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Montañismo y Exploración
Mal de altura. Crónica de una tragedia en el Everest
1 abril 2000

La tragedia del Everest en 1996 es muy conocida por todos los detalles con los que sucedió. Krakauer, uno de los protagonistas y buen escritor, ofrece un análisis detallado de los acontecimientos.







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Jon Krakauer. Mal De Altura. Crónica de una tragedia en el Everest. Ediciones B (Biblioteca Grandes Viajeros), Barcelona, 1999. 368 páginas. ISBN: 84-406-9105-X.


. . En 1986, varios alpinistas quedaron atrapados por una tormenta durante cinco días. Estaban a ocho mil metros de altitud en la segunda montaña más alta del mundo: el K2. Sólo dos sobrevivieron (K2: el nudo infinito). El único gran problema que había originado todo fue la gran cantidad de personas a una gran altura. En mayo de 1996 sucedió una tragedia similar, pero esta vez fue en la montaña más alta del mundo: el Everest, pero a diferencia del K2, las víctimas no eran alpinistas de gran renombre o con una trayectoria que les hiciera merecedores de llegar a la cima más alta del mundo. Se trataba de clientes de expediciones comerciales y sus guías.

"En 1985 Dick Bass —un rico tejano de cincuenta y cinco años y escasa experiencia como escalador— fue conducido a lo alto del Everest por un extraordinario alpinista joven llamado David Breashears... La ascensión de Dick Bass lo cambió todo." (p. 46) "Bass demostró que el Everest estaba al alcance de la gente de a pie. El mayor obstáculo, dando por sentado que estás más o menos en forma y dispones de ingresos suficientes, es dejar temporalmente el trabajo y abandonar a la familia durante dos meses" (p. 47)

A partir de lo sucedido en el Everest, los alpinistas se han fijado mucho más en las expediciones comerciales y se han desatado polémicas en torno a la validez de su permanencia en las montañas más altas del mundo porque "ser invitado a una expedición al Everest era un honor que sólo recibía aquel que hubiera hecho un largo aprendizaje en picos menores, y el que llegaba a la cima entraba en el firmamento selecto de las estrellas del alpinismo." (Michael Kennedy, director de la revista Climbing (citado en la p. 46). Pero "el Everest ya no era sólo una montaña, sino también una mercancía..." (p. 109)

Mal de Altura es el relato hecho por Krakauer de lo que sucedió en 1996 en el Everest. Krakauer es un sobreviviente a esos acontecimientos, pero eso no le ha quitado un grado de objetividad en su relato y a pesar de ser él mismo alpinista de mucho tiempo, razona que "La cuestión de quién debe pisar el Everest y quién no debe hacerlo es más complicada de lo que pueda parecer a primera vista. El que un escalador haya pagado una gran suma de dinero para participar en una expedición guiada no significa necesariamente que no esté cualificado para moverse por la montaña." (p. 125)

¿Qué es ser un cliente de una expedición comercial al Everest? Krakauer lo describe así:

"...los momentos más gratificantes del alpinismo se derivan de la importancia que se da a la confianza en uno mismo, a tomar decisiones críticas y afrontar las consecuencias. Cuando alguien participa como cliente en una expedición se ve obligado a renunciar a todo eso y más. Por mor de la seguridad, un guía responsable siempre querrá tenerlo todo controlado, pues sabe que no puede permitirse el lujo de que cada cliente decida por su cuenta cosas importantes. Así pues, durante toda la expedición los clientes habíamos permanecido forzosamente pasivos... pero para mí era muy poco satisfactorio." (p. 211)

"En la escalada es muy importante que uno pueda fiarse de sus compañeros. Lo que haga un alpinista puede afectar a la totalidad del grupo... Pero la confianza en el compañero es un lujo que les está vedado a quienes se apuntan a una ascensión guiada; por el contrario, hay que confiar únicamente en el guía." (p. 65)

"Cierto que en la Cascada de Hielo, Rob Hall había dicho que formábamos un "grupo muy potente". Y es posible que así fuera en comparación con otros grupos de clientes anteriores. Para mí, no obstante, estaba muy claro que ninguno de nosotros tenía la menor oportunidad de escalar el Everest sin la ayuda de Hall, de sus guías y de los sherpas." (p. 127)

"Me di cuenta de que éramos un equipo sólo de nombre. Aunque dentro de unas horas dejaríamos el campamento en grupo, cada cual ascendería a su antojo sin estar atado a nadie por cuerda alguna ni por un sentido profundo de la lealtad. Cada cliente estaba allí, como quien dice, por su cuenta y riesgo." (p. 206)

Inmerso como protagonista de los sucesos, se ve obligado a "tomar decisiones críticas bajo los efectos de la hipoxia. Es imprescindible tener presente que a 8,800 metros de altitud es casi imposible pensar con lucidez." (p. 326) y los resultados son catastróficos: "De los seis alpinistas del grupo de Hall que llegamos a la cima, sólo Mike Groom y yo bajamos sanos y salvos: cuatro compañeros de equipo... perdieron la vida.... La mancha que ello ha dejado en mi conciencia no es algo que pueda borrar con unos meses de aflicción y remordimiento." (p. 323)

Y sin embargo, no deja de plantear preguntas serias, aunque sin tomar partido por ninguna: "La proliferación de escaladores inexpertos en el Everest presagiaba sin duda que podía producirse una tragedia de gran magnitud. Sin embargo, nadie imaginaba que en el centro de la misma iba a estar una expedición dirigida por Rob Hall, la más compacta y segura de cuantas expediciones se hayan aventurado en esa montaña. Hombre compulsivamente metódico, Hall había elaborado sistemas concretos para prevenir una catástrofe así. ¿Qué pasó entonces?" (p. 324) "¿Por qué unos guías avezados siguieron ascendiendo, empujando a una manada de deportistas relativamente inexpertos (cada uno de los cuales había pagado hasta 65,000 dólares para que lo llevaran sano y salvo hasta el Everest) hasta una trampa mortal?" (p. 31)

Sin embargo, sabe que la trayectoria comercial del himalayismo no se detendrá porque las montañas más altas del planeta pertenecen a dos países pobres (Nepal y China) que no están dispuestos a perder las cuantiosas divisas aportadas por "el deporte de la escalada, así como las subvenciones de organizaciones internacionales de beneficencia".

Impresiona que desde el principio uno se encuentre con un libro donde no se hable sólo de la propia expedición, sino del panorama general de esa temporada en particular. En un estilo periodístico y de investigación bastante amplia, Mal de Altura es un libro altamente recomendable porque en él se plasma la cara nueva del alpinismo mundial: las expediciones comerciales y sus posibles consecuencias:

"Los que sueñan con llegar a la cima del Everest deben tener presente que cuando las cosas van mal en la Zona de la Muerte —cosa que ocurre antes o después—, hasta los guías más fuertes pueden verse impotentes para salvar la vida de un cliente, e incluso, como demostraron los hechos de 1996, la propia." (p. 328).



 



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