los alpinistas sueñan y luchan, es indecible, pero los diferentes autores tratan de hacerlo. Peter Boardman:

"Durante un instante, me sentí un dios, por encima del mundo. Pero ese sentimiento de ser invencible era una mera ilusión causada por el orgullo, porque aún teníamos que bajar." (p. 94)

Quien más se extiende en este episodio es David Roberts:

"No había nadie a quien contárselo. Quizá no había nada que decir. Todo lo que podíamos ver estaba inmóvil en el mudo esplendor del amanecer. No se movía nada, sólo nosotros estábamos vivos; hasta el viento se había olvidado de nosotros. Si hubiéramos podido escuchar a un pájaro cantando desde un árbol, o a una oveja balando en el valle, la quietud de la cumbre habría resultado familiar; ahora era diferente, perfecta. Era como si el mundo hubiera contenido la respiración para nosotros.

"Y que sólo éramos cuatro (cuatro no son tantos), y que probablemente dentro de ochenta años —y quizá dentro de cinco (puesto que escalar es riesgoso)— podríamos estar todos muertos, llevándose consigo, el último que muriera, un legado que ni siquiera la misma montaña podría atestiguar para siempre.

"Entonces pensé, al igual que lo había hecho cuando Matt y yo nos sentamos en el glaciar nada más aterrizar, que quería saber lo que sentían los otros y que no podía. Tratar de hablar de ello ahora hubiera parecido indecente, si compartíamos algo, era esa súbita sensación de calma y reposo. Para cada uno de nosotros, la cumbre que acabábamos de lograr suponía la culminación de ambiciones y deseos secretos que difícilmente podríamos haber articulado, aunque lo hubiéramos intentado. Y lo más seguro era que nuestros sueños fueran diferentes. Si hubiéramos podido conocer los sueños del otro, a lo mejor no habríamos sido capaces de trabajar tan bien juntos... Así que, quizá, las mejores cosas que pudieran ocurrir en la cumbre fueran las que podíamos ver, nada más." (p. 138-140)

También está el inicio de la tragedia, de eso épico que los protagonistas están a punto de emprender sin quererlo. Puede ser un vivac, una tormenta, una falla técnica. No importa las características, algo ha salido mal y comienza la supervivencia:

"No hay nadie para ayudarme. O bajo por mi cuenta o me muero. Sería tan fácil, morir; apenas tumbarse allí a descansar y enseguida el viento acabaría conmigo. Sería la cosa mas fácil del mundo, pero parecería una gran estupidez. No sirve de nada que alguien suba al Everest y luego se tumbe para morir." (Stephen Venables, p. 48)

"...nuestra perfecta expedición, en un capricho mecánico momentáneo, se había convertido en una prueba de miedo y pesadumbre..." (David Roberts, p. 144)

"Sin señales, sin adornos, las horas pasaban. Un intenso frío se nos colaba, haciendo que nos diéramos cuenta de que cada uno de nosotros estaba completamente solo. No podía hacer nada por Willi ni él por mí. Ya no había cordadas, apenas individuos, presos de su propio malestar, sus propios pensamientos, su propia voluntad de sobrevivir. Aún así, para mí, sobrevivir apenas era un pensamiento consciente. Nada que planear, nada por lo que luchar, nada que no fuera tiritar y esperar a que saliera el sol. Flotaba en una especia de sueño eterno, libre de planes, miedos y remordimientos... La muerte no tenia sentido, tampoco la vida. La supervivencia no era una preocupación, no era tema rediscusión. Sólo una mortecina impaciencia por que saliera el sol ataba mis pensamientos amorfos al futuro." (Tom Hornbein, p. 163)

De entre todas las condiciones, el montañista, el hombre, encuentra lo esencial: "Todas las pamplinas sobre ética, ego, competición y la fascinación de las grandes cumbres habían quedado a un lado para demostrar que al final todo se reduce a una cosa: la vida." (Greg Child, p. 41) En situaciones tan al límite hay, por supuesto, tensiones: "Vivir tan cerca de otra gente, cuando las condiciones distan de ser perfectas, produce inevitablemente cambios de humor y ausencia de modales." (Joe Tasker, p. 64)

Pero de todos modos, el hombre lucha: "...estábamos ufanos, no de pensar que habíamos vencido al viento, sino del sencillo compañerismo..." (Art Davidson, p. 102) "Hasta cuando nuestro futuro pareció incierto, no había tenido sitio en la cabeza para otra cosa que no fuera cómo salir de ese infierno. Sabía que podía tratar de engañarme con que debiera haber elegido otro tipo de vida, porque había tenido dudas antes y había regresado una vez y otra a las montañas. Con todo lo espantosa que era nuestra situación, éramos nosotros quienes la habíamos elegido." (Joe Tasker, p. 80)

Uno se siente tentado muchas veces a afirmar, junto con Herzog: "...las reservas de energía del ser humano, cuando se enfrenta a la muerte, son inagotables." (Maurice Herzog, p. 200), pero los relatos son mucho más tangibles que una mera teoría y demuestran que el montañismo es un deporte de riesgo, pero en donde aflora lo mejor del hombre.

Al límite es más que una antología de textos literarios bien escritos, un compendio de la voluntad del hombre por ir a la montaña y de sobrevivir en ella. Hay un par de detalles no cuadran completamente en el libro. Se presenta como una selección de escritos épicos y a no dudar, el relato de la ascensión invernal al McKinley es la más severa de todos ellos. Pero tanto la de Jon Krakauer como las de Shipton y Tillman no parecen ajustarse ni al título ni a las medidas de los otros relatos, salvo como buenos relatos.

El segundo es que todos los escritores, salvo Maurice Herzog, son de habla inglesa, y de ellos, Shipton y Tillman son ingleses mientras el resto son estadounidenses. Faltan, por ejemplo, los impresionantes relatos de Kurt Diemberger en el K2, de Messner en el Nanga Parbat o de Hermann Buhl en el mismo Nanga Parbat. Así que la antología, a pesar de tener excelentes relatos, no abarca en su totalidad a los relatos más intensos. Sin embargo se cuenta entre los más intensos de este tema, además de ofrecer una panorámica de las expediciones cuyos libros ya no se encuentran a la venta.


ERRATAS

Página 99. Se repite una línea de la página anterior.

Página 102. Línea 16, primera palabra, dice "ahuyando". Debe decir: "aullando".

Página 150, líneas 1 y 5, dice: "llebávamos". Debe decir: "llevábamos".

En la edición: el relato de Maurice Herzog sobre el Annapurna fue traducido directamente de la versión que Clint Willis presenta en su antología en inglés. Eso representa que fue traducido del francés al inglés y del inglés al español. Por otro lado, la traducción que se hace de los relatos de Herzog, Shipton y Tillman están en el español actual, por lo que hay varios términos que en ediciones primeras no aparecen. Comparadas las dos versiones, presentan una gran diferencia, por lo que es recomendable revisar las ediciones traducidas del francés al español o del inglés al español para no perder el sentido original del relato.




 



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